lunes, 22 de diciembre de 2008

Onomástico


Cumplir un año. Darle una vuelta entera al calendario y volver al punto de partida.

Yo solía regalar para los cumpleaños un poema de Benedetti. Onomástico.


Hoy tu tiempo es real/nadie lo inventa/

y aunque otros olviden tus festejos/

las noches sin amor quedaron lejos/

y lejos el pesar que desalienta


Tu edad de otras edades se alimenta/

no importa lo que digan los espejos/

tus ojos todavía no están viejos/

y miran/sin mirar/más de la cuenta


tu esperanza ya sabe su tamaño/

y por eso no habrá quién la destruya/

ya no te sentirás sólo ni extraño


vida tuya tendrás/ y muerte tuya/

ha pasado otro año/ y otro año/

le has ganado a tus sombras/

aleluya.


Anoche yo quería ser el sol. Quería que todos ahí brilláramos como soles. Y otra vez fue jugando como nos fuimos encendiendo, una manga de crotos arremangados y en chancletas haciendo música de contentos. Sí fuimos soles. Nos dimos lujos tan imperdonables como mirarnos todos a los ojos y estar sonriendo.

Estoy cumpliendo año en éste mismo momento. En éste día en que nace el verano y mi futuro es gloriosamente incierto, tan incierto como el amor y como el cielo.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Poema con declaración

Qué clase de mujer anaranjada
que enrojece cuando toca
o canta
baja santo y se obnubila
con un placer extraño de romperse en mil astillas
y encenderse
enamorada de ella y de todos
se sana sana
y enciende chispas.
Porque el amor es tan contagioso como el miedo
pero es mejor.


Yo no sé si ésta costumbre mía de mirar al mundo con tanta fe es lo correcto o no... pero qué bien se siente.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Conversación telefónica con mi amiga NN el miércoles a la noche practicando alpedismo.

NN: -..estoy sin internet.

Yo:- ¡Dejáte de joder de una vez y pagá ese maldito cable!


NN:- No, si me hicieron un quilombo.. hace un mes que no tengo servicio y me lo facturaron.


Yo:- Llamá..


NN:- Ya estoy podrida de pelearme.


Yo:- No te pelées.


NN:- ¿Y cómo hago?


Yo:- A mí me hicieron un quilombo en la facturación desde el principio. Cinco meses me tuvieron. Me hice amiga por teléfono de todos los pibes, les dí pena, "yo ya sé que cobrás dos mangos y no tenés nada que ver, pero yo estoy sufriendo" les decía. No solamente me devolvieron la promoción, además me dejaron la cuenta en cero. Y después llamé para felicitarlos. Pobres pibes, tienen un laburo de mierda..


NN:- Noooo, a mí no me saale, yo no puedo, yo...


Yo:- Sí, sí, negra, ya sé que estás sola, deprimida y además tenés hemorroides, pero sentáte en un almohadón de ése con agujero en el medio y llamá, vas a ver que vas a estar más relajada. La vida no es según el cristal donde se mira sino el almohadón donde te sentás a mirar. ¡¡¡Pero mirá las frases célebres que estoy soltando y no tengo ni una birome que funcione para anotar!!! Juaaaaaaaaaaaaaaaaaa


NN:- ¡¡Lo llegás a poner en el blog y te mato!!


Fin.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Me fui de casa a tocar rocanrol..(parte nueve):"Un ensayo bizarro"

Hay días en que todo me resulta increíble. Me hablan los locos, la gente responde en voz alta mis preguntas mentales o todo parece funcionar al revés.

Hoy, al llegar al galpón, me encuentro ahí adentro con el mismísimo Fary, un gnomo, un duende malo, un loco talentoso que toca la gaita en el tren. Seba lo invitó a tocar una marcha escocesa con su bloque y quedó adoptado.


Fary anda con una valija de la que salen trompetas, armónicas, quenas, flautas celtas, gaitas y piernas de muñecos. Es un exú que no deja de mover las olas de la energía que lo rodea ni un minuto. Montó una mesa, un micrófono y todo el tiempo sonaban vientos entre las voces, las cuerdas, los tambores. Eran burbujas. El pibe que vino a arreglar las luces encendió los focos para probarlos se armó el juego y todo se trastocó.


Entonces la indisciplina corrió por cuenta de Dani que no dejó de masticar papasfritas y buscar que lo hiciera reír, las letras me las olvidaba yo, Noelia se reía, Javi me enseñó los golpes del timbal, Germán casi mata a Fary, Seba estaba como loco compenetrado en su campana y sus timbaletas, Raulo se enojó de repente, los temas salieron, y creo que Pol no pudo creer el haber vuelto a enredarse con nosotros, malditos chilingos, y las dementes y ampulosas empresas en las que nos embarcamos para divertirnos como chicos. Querido Pol, no podría haber banda sin tu talento y tu paciencia, que sé que no es infinita pero es elástica.


Y como un murgón desordenado huímos casi al unísono a seguir jugando a ser grandes ahí afuera del galpón.



..el cielo que se cae deshecho en agua.


Llorar.

Llorar por todo.

Por las ausencias, por las traiciones, por las demandas, por no tener un millón de brazos para tanta necesidad de caricias, por la tierra, por las lágrimas de mi hija, por el silencio de mi padre, por la crueldad, por los demás.
Llorar por la emoción que me provoca la música, por sentir cada día en algún momento la energía del amor atravesarme desde unos ojos pequeños, desde unos ojos adultos agradecidos, desde unos ojos.
Llorar por los errores, por los aciertos, por el tiempo perdido.

Llorar por los amores todos, los que no fueron, los que se fueron, los que dejé, los que no podrán ser, los que vienen, los de otros, los que se acaban, los que comienzan.

Llorar por la injusticia, por la impotencia, por la desigualdad, la lucha, las soledades, por las tristezas, por la falta de oídos y de palabras, por los rencores, por la infancia perdida.

Quedar vacía.

Y de a poco, otra vez, volver a creer.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Me fui de casa a tocar rocanrol..(parte ocho)"Todos detrás del gran Peter Pan en la tierra del Noparamosmasnunca."

Sábado 13 de diciembre. Fecha doble. Primer round, costanera sur, anfiteatro, precediendo el show de Spinetta. Segunda situación, doce de la noche, galpón de Saavedra. Muestra.

Cuatro y media de la tarde, encaramada en unas sandalias demasiado altas, el micro chilingo y yo avanzamos frente a frente hacia la misma parada. Arriba es un quilombo, por supuesto, y yo me trepo. Allí está la tribu de los niños perdidos.

Dani está sargentón y quisquilloso, lo que puede resultar muy mal o muy divertido. Noto rápidamente que no hay que contradecirlo. Cuando diez minutos antes de la prueba de sonido me presenta a dos cuates de Calle 13 y me pide que hagamos los coros en una zapada que se le acaba de ocurrir, decido que por el bien de la humanidad le daremos para adelante. Y que sea lo que dios quiera, como siempre es en nuestras fechas (malditos jipis...).

Primer tema, cambiado dos minutos antes de subir, nadie está muy seguro de lo que debe hacer, sale flojito. Segunda canción, zapada, se lucen los chicos y armamos un lindo coro, más gozadito. Tercer tema, Ilé Aié, sale, sale. Y con el Iansamba me baja santo y quedo como Grace Jones enjauladita entre los monitores del retorno. Lindo. Creo que es el que más nos gusta hacer, va subiendo en intensidad en cada vuelta, corre y explota. Final de show: cagada a pedos de Dani al Bloketón por micrófono en el último toque. Uh..

Queda una fecha más, cierre de la muestra en el galpón. Hay que reivindicarse. Vino Vero Batuqueira, se arma. Están los chicos de Calle 13, buena señal. Los grupos que muestran están bien armaditos, con canciones lindas, con cantantes. Intento un foco de insurrección tratando de convencer al bloque de que cuando el pelado tire llamada salgamos con otro toque y otra canción para darle una cucharada de su propia medicina, pero no logro más que desafíos a que yo lo haga. Cobardes .

Salimos con E d'Oxum, el iyesá con pandeiro, allá el bloque, acá en filita los cantadores, la gente sentada ahí cerca. Graciela que se asoma, Álvaro que nos saca fotos como en un acto de la escuela, Amadeo que ya pilotea nuestra desprolijidad con los micrófonos, ya me empiezo a prender fuego, cierro los ojos, muevo los hombros, miro a los tambores. Estamos cantando en casa. El ruso que me viene a dar un abrazo con la birome en la oreja y el repasador, agarra una campana y se mete en el fondo a tocar porque no se aguanta, y en el medio Tomi que lo mira, Dani que se ríe, y nosotras esperamos en el banco hasta que nos dejen entrar de nuevo a jugar. Y hasta parece ensayado que entro bajito cuando los tambores bajan, hay fuerza y hay climas. Y en el último Iansamba de la noche, como el maratonista que ve la cinta del final y pone toda la carne al asador, levanto el pañuelo del desafío, hago justicia, le hago un cambio de micrófonos a Seba y salto allá, a lado de la batuta del timbal, al medio de los tambores, a cantar como poseída mientras pienso que no puedo creer lo que estoy haciendo pero qué felicidad. Salto, bailo, los miro, me río, me agacho me doy vuelta. De éso me recargo y sigo, cicatrizo, sano.

Y me siento una Wendy volviendo en taxi a dormir a casa mientras ellos siguen rodeando las estrellas en el micro de vuelta a Coronado.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Crecer



Hoy egresaron de la primaria mis niños de sexto grado. Hoy mi nena, mi china, vistió gorrito negro americano junto a sus veintiún compañeros para egresar un poco de su infancia.


Uno por uno los ví subir precedidos por fieles descripciones de ellos que hicimos sus maestros. El galán, la que está llena de música, la enamoradiza, el karateka, el bohemio, el estrella de rock, la negociadora, el pacifista, la ecológica. Los ví proyectos de adolescentes, tan altos, tan hermosos. Lloré a moco tendido y ellos me miraban enternecidos como yo a ellos, y nos reíamos juntos de mí.


Todo el día estuvimos todos de fiesta, bailando en patas por los salones, por el pasillo, los chiquitos aplaudiendo, las maestras desfilando, todos comiendo porquerías y firmando remeras. A las cuatro y diez subieron ellos desde el patio corriendo por las escaleras, se pararon en mi puerta y Ramiro dijo: "¡Es la vuelta olímpica!¡Nuestro último recreo en la primaria!". Dieron una vuelta corriendo al pasillo y al pasar todos por mi vidriera me saludaron con las manos como hacen todos los días. Los ví lindos, los ví felices, los ví agradecidos, los ví llenos de amor. Ya vendrán el año próximo con sus cortes floggers, sus voces agravadas y sus miles de collares y pulseras a pedirme tecitos y abrazos, a buscar un poco de la infancia que irán perdiendo y que yo me quedo.


Tienen razón cuando me dicen que un día me voy a deshidratar. Todavía no puedo dejar de moquear.


martes, 9 de diciembre de 2008

Reflexión algo teñida de una leve indignación después de estar pensando un rato en algunas cosas.

Hay cosas que no se hacen. Definitivamente, sin discusión. Hay cosas que lastiman, que joden, que perturban y no son necesarias.

Hay que aprender a detectar en la gente ese gérmen, eso que puede crecer y convertir al que era tu mejor amigo en el tipo que te debe veinte lucas y no te atiende o al amor de tu vida en el que te dice en la puerta del civil "perdonáme, pero no puedo."

Hay códigos. A veces no es muy claro lo que sí, pero definitivamente tiene que respetarse lo que no. Para que una tribu funcione, ya sea la de tu banda de rocanrol o la de la puta oficina, hay códigos que se deben respetar.

A saber:

Comerse al novio de una amiga por más que esté increíble y sea además un caballero y sea bueno y sensible y te tire onda y jure que nadie se va a enterar, está mal.

Subirle el calefón llena de odio después de una discusión mientras el tipo se está bañando, aunque sea un acto total de justicia porque es un cuadrado con el que no podés razonar, está mal.

Histeriquearle al tipo que le gusta a tu amiga, que desde que se separó hace un año nunca había mirado a nadie, está mal.

Usarle la taza a González y dejarla el viernes a última hora sin lavar, sabiendo que seguramente el lunes tendrá flora y fauna y estará inutilizable, está mal.

Disfrutar porque a tu amiga no le entra la ropa y a vos sí, está mal.

Dejar tirada por ahí la masa que pediste de rodillas porque sos un ganso y te olvidaste las tuyas y sin masas no podés tocar y que alguien te prestó gentilmente confiando en tu promesa de cuidarla y no perderla, está mal.

Entongarte con un muchacho y no responder los mensajes de tus amigas por mes y medio no es tan grave y es hasta incluso comprensible y perdonable, pero está mal.

Ser el bobina que toma toda la noche del vaso de los demás y nunca paga un ferné, está mal.

Soplarle la mina a tu amigo y justificarte después diciendo que era una trola y te tiró los perros toda la noche y vos no podías quedar como un boludo, está mal.

Morfarte a una minita adelante de tu otra minita, aunque estés completamente borracho y no tengas con ninguna más compromiso que saludarlas cuando las ves, está mal.

Es decir, cualquier persona que entre en alguno de los ejemplos arriba mencionados, no es de fiar. Y nadie intente convencerme de lo contrario.

3º llamada de candombe en San Telmo, diciembre 6, 2008. Comparsa femenina Iyá Kereré

Una manada, una aldea, un conventillo. Somos comadres que cambiaron en tambor sus palanganas y se arriman a despertar al barrio de su siesta. Olemos distinto de las otras, y entre nosotras hay maravillosas diferencias que nos aúnan en un aroma mismo. Están las madres, las guerreras, las sutiles, las bellas, las hermosas, las esposas, las que aman, las novias, las madrinas. Hay Yemayás que acunan el candombe lidiando con Iansás que sacuden las olas.
Dueñas de los tambores, del latido y de la música. Reinas felices maravillando a la gente con su osadía de hacer lo que les da la gana, dejar a los chicos con la abuela, llamar a su mejor amiga y salir a partirse el cuerpo de goce tocando dos horas por la calle atiborrada.

Mujeres que se ríen, que abrazan y besan cuando saludan, que ponen el corazón todos los días en todo lo que tocan, que lloran y putean, que les duele lo mismo, que no entienden, y que en vez de sentarse a llorar sacan por las manos una alegría que hace difícil no dejarse llevar. Y las cosas entonces parecen menos terribles. Y hasta pueden convertirse en una carcajada al final del día en una mágica terraza de La Boca.

La gente no se aguanta mirarnos desde lejos porque algo emanamos cuando tocamos juntas. Nos rodean en la calle y andan formando parte de nosotras, saltando a desarmarse bailando cuando abrimos la ronda.
Después de tocar con ellas en cada llamada, quedo una semana entera como enamorada.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Conversaciones de un miércoles de madrugada.

Jugar. Hacer algo sabiendo que no es real, que no es útil, que no es lógico, pero hacerlo porque provoca esa alborotadamente gozosa sensación de aleteos en el estómago. Jugar a creer la fantasía, a inventar en la cabeza una realidad distinta

Jugar cuando no importa ganar o perder, porque lo importante es correr como loco con el sol en la cara atravesada por el ecuador de la sonrisa abierta y agitada. Jugar a tomar el té y ser otra distinta de la que soy, ser viento, ser aire. Andar en bicicleta con ojos de explorador, sorprenderme en un minuto fuera del tiempo viendo el plumaje índigo de una golondrina en plena vereda.


Jugar a cumplir las absurdas reglas de una mancha, a repetir lo que Simón dice, al cigarrillo 43, a la escondida bancándose como una leidi que alguien pique para todos los compas y tener que volver a contar.


Nuna había vergüenza al jugar. Hablábamos un sonido chicloso que nos sonaba a inglés, imitábamos a la maestra, éramos por un rato la encarnación misma de Diana Prince o una actriz famosa llorando adelante del espejo, o la mamá de la nena de enfrente, o un perro feroz con correa de piolín. "Oye, te mataré si lo haces de nuevo!" gritábamos en dudoso castellano neutro en plena vereda. Y el mundo era nuestro.

Lo primero que se olvida al crecer. Jugar. La vereda, las rodillas con tierra, la bicicleta, las bombitas, la mancha, son encajetadas con el paso del tiempo en inútiles muletas de diseño como el TEG, las cartas o en el más osado de los casos, una playstation. Toda ortopedia barata que jamás reemplazará eficientemente la delicia de saltar al elástico, andar en patineta o hacer reír a las estatuas para que pierdan.