martes, 21 de agosto de 2012

Entonces...

...la diferencia entre usted y yo es que las preguntas no las hago al viento. Me las hago a mí.

sábado, 11 de agosto de 2012

La diferencia entre el creativo y el obsesivo, el copado y el pelotudo. Un aporte a la semántica mundial.

De chiquita fui una niña con rasgos de pensamiento casi obsesivos. Era bastante solitaria, y gustaba de pensar, a manera de juego, ciertas cosas del mundo. Por ejemplo: cuando decimos amarillo, ¿todos vemos lo mismo? ¿o cada uno ve algo distinto (lo que para mí sería rojo, o celeste, o verde) y aprendió que eso que ve se llama amarillo? (éste juego en particular derivó del daltonismo de mi hermano). La combinación de colores, por ejemplo, se transformaba en un hecho totalmente subjetivo. Si al decir amarillo alguien ve un azul, y al decir naranja ve rojo, no se produce la misma impresión visual de la combinación de uno y otro. A ambas personas la misma combinación les produciría impresiones diferentes. De movida una sería clara y la otra oscura, por ejemplo. Y así me enroscaba largos ratos en pensamientos paradigmáticos.
Jamás lo verbalizaba, porque era chiquita pero no boluda, y sabía que a un adulto, esa línea de pensamiento le resultaría inquietante (bastaba ver los escándalos de madre cuando algo le daba miedo como para no hacer ningún movimiento).
Fui una pequeñuela sobreadaptada al entorno, y ejercité con total libertad la costumbre del pensamiento filosófico sentada en el balcón de mi casa. (N de la R:Aquilante pertenece a la misma raza anaranjada, por eso la amo, negra linda y peronista)
En mi adolescencia encontré en mis más entrañables amigos estos mismos rasgos de pensamiento analítico, y teníamos riquísimas noches en vela hablando de machismo y feminismo, de religión y ciencia, de las sutilezas de la física, en charlas al pedo, sin ninguna intención de cambiar el mundo, sino de comprenderlo. Nos hicimos hermanos en esas charlas, una familia estrecha de escudriñadores.

Con los años lo fui perfeccionando y aplicando a mi rama de la ciencia, que es la educación. Suelo pasar largos períodos desovillando discusiones presenciadas para comprender los conflictos en la comunicación. La capacidad simbólica del lenguaje, las representaciones a las que las palabras remiten, no son las mismas para todos a veces. Por eso el hablar no debe ser liviano, y la enseñanza de la lengua debe revestir un carácter anímico, una impresión para cada palabra, una imagen clara que revele su significado más allá de las interpretaciones personales. (Hoy desayuné fuerte parece... tengo una mañanita..)

Hoy in de morning, después de una nochecita bastante anímicamente amarga en cuanto a lo que se remite a mis experiencias con el género masculino (laputamadrequeloparió), me levanté enojadísima, pero en lugar de salir a prender fuego lo que tuviera a mano y hacer un muñeco vudú para que le duelan los huevos por el resto de su vida, me senté, me paré, canté hasta aflojar la ira y me puse a pensar en la semántica. En las cosas que uno dice y en qué sorongo es lo que comprende el otro de lo que escucha. Dónde es que se produce la contradicción en el lenguaje que hace que ambas partes no puedan compreeeeeeenderse (esto lo pensé con tonada cordobesa.)

Mientras trataba de pensar en el conflicto sin que se me siguiera cruzando la imagen de yo rompiéndole la guitarrita de mierda contra el suelo al grito de "ahora ya no te vas a poder hacer el banana con las minitas mintiendo temas del Flaco Spinetta", me di cuenta de que, rarísimo en mí, me había puesto un par de pantalones.

Yo soy mujer de polleras llevar.
Ando la vida en polleras de largos y vuelos diversos, vaporosas cuando ando feliz, ajustadas y rectas cuando me pinta la ponedora de límites.

Tengo puesto un pantalón. 
Y eso me lleva derecho a un pensamiento. Cuando hay que tomar una decisión y actuar en consecuencia aceptando todos los riesgos, cuando hay que hacer algo valiente y verdadero, cuando hay que poner un límite, se dice por acá que "hay que ponerse los pantalones".¿Qué significa ponerse los pantalones?

Me miro desde arriba hacia las piernas, camino, voy al chino en bicicleta montada dentro de un par de pantalones que se ajustan contra mí. La tela me hace sentir conciencia todo el tiempo de cómo se están moviendo mis piernas.
Vuelvo, me siento, canto y pienso otra vez en la frase.
Claro, me digo, cuando uno se pone los pantalones, como cuando tiene que tomar la decisión de ir hacia un camino o hacia otro, hay que pisar con conciencia de donde se pisa. Hay que sentir cada movimiento de las piernas para aprender el camino y presentir los pozos y las piedras en los tramos en donde no haya ninguna luz. Ese camino no es más que uno mismo y sus propias trampas. Sentir las piernas. Gobernar las piernas. Gobernar cada paso que se da, con total convicción, percibir el lugar que uno ocupa, el lugar en donde está parado.

Y sentada dentro de estos tutores de jean, voy a pasar el resto del día sintiendo dónde piso para cambiar la historia.
La mía, al menos, que no soy una mina pretensiosa.


En eso ando..

jueves, 9 de agosto de 2012

Retrospectivas pre primaverales (lo que despierta)

A veces extraño esos destellos.


Cuando sentada en un jardín repleto de colibríes, dialogando sobre lecturas me escuché decir "el conocimiento está ahí, a la mano. La sabiduría es vivir de acuerdo con ese conocimiento, hacerlo carne y obrar en consecuencia."
Y eso era antes o después de cantar completamente olvidada del mundo, oyendo las estrellas.


miércoles, 8 de agosto de 2012

Enanolandia

Agustín (8 años)
"Yo cuando sea grande no voy a tener novia, voy a ser soltero. Porque cuando tenés una novia le tenés que comprar la comidita, le tenés que comprar la ropita, y yo quiero la platita para mí solo".

Mora (8 años, hablando de su hermano de 12 que la molestó)
"Lo que pasa es que mi hermano está con eso del adolescente, ¿viste? ¿viste cómo se ponen los adolescentes? y bueno, está así. Y hace pavadas. De adolescente."

Dante (8 años)
Yo: -.. y cuando seas grande podés ser, qué se yo, médico, presidente..
Dante: - Yo cuando sea grande quiero ser jubilado. Voy al banco, cobro mi platita y me quedo tranquilo.

Milagros (8 años, levantando la mano en la charla matinal con cara de congoja)
"Yo hoy tengo un día difícil. Esta mañana mi hermano me dijo un montón de insultos, incluyendo gorda.."

Nicolás (8 años, en la ronda de deseos del festejo del cumpleaños de Gerónimo que tiene una dificultad motriz que le provoca movimientos espásticos)
Yo:- Tu turno Nico. ¿Cuál es el deseo que le regalás a Gero por su cumpleaños?
Nico:- (Feliz, con una sonrisa de oreja a oreja) ¡Yo le deseo que deje de temblar!

Lautaro (8 años, a sus padres que estaban discutiendo)
"Ustedes están muy nerviosos. Deberían tener más sexo."