lunes, 22 de noviembre de 2010

Chicalacúm



Tiene un latido esta tierra. Un latido propio, una manera de hacer mover las caderas para encontrar la felicidad. Eso que le envidiamos a Brasil, también lo tiene esta tierra. Eso que siempre andamos mirando para afuera. La cualidad de la raza que es propia de un lugar es saber escuchar el suelo vivo en donde pisa.

Florece la raíz que bajo el agua une las dos orillas de un rio lo suficientemente ancho para la melancolía.
Florece la identidad.
Florece la sutil forma de resistencia de dedicarse a ejercer lo que uno es.

El sábado 20 de noviembre, a pesar de los PROs y sus contras, un montón de gente que no se conoce más que por cruzarse en encuentros de tambor, concretó la organización y puesta en marcha de la segunda llamada de candombe independiente Lindo Quilombo!

Señoras, señores, eso fue una fiesta.









jueves, 18 de noviembre de 2010

Raindrops on roses and whiskers on kittens..




La escuela está de nuevo verdemente florecida. Las lechugas a punto, la morera es la fiesta favorita del recreo y el humor se distendió después de un invierno agotador.
Es época de concluir procesos, de ritualizar los cierres, y todo se encamina a mostrar (nos) qué cosas hemos sembrado este año.
Los niños de 5º (padrinos de mis enanos) actuaron en inglés la leyenda de la muerte de Baldur, un dios nórdico. Los míos, después de ver a sus padrinos disfrazados de dioses, quedaron en llamas..
Venía buscando algo para hacer en el acto de fin de año, que si cantar Kutumbelé, que si actuar un cuento, que si mostrar la ronda, y se me ocurrió preguntarles a ellos, que son quienes, en definitiva, van a poner el cuerpo.
Les propongo buscar entre los cuentos que les he contado cada mediodía antes de ir a casa (ellos despatarrados en la alfombra boquiabiertos y fascinados mientras hago voces de brujas, tontos, ogros, reinas, sapos, ranas, para recontarles los cuentos que vienen escuchando desde el jardín año tras año). Me bocharon el listado completo de cuentos de los hermanos Grimm que integran el repertorio waldorf, me sacaron corriendo con la cancioncita, y en pleno debate sobre si afanarle la idea a los de 4º y hacer Blancanieves, la propuesta de Mili de armar una orquesta percusiva y flautística para que ella baile árabe en el medio y alguna que otra referencia a la obra teatral de los padrinos, Nico se planta en el medio de la alfombra, los mira a todos de frente con ojos de gitano y exclama - nooooo, ya sé: inventemos un cuento,¡¡¡ un cuento de dioses!!
Ellos daban saltos en la alfombra y se felicitaban mutuamente por la idea y yo, buscando alguna opción para bajarles un cambio con el tema de las divinidades (digo, después quién los baja), salgo al cruce del festejo y les propongo escribir entre todos un cuento y ponernos manos a la obra para actuarlo frente a los papás y la escuela.

Siiiiiiiii

Tres días despatarrados por el salón tirando ideas, una más loca que la otra, llenando el pizarrón de letras que cuentan una historia que sigue, y sigue, y se llena de personajes, hilvanando la imaginación de uno a otro, fueron tejiendo una historia.

Y estos enanos que apenas alcanzan un metro de altura desde el piso, se mandaron en tres días este cuento:



Había una vez hace mucho tiempo atrás un anciano y sabio rey que tenía tres hijos. El mayor, orgulloso y soberbio, se creía mejor que todos los demás. El del medio era un haragán al que todo le daba igual. Y el más pequeño era la burla de los otros dos por ser ingenuo y confiado, y lo llamaban Bobalicón.

Cierto día el rey los llamó y les dijo:

- Hijos míos, ha llegado el momento de saber quién de ustedes tiene corazón de rey. Estoy viejo y cansado y en poco tiempo dejaré mi trono, por eso es necesario decidir. Para saber quien de ustedes será el futuro rey tenéis que ir a ver a la vieja bruja del bosque encantado.

Así fue como los tres muchachos partieron juntos rumbo al bosque para ver a la bruja. Caminaron varios días bosque adentro, adelante el mayor partiendo ramas y cortando hojas con su espada, detrás el haragán quejándose de su cansancio y al final Bobalicón pidiendo disculpas a los árboles por molestar su descanso
Llegaron a una casita pequeña en el centro del bosque de la que salió una viejecita arrugada como una pasa de uva.

- Yo soy la bruja del bosque encantado. En este bosque, además de mi casa, hay tres castillos hechizados y en cada uno una princesa. Solamente una de ellas tiene corazón de reina. Para llegar a ellas deberéis pasar cuatro pruebas. La primera será traer aquí al unicornio blanco. ¿Quién será el primero en hacer el intento?- dijo la bruja.

- Yo lo haré- dijo el hermano mayor.

Para buscar al unicornio se armó con arcos, flechas, espadas, sogas y cuchillos, y se dirigió al claro donde el unicornio pastaba. Ni bien vio al fabuloso animal, el hermano mayor cargó sus armas y se acercó para cazarlo, pero el unicornio de un solo cabezazo lo mandó directo a la torre de uno de los castillos.

Le tocó el turno entonces al hermano del medio. Desganado y protestando se acercó de muy mal modo e intentó asir el cuello del unicornio y éste, de un cabezazo, lo mandó directo a la torre del segundo castillo.

Entonces llegó el turno de Bobalicón. Él se acercó suavemente con las manos extendidas y le dijo al unicornio que no le haría daño. Se miraron a los ojos y el unicornio lo subió a su lomo. La bruja lo vio llegar y le dijo:

- Ahora debes ir a buscar a la sílfide y responder su acertijo. Ella te dirá dónde debes buscar la olla de oro de donde nace el arco iris. Vuelve cuando la tengas.

El joven se dejó llevar por el unicornio y llegó a donde la sílfide, sentada en su trono de hojas, peinaba su largo cabello violeta.

- Dime ahora, noble caballero: ¿Cuántos años tiene el mundo?- preguntó la sílfide.

Bobalicón no sabía la respuesta. Entonces cerró los ojos e hizo mucho, mucho silencio, tanto hasta que pudo escuchar claramente la voz de la brisa que soplaba la respuesta en su oído.

- Tiempo no tiene principio ni fin. El mundo tiene tantos años como el tiempo.

La sílfide sonrió y le dijo:

-Ve a buscar la olla de oro de donde nace el arco iris. La encontrarás en el árbol de la vida. La brisa te dirá cómo llegar.

La brisa guió a Bobalicón hasta el árbol de la vida. Allí vivía el topo sabio. El anciano animal le dijo:

- Para darte la olla debes cumplir una prueba de valor. Tienes que domar al dragón de tres cabezas.

Entonces el topo sabio le dio a Bobalicón un pedazo de madera del árbol de la vida. Con mucho amor, él talló su espada. Montado en el unicornio buscó por el bosque, guiado por la brisa, hasta que encontró al enorme dragón. Bobalicón bajó de su caballo, se paró frente al dragón y levantando su espada llena de amor venció al dragón y lo llevó junto al topo. Volvió con la olla de oro a donde estaba la bruja del bosque. Y entonces la anciana le dijo:

- La última prueba es esta: de las tres princesas que habitan los castillos solo una tiene corazón de reina. Debes adivinar cuál es, y entonces serás rey.

Las tres princesas eran muy hermosas y muy dulces y era muy difícil saber cuál de ellas era la correcta. Entonces Bobalicón cerró los ojos y su corazón de rey sintió amor por aquella que tenía corazón de reina. Y así, Bobalicón y su princesa rescataron a los hermanos y a las otras princesas y todos volvieron al castillo del anciano rey. Se celebró una gran boda en donde todos los príncipes se casaron con las princesas, y Bobalicón y su reina fueron felices y gobernaron con sabiduría y amor durante muchos años.

(Ríos de baba.)


sábado, 13 de noviembre de 2010

Pregunta




Planté un limonero.
Escribir un blog vale o sigue siendo "plantar un árbol, tener un hijo, escribir un libro"?



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domingo, 7 de noviembre de 2010

15 años chilingos

Si la reencarnación realmente sucede, nosotros debemos haber sido en tiempos paganos los hinchas más fanáticos del club de Baco o algo por el estilo.
La Chilinga tiene algo de eso karmático que nos sostiene durante años unidos por un invisible cordón umbilical. Nos arrastra. Y a nosotros en algún lugar nos gusta, y nos dejamos arrastrar.

Nos va pasando la vida juntos y cada tanto, tenemos algo que festejar.
La última fiesta con tinte de ritual pagano fue aquél cumpleaños número doce, cuando nos dieron el galpón. Bailé presa de un exorcismo, después de un año de la ostia, con mudanza de urgencia y cambio de jefes en el laburo incluidos, y todos fuimos felices y pachangueros.

El viernes tuvimos nuestra fiestita de quince.
Otros tiempos me han tenido más entusiasmada con los festejos, pero la verdad es que fue un año más bien raro para mí. Bajada de la banda, de los bloques, de las propuestas, viendo el recambio y no encontrando a los míos, el ánimo chilingo mío está como en etapa de reorganización sentimentel. Ando con un ánimo medio distante, sin encontrar bien mi lugar, sostenida por la mano de Dani que me ataja y me sube. No tenía demasiado espíritu para ir al asado. Pero la promesa de Kevin Johansen tocando para nosotros me picó las ganas y me ofrecí para laburar en la barra mientras el resto cenaba.



Llegué el viernes a las seis de la tarde al galpón. Todo estaba en ebullición. Por supuesto, el hielo no había llegado, la comida tampoco, la bebida a medias, todos corrían con ojos de huevo duro y a los gritos discutían por teléfono con unos y pasaban mensajes a otros. A media hora del horario anunciado para empezar, la mitad de las catástrofes no estaban resueltas. Y a las nueve, con todo emparchado y un vino más espantoso que el del año pasado comprado en el Coto de emergencia, se dio puerta y empezó el evento.



Después de repartir medio millar de empanadas (horribles, y pegadas a sus bandejas de origen), y litros de cerveza, terminé trepada con las plataformas de corcho al escenario conduciendo el evento junto a Daniel Oscar que te pierde los papeles, te cambia lo que está escrito, te mezcla los diplomas y te mete cuatro sorpresas en el medio. Y aunque era muy tentador arrancar a decir una pelotudez detrás de otra por micrófono (todos saben que nada me gusta más que hacer mi stand up en cualquier parte), me contuve casi exitosamente y llegamos di vi nos hasta el final del ritual.


Atrevimiento uno ( o "sinceramente esta noche todo me chupa un huevo"): me arrojé directo a los brazos de Johansen que esperaba para subir al escenario que yo dejaba, fresca como una lechuga, y le saqué un saludo y un abrazo libidinoso. Morderle el cuello hubiera sido demasiado..

Luego de la fama efímera y veloz, me tocó laburar un segundo turno en la caja. Agradezco a la gente su paciencia ante mi incapacidad con las matemáticas que quedó en evidencia a la hora de dar los vueltos.

Y a las tres de la mañana, por fin, quedé suelta entre los jipis para que empezara la fiesta.



Hubo pogos y trencitos y puentes y rondas y redondos y desfiles y cumbias y salsas y rocanroles y rollingstones

Y no sabemos cómo llegamos hasta acá ni a dónde es que estamos yendo, pero parece que vamos juntos por alguna buena razón y eso siempre merece un festejo.