viernes, 7 de octubre de 2016

Perplejidad.

Soñé que estaba en una terraza, mirando hacer a un alegre grupo de hombres y mujeres que, con algarabía infantil, se subían a una combi en una terraza vecina.

Los ví arrancar derecho hacia el borde, hacia el final de la terraza, riendo y dando hurras por la aventura.

Abracé estremecida a mi hija que estaba conmigo allí y pensé, "Dios mío, están locos.."

Vi la combi caer al vacio mientras el grupo seguía riendo y vivando por la hazaña.

Y escuché el ruido de la combi estrellándose contra el piso.


PD: Un terapeuta en la sala..?



domingo, 2 de octubre de 2016

Ni una menos

Tenemos que volver a hablarles del amor.

No más de las dietas, de los centímetros de carne, de los afeites, de las máscaras, de las estrategias para cazar o ser cazado, no más de cómo ser elegible, de estar cogible.

Tenemos que volver a hablarles del amor.

Ese pedazo de carne que les rodea el alma se volvió soberano. Ya no es el templo para un espíritu; es la exhuberancia del monumento vacío, el culto al becerro de oro, el Trade World Center.

Tenemos que volver a hablarles del amor.

Del ir y venir del alma en el alma del otro. De cómo cuidar sentimientos como jardines, de cómo cuidar un corazón.

Porque los cuerpos con almas desgarradas, con almas negadas, se vuelven duros, áridos, sedientos. Si se calla el alma, empieza a aullar el cuerpo.

Nos olvidamos de hablarles del amor.

Entonces las desaparecen, las cazan como a gacelas y las pintan, las exhiben las venden, para que pierdan el alma de tanto ser invadidas por carnes ávidas de desalmarlas, de corromper lo humano para humillarlas, de encontrar el placer en el dolor y el desgarro.

¿Qué nos hemos hecho?

Y los manuales de la escuela enseñan a ponerse forro, a equivar naturalezas, a tocar todos los botones, como en una playstation, para lograr que el cuerpo responda con electricidad y aturda al alma, que enmudece, se acostumbra y se niega a sí misma.

Tenemos que volver a hablarles del amor.

Podemos nombrar todas las carnes posibles, pero decirles que un encuentro debe ser en amor y por amor, nos da vergüenza.

Tenemos que sacarle al amor esos ridículos volados que le han puesto, y volver a aprenderlo.

Tenemos que volver a hablarles del amor.