Hay algunos que tienen una vida de mierda.
Andan todo el tiempo vomitando protestas y puteadas, un día, y otro día, y cada día, y esperan el sábado como un oasis, pero nada, nada les llena ese agujero negro en el centro, que todo lo consume y con nada se siente satisfecho.
Vos mismo tuviste alguna vez una vida de mierda hasta que una mañana, o una tarde, o después de la última borrachera, dijiste "basta, basta, esto es una vida de mierda."
Y algo pasó.
Y algo se rompió.
Y empezaste el lento y doloroso parto de encontrarle un sentido a tu vida, a todas las pequeñas y miserables vidas que se apiñan en un bondi, en un ministerio, o en una oficina.
Dolió.
Dolió como operarse una muela sin anestesia. Hasta que te arrancaste la última costra de gusano, y cambiaste de ojos, y cambió tu corazón de domicilio.
Y mientras andás volando, los otros, los que no se atreven aún a arrancarse la piel para liberar sus alas, te tiran con piedras, con flechas, con botellas, para que no te conviertas en la prueba de su oscura cobardía.
Andan todo el tiempo vomitando protestas y puteadas, un día, y otro día, y cada día, y esperan el sábado como un oasis, pero nada, nada les llena ese agujero negro en el centro, que todo lo consume y con nada se siente satisfecho.
Vos mismo tuviste alguna vez una vida de mierda hasta que una mañana, o una tarde, o después de la última borrachera, dijiste "basta, basta, esto es una vida de mierda."
Y algo pasó.
Y algo se rompió.
Y empezaste el lento y doloroso parto de encontrarle un sentido a tu vida, a todas las pequeñas y miserables vidas que se apiñan en un bondi, en un ministerio, o en una oficina.
Dolió.
Dolió como operarse una muela sin anestesia. Hasta que te arrancaste la última costra de gusano, y cambiaste de ojos, y cambió tu corazón de domicilio.
Y mientras andás volando, los otros, los que no se atreven aún a arrancarse la piel para liberar sus alas, te tiran con piedras, con flechas, con botellas, para que no te conviertas en la prueba de su oscura cobardía.
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