jueves, 31 de enero de 2013

Declaraciones de finales de enero

Ya no sostengo enojos. Diría que ya casi no me enojo, pero si pasa, estalla y se diluye como una burbuja.
Ofenderse me parece el acto de pelotudez más extremo que se puede llevar a cabo. Sostener en el tiempo el ceño fruncido y la amargura me parece el camino más rápido para envejecer.

La gente es como es.
Las cosas son como son.

No existe cambiar, sí existe transformarse, y eso es un acto que se ejerce no para encajar o no incomodar, sino por una convicción profunda que tiene que ver más con uno mismo que con el espejo del resto del mundo.
No se le puede pedir al mundo que cambie si uno mismo no es capaz de una transformación.
Lo que sí se puede hacer es retirarse de los lugares que no gustan, apartarse de la gente que te tiene en estado de incomodidad, abandonar los puertos donde no se es bienvenido.

Matrimonios mal avenidos, viejos resentidos, discutidores deportivos, confusos eternos, histéricos indefinidos, insatisfechos crónicos, negadores compulsivos, violentos incontinentes, amargos profesionales: no me jodan.
La vida es más simple.


lunes, 21 de enero de 2013

La Cumparsa, gira internacional por Carbó.

Viajar juntos, todos juntos, en la misma frecuencia aunque en sintonías distintas.
Un rato con cada uno, un rato con unos, un rato de todos, un rato conmigo.
Un auto, una ruta, el campo, el cielo, el mismo gusto por decir con los parches, decir cantando, sonar diciendo.
Llegar y ver un cielo de acá hasta acá, y todo, todo, todo es horizonte alrededor donde se juntan el cielo con la tierra.
Estar en la palabra y estar en el silencio juntos, cruzar puentes en trenes que no van a ninguna parte más que a mostrarte que llegar no es más importante que ir, que andar, que estar en el lugar en donde estás.
No hace falta decir, no hace falta enunciar, los otros lenguajes fluyen naturales a la sombra de un sauce, o debajo de la vía láctea y el cielo de una noche de corso de pueblo que supimos pintar del color nuestro.
Cantar con los tambores, meter los golpes justos que harán los acordes de los distintos cueros, mirarnos y bailar con los tambores puestos, descubrir el encuentro y festejarlo impúnemente como goles a los ingleses del espanto, el desamparo, la soledad y el aburrimiento, hacer milagros con nada, convertir la pena en vino y la rutina en una fiesta, porque el alma está de fiesta en encuentro.








Y volver llena de voces, llena de ojos, llena de río y de manos y de tardes y de noches y de abrazos, y dejar que eso navegue los días en los que ando el tiempo.

martes, 1 de enero de 2013

Y digo

Quiero cantar y bajar a la tierra el cielo, quiero muchas noches estrelladas cantando en los jardines o en las terrazas, quiero aprender algo nuevo, aunque sea mínimo, todos los días, quiero confiar y sentir sereno el pecho, quiero andar sin prisa, quiero ver, quiero bailar abrazada a un cuerpo que me lea el alma y al que quieran seguir mis piés, quiero decirlo todo, quiero reírme por las mañanas, quiero ser sabia, quiero decir lo que pienso y hacer lo que digo, quiero tener sanados el corazón y el cuerpo, quiero ser bienvenida todas las veces que llegue, quiero abrazos sinceros y besos profundos, quiero deliciosos instantes de esos en  los que se detiene el tiempo, quiero desatarme los últimos miedos, amigarme con la muerte, enamorar a la vida.

Feliz, feliz año nuevo.

El mundo recién termina.
Esto recién comienza.