jueves, 30 de abril de 2009

Ritual

Cuando era chica y las noches de reunión y conversaciones en mi casa se extendían, el café no paraba de fluir desde la cocina y en el aire se mezclaban el humo del tabaco y el perfume del cognac. Yo miraba desde mi hueco en el sillón del living aquellas escenas de pelos con brushing y camisas de cuellos anchísimos, y la modorra se me iba trepando por el cuerpo despacito. Cuando ya sentía que en cualquier momento se me abriría bajo los pies la tela fina que separa la vigilia del sueño, abandonaba con esfuerzo mi rincón y con pasos torpes cruzaba el living hasta llegar a la silla donde mi mamá quemaba sus jockeys suaves cortos mientras se dedicaba a discutir deportivamente con quién tuviera la energía de sostenerle por algún tiempo alguna verdad a refutar. Trepaba despacio por su falda, girando para quedar bien sentada entre sus brazos abiertos y entonces apoyaba mi oreja en su pecho. Ahí adentro la voz le resonaba como apagada entre almohadas, un sonido musical como el parche grave de un tambor, un vibrar que me hacía entrar al sueño dejándome caer.

Entonces, el mundo era un lugar seguro.


sábado, 25 de abril de 2009

Me fui de casa a tocar rocanroll (parte once): Garganta con arena


Me descuelgo el tambor dando la espalda al público mientras escucho las voces de gente que quiero, dándome aliento. Ya hicimos un par de toques Chilingos y llegó la hora de romper el hielo con la primera canción, la de Oxúm.

Me doy vuelta y clavo la mirada en el micrófono, el murmullo es muy alto, no sé si quiero mirar. Tomo aire y cuando la luz se enciende veo el marcito de gente ahí abajo, mil cabezas juntas mirando lo que voy a hacer. Sé que hace diecisiete horas, 26 niños de cinco y seis años, reunión de padres y ensayo, que estoy despierta. Mi garganta lo acusa, todos lo notaron, pero no interesa. Cuando tomo aire y suelto al marcito la primera nota sé que va a sonar.
Cuando yo jugaba a la hora de la siesta a que cantaba como Liza Minelli, abría la boca y el sonido en mi cabeza era impecable. Cuando canto vuelvo a estar parada en la cama de mi abuela, con el deshabillé rosado de mi mamá, sosteniendo un micrófono de frasco de perfume, el otro brazo abierto, apuntándole al cielo.
Y me quedo pasmada escuchando mi propia voz clara como agua clara, salir como una flecha para adelante. Al rato me siento como enamorada, con ganas de brillar para ésos ojos que son todos los ojos pero son unos, los míos. Ya no sé lo que canto ni entiendo lo que pasa. Es un flash de endorfinas.

Pavada de antioxidante.


sábado, 18 de abril de 2009

Me fui de casa a tocar rocanrol (parte diez): Incendio forestal.

Llegaron dos fechones el mismo día y a la misma hora: o te vas a tocar dos temas con Calle 13 o te vas a cantar tres y tocar doce con los malditos jipis. El bloquetón tuvo que dividir sus aguas y así algunos amigotes y no tanto fuimos oficialmente convidados a ser parte para poder clonar a la Chilinga en ambos eventos. Como la mayoría de los patasucias agarró para el lado de la fama, nos subimos a ocupar el contingente que iba al sur a tocar con Arbolito.(Ya he comentado que elijo siempre de manera inconveniente... y no escarmiento.)
Primer ensayo en Coronado. Llego con una canción de Calamaro que hace dos días me da vueltas por la cabeza para mutarla en una chacarera, y Dani me da el ok para probarla. Suena el toque de malambo y qué linda queda ésa letra ahí arriba.

Con el crudo en las bodegas
volveré a buscar
todo el tiempo vivido
que hemos perdido sin protestar.

Voy a probar primero
al olvido
a lo ajeno
voy a pasar a retiro de un tiro al culpable de mi soledad.

No sé lo que quiero
pero sé lo que no quiero.
Sé lo que no quiero
pero no lo puedo evitar.
Puedo seguir escapando
y aún lo estoy pensando.
Lo estoy pensando
pero estoy cansada de pensar.

El marinero de rio
no tiene calor ni frio.
La ciudad no tiene puerto
y se siente muy vacío.
Últimamente ha perdido
su capacidad de sorpresa.
En un vaso de cerveza caliente
fue que se la olvidó.

Yo quiero elegir del mapa
un lugar sin nombre a dónde ir.
Será el lugar dónde viva
lo que quede por vivir.
Por eso de cada viaje me traigo
el equipaje perdido.
Por eso es que he decidido
nunca olvidar
nunca olvidar.

No sé lo que tengo
pero sé lo que no tengo.
Sé lo que no tengo
porque no lo puedo comprar.
Puedo seguir cantando
y aún sigo esperando.
Sigo esperando
pero estoy cansada de esperar.

Y así se armó la chacarera. Daban ganitas de cantarla, y la fuimos pasando varias veces mientas Dani tocaba allá y acá, cortaba, cambiaba. En el resto del ensayo quedó en evidencia nuestro jipismo y los toques se nos cayeron a pedazos mientras nos divertíamos como bobos haciendo cantitos de cancha para los que se iban a tocar con los portorriqueños y hablado de las empanadas bolivianas que serían nuestro "catering fulop" en el Kori bailable.

Ya empezamos Nº1: Nunca pasamos los toques de Arbolito y Dani espera que los aprendamos solos.
Para el mismo día de la fecha forestal tengo programada desde marzo la reunión de padres de los niños de mi grado. Y prueba de sonido a las 19.00hs en Boedo...

Segundo ensayo en tierras del oeste, llego una hora antes para armar las voces de la chacarerita con Seba. Terminamos jugando con Eugenio y la Turca que se nos mete a cantar en el medio del arreglo y nos taladra. Nada mejor que jugar un martes a la tarde a una hora de viaje desde tu casa después de laburar diez horas. El día se te vuelve a amanecer. De nuevo nos juntamos y de nuevo me dejan cantar mientras ellos tocan pero después me meto a tocar entre ellos y eso me infla la alegría.
Ando contenta y charlatana como si fuera febrero. Vuelvo a reírme y tengo una sensación de playa Pocitos en el cuerpo.
El jueves Germán nos enseña "Ay Lili" de Pescetti y los enanos, Sarita y yo no podemos dejar de cantarla mientras trabajamos. La bailamos en el patio y nos matamos de risa. Yo me voy recargando de esa alegría pequeña de todos los días.

Viernes 17 de abril: Viaje al centro de la Tierra

Seis y media de la mañana estoy en pie. Anoche terminé los regalos para los papás casi a las doce y media. Se me nota en las ojeras. Oh, God..
Formación de izamiento y cantamos a la banderita en el patio. Germán y yo hacemos ese acorde del final que nos da felicidad y ya arrancamos la mañana contentos. Vamos con los peques al comedor a preparar los alfajorcitos de maizena que regalaremos a sus papás cuando vengan a la reunión. Les saco un millón de fotos pescándolos cuando, pese a la prohibición, se morfan el dulce de leche a escondidas. Nos reímos. Jugamos mientras vamos aprendiendo ellos y nosotras. Se ríen las chicas de la cocina y todos vamos progresivamente quedando cubiertos de dulce para el resto del día. Literal y metafóricamente hablando.
A las tres y media de la tarde ya estoy agotada sabiendo que de todas formas, ésta noche va a ser increíble.
Llego durmiendo en el auto de Marian, un apagón de cuarenta minutos. Hace quince horas que estoy despierta. Yo sé que cuando subimos, algo pasa. Y pasa.
Salimos caminando por el escenario con nuestras remeras verdes. Las luces nos hacen sentir algo así como mucho aire que entra en los pulmones. Sale el primer toque y nos vamos mirando en esa semipenumbra azul y algo se arma.
Dani agarra el pandeiro y empieza a tocar, señal de descolgarme el tambor para cantarle a Oxúm. Veo un mar de gente que nos mira y sé que tengo que apagar mi cabeza y empezar. Me sale la voz desde un lugar que nada tiene que ver con la garganta y por primera vez tengo los ojos abiertos mientras canto. Y nos miramos. Nos vemos.

Vuelvo a tocar entre ellos.
A darnos el lujo de estar parados delante de mil personas siendo impúdicamente felices jugando a ser de vez en cuando estrellas de rocanroll. Dejar el miedito de la vergüenza en algún lado y probar.
Casi no me reconozco en ésa que canta. La chacarera vuela, la sensación es placentera.

(Y cuando de pronto él, que no tolera bien aún la felicidad, hace un intento de sabotaje, lo hago reír impúnemente para que salga otra vez a jugar. O lo ignoro en ruda penitencia. Le voy viendo un poco más el alma. Cada tanto baja un poco la guardia y es encantador. A veces, mostrar todas las cartas es la mejor estrategia.)

Arrinconados todos como ganado, compartiendo el sudor y la alegría, tocamos literalmente codo a codo los temas con Arbolito, y cerramos la noche haciendo una invasión de pista con los tambores que huele a festejo en el alambrado revoleando la camiseta por haberle ganado a nuestro maldito jipismo haciendo una fecha magistral. Llena de fallas técnicas, por supuesto.
Malditos jipis al fin.

viernes, 10 de abril de 2009

Secreto

Cada día está repleto de pequeños miedos por vencer.

Mieditos que hacen que pensemos en todas las posibilidades que hay de que algo salga mal cuando estamos decidiendo si hacerlo.

Mieditos que te hacen negar en público lo que estás sintiendo hasta creértelo.

Mieditos que te atornillan a la silla convencido de que no tenés la fuerza ni el talento.

Mieditos que te dejan siempre siendo espectador.

Un día decidí vivir como la condenada a muerte que soy, que somos todos, y no tuve tiempo para los mieditos. Y los pocos que quedan se me siguen cayendo.

Ése es todo el secreto para conquistar el mundo.

viernes, 3 de abril de 2009

[ sin asunto ]



Él sabe que yo lo llamo con otro nombre. Como una pausa en el medio de la multitud, ése nombre es mío.


Pienso en unas palabras precisas y muchas que le mandé volando cuando lloró y se sintió perdido.


Pienso que un día lo ví apropiarse de ése nombre mío, busco entre las lunas mayas y leo en ése día:"Si algo tienen claro los Jaguares son sus propias ideas".


Y sonrío.