domingo, 28 de junio de 2009

National Geographic (Un humilde aporte a la campaña de "Chicas, no sean tan perras y lleguen a la segunda cita")




La modernidad liquida a su paso costumbres y rituales que yo extraño, como las fiestas en la calle con los vecinos, la costumbre de dejar las puertas abiertas, y el ritual de seducción que transcurría entre dos personas que se gustaban.

El arte de conquistar desapareció de la mano del fast food, el tema es comer rápido, y ya nadie se toma el tiempo de disfrutar el plato con los cinco sentidos. El tiempo se fue robando la calidad.

Yo extraño esa danza que el varón comandaba, ese dejarme llevar sabiendo bien hacia dónde voy, pero sin prisa, disfrutar de ir sintiendo la sincronización que termina con los bailarines en armonía dando los mismos pasos casi como si fueran uno.





sábado, 27 de junio de 2009


El regreso (de las merluzas)

Desde aquél bizarro intento de grabación de demo en diciembre no pude volver a ensayar con la banda de los malditos jipis. Otra vez un clic en mi universo me cambió todito el panorama diario y ya no pude más escaparme los martes a la tarde a viajar en el trencito hasta Saavedra.

Pero la banda siguió tocando.

Yo fui mutando lentamente a veces, otras de un bife bien puesto, viajé por la gente y por ahí, otra capa de la cebolla me fui pelando, y el jueves pasado, por fin, otra vez estaba cantándole coros a Pol sobre sus letras, con guitarra criolla y Ami de gentil público invitado.

La banda mutó también, encajó sus engranajes y siempre en contacto a la distancia, por distintos caminos llegamos al mismo lugar, la banda y yo.

Y ahora, parece, el viernes vamos a pintarnos con purpurina para mostrarle al resto del mundo cómo nos divertimos cuando jugamos a ser una banda de rocanroll.




martes, 23 de junio de 2009

Encontrando las puntas del ovillo




Nikita, de Elton John, fue la primera canción que aprendí a cantar en inglés.

Estoy mirando ahora de nuevo aquel videíto en youtube. Lo veo teatralizar un amor por esa rubia seudo rusa que le pedía el documento y no se le cagaba de risa de la foto con ese sombrero de charleston que le quedaba como una patada en los dientes, y que mirándola bien, parece un putillo hermoso y frágil de los que sospecho, Mr. Elton gustaría canapetear. Lo veo con una túnica floreada intentando abrazar a la tipa en el bowling pero sin lograr disimular un asquete de tocarla que lo hace ver terriblemente puto.

Y sin embargo yo, señora siseñores, me la creí. Yo no me di cuenta de que el tipo era gay.

Y como bien ya sabemos todos, desde ahí hasta acá, he seguido cometiendo los mismos impresionantes errores de juicio.

Es al ñudo que me fajen..




(Lo digo medio agazapada hacia adelante, mirando desde abajo y haciendo gestos ampulosos con los brazos.)





Tengo los ovarios hasta el piso, estoy hasta acá, me pudrí, me hace reír el orto cuando vuelvo a ver la triste comprobación de la pelotudez de la gente que quiere cuando sabe que no lo tiene.

No me rompan las pelotas. La vida es más fácil.


jueves, 18 de junio de 2009

Murió, como dice la Negra, un ezquizofrénico con talento.







Yo recuerdo la primera vez que en la radio escuché a Milagros López. Me invadió la sensación de empatía con esa vieja cubana que hablaba con picardía y afecto de tía.




Peña me parecía a veces un estúpido y de pronto era brillante. Su manera de mirar la vida con el filo de un cuchillo, sus incomprendidísimas increíbles preguntas.




Peña me provocaba cosas. Por eso lo admiraba. Me provocaba a ir a veces más allá del límite de lo aceptable en el pensamiento.




Delia de Fernández se parecía a alguna de mis maestras. Revoira Lynch era increíble. La Mega me mataba cuando hablaba de su novio Diego Ramos. Roberto Flores, Sabino, Palito, tenían conversaciones entre ellos en un mundo de ficción soberana que yo me creía. Discutían argumentando razones opuestas, todo lanzado al espacio sideral desde una única cabeza. Todos lo habitaban en el cuerpo de "un puto sufrido", como le gustaba definirse. Se reía de sí mismo y de los demás con un humor rayano en la crueldad que a veces me hacía sentir incómoda escuchando.




Muerte hija de puta, muerte conchuda. ¿Qué pasó en mi mundo que antes la muerte era cosa de viejos? Se mueren los de cerca, los de al lado, los de enfrente. Cada día me recuerda que soy sobreviviente. Vamos entonces, querida, no seas estúpida, no pierdas tu tiempo. Llorá lo llorable y por favor, decidite de una vez a finalmente amar lo que es amable. Y hacé un poco más lo que se te canta el orto.


Gracias, Fernando.

lunes, 15 de junio de 2009

Imagen triste



Me doy cuenta de que ando un poco abandónica y desorganizada cuando:


- Mamá viene a casa de visita y saca el Cif de la cartera ni bien pisa la cocina.

- La tela de araña del rincón del techo del living es una mediasombra.

- Ando buscando para vestirme la remera menos sucia de la pila.

- Preparo el almuerzo a base de pan lactal.

- Todas las cucharitas para revolver té están en mi mesita de luz.

- No logro encontrar una media que no esté corrida. Y me las pongo igual.

- Combino pollera violeta con remera roja, bufanda verde y ponchito naranja.

- Empiezo a entrarle con cariño al chocolate.

- La pila de la pileta de la cocina impide mover la canilla hacia ninguna dirección.

- Todo lo que busco está apilado en la mesa de la computadora.

viernes, 12 de junio de 2009

Melodía desencadenada

Suelo entretenerme por temporadas observando alguna conducta o algún hecho que me lleven derecho a descubrir alguna verdad y aprender algo.

Tiempo atrás descubrí que las mujeres que caminan meneando su cadera al compás de la confianza en sí mismas son las que atrapan la mirada de los muchachos en las esquinas.

Yo creo que el mundo tiene una música, una melodía inaudible que hay que aprender a detectar. Cuando uno empieza a conectarse un poco más con uno mismo, con el placer de dejarse caer en los acontecimientos, esa música se vuelve perceptible.

Tardé bastante en comprender aquello de que para recibir algo hay que dar algo primero, pero un día empecé a poner amor en cada cosa que me tocaba hacer por destino. Y fue un ida y vuelta.

Todo lo que hago cada día me llena de gozo. Hace rato que dejé de combatir al destino y me dejo llevar, con mi capacidad de sorpresa bien intacta. Y cada día algún evento me hace sentir que al final siempre vale la pena.

Cuando logro llegar a donde Ale había naufragado y lo traigo de vuelta a jugar y ser niño.

Cuando Azu recuerda en su cabeza manos de mamá que peina.

Cuando Nachi deja de ser el hijo del medio para ser el favorito.

Cuando Mica sorprende a toda la familia leyendo solo por primera vez.

Cuando Valen olvida la pena de una muerte.

Cuando Lali deja de tener miedo.

Cuando Juani corre entre todos ellos y ellos la respetan y la quieren y así ella ya no es tan diferente.

Cuando los veo aprender la importancia de tener amigos y no traicionarse.

Cuando saben que los acepto y los quiero así como son, a cada uno, con todos sus defectos que vienen en el mismo paquete, y no les pido que cambien para complacerme.

Entonces salgo de la escuela comprendiendo la música del mundo.
Y por fin camino moviendo las caderas.


lunes, 8 de junio de 2009

Sr. Bendayan:

Yo no sé si está bien decir "feliz cumpleaños". Quizás hoy por hoy no te sientas feliz.
A medida que se van sumando los años, pasar nuevamente por la misma fecha después de la eterna maratón de 365 días empieza a merecer aplausos de pie. En mi caso, por tanto, es un milagro que prefiero celebrar prescindiendo de escandalosos fuegos artificiales.

No se tú.

Pero desde acá, un minuto, quisiera acompañarte en el sentimiento.


Japi niu ier, Pela.

viernes, 5 de junio de 2009

Y otra vez la rueda..





Todo gira, y algunas cosas parecen volver a empezar. Ciclos que llevan una y otra vez al mismo lugar hasta que uno empieza a notarlo y para las antenas buscando algo. En mi caso es siempre una señal.



Yo viajaba a Ciudad Jardín veinte años atrás, en un ritual de tren los sábados por la mañana que me llevaron a una encantadora primavera.



Cuando tuve que atravesar mi invierno propio, el mismo tren me llevaba pasando de largo Coronado hasta Rubén Dario. Cada vez, al pasar por la estación, mi corazón buscaba algo en ése andén, algo que yo había dejado perdido.



Otra vez un firulete del destino y ahora, cada jueves a la noche, vuelvo a montar los mismos rieles y ahí me bajo, para ir a la sala a tocar con los malditos jipis.



Y cada vez, cuando de par en par veo los juegos de la plaza en la puerta del tren recién abierta, no puedo dejar de preguntarme si es que, de verdad, va a volver mi primavera..

martes, 2 de junio de 2009

Teoría de la relatividad



Treinta y seis años, así como suena de increíble cuando me miro en el espejo y sigo viendo como esa chica que fui de diecisiete, enamorada de vos perdidamente por primera vez y como, todavía, nunca.

Y con ésa luz brillo.