Era una noche de frío y llovizna, como esos inviernos largos sin amor.
En una estación de tren a la 1 am la soledad es más soledad todavía.
Perdió el último tren de la noche y tampoco hay colectivos que circulen a esa hora por calles tan poco atractivas. A mil años luz de su casa, estaba perdida.
Justamente acababa de vencer la inmensa tentación de los abrazos de un cuerpo tibio que huele a todas las frutas y había emprendido confiada el camino que se le hacía dignamente correcto cuando todas las circunstancias de la vida le cortaron el paso para seguir avanzando en aquella dirección.
¿Era una terrible pelotuda sin remedio que debería salir con las planillitas de los horarios de todos los transportes públicos y una buena Filcar o era una contundente señal de que el camino era otro? ¿sería que tienen que ser así de jodidas las señales para verlas o simplemente un talento increíble para las situaciones bizarras?
No lo sabía.
Apretó el teléfono dentro de su bolso. ¿A quién llamar? ¿quién podría hacer semejante viaje en su corcel y rescatarla? ¿oh, y ahora quién podrá defendernos...?
Buscó su nombre entre los otros (era el único posiblemente despierto. Acababa de huir de su abrazo) y apretó rezando la tecla.
- Por favor.. estoy perdida.. vení a buscarme.
Y a la mañana siguiente, mientras todavía podía oler en su ropa aquel perfume, pensó "qué mas da si son contundentes señales o tan solo pequeños oasis que predicen al mar... qué buenos que están. "
En una estación de tren a la 1 am la soledad es más soledad todavía.
Perdió el último tren de la noche y tampoco hay colectivos que circulen a esa hora por calles tan poco atractivas. A mil años luz de su casa, estaba perdida.
Justamente acababa de vencer la inmensa tentación de los abrazos de un cuerpo tibio que huele a todas las frutas y había emprendido confiada el camino que se le hacía dignamente correcto cuando todas las circunstancias de la vida le cortaron el paso para seguir avanzando en aquella dirección.
¿Era una terrible pelotuda sin remedio que debería salir con las planillitas de los horarios de todos los transportes públicos y una buena Filcar o era una contundente señal de que el camino era otro? ¿sería que tienen que ser así de jodidas las señales para verlas o simplemente un talento increíble para las situaciones bizarras?
No lo sabía.
Apretó el teléfono dentro de su bolso. ¿A quién llamar? ¿quién podría hacer semejante viaje en su corcel y rescatarla? ¿oh, y ahora quién podrá defendernos...?
Buscó su nombre entre los otros (era el único posiblemente despierto. Acababa de huir de su abrazo) y apretó rezando la tecla.
- Por favor.. estoy perdida.. vení a buscarme.
Y a la mañana siguiente, mientras todavía podía oler en su ropa aquel perfume, pensó "qué mas da si son contundentes señales o tan solo pequeños oasis que predicen al mar... qué buenos que están. "
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