domingo, 23 de diciembre de 2012

Al que nace barrigón.. (cuento número siete)

Había una vez una princesa que había leído muchos cuentos de hadas.
Su padre el rey le había contado que todo podía aprenderse en los libros, y la princesa leía y leía tratando de comprender el mundo y sus encantamientos.
Cuando le llegó el momento de elegir un esposo, conocedora de las artes oscuras, posó sus ojos en un batracio que habitaba el jardín, y su loco corazón la convenció de que era un bellísimo príncipe encantado.
Fue tras el para llevarlo a vivir a palacio y darle su amor incondicional hasta que el hechizo maléfico se disolviera a la luz de tan noble sentir, pero el sapo al verla venir, asustado, la emprendió a los saltos en franca huida.
Anduvo la princesa por nauseabundos pantanos, se perdió en noches oscuras, pateó enojada mil veces contra el suelo, volvió a encontrar el rastro del verrugoso prófugo verde y anduvieron tras él sin descanso su alma y sus piés.
Una mañana, después de una larga noche de correr sin descanso, la princesa llegó agotada hasta un claro en el pantano. Del otro lado del charco inmundo, un rayo de sol caía sobre el sapo.
Sintió su corazón muy cansado, le dolían las piernas, estaba sucia y despeinada, dolorida. Había corrido días y noches, con lluvia, con miedo, con ganas, con esperanza y alegría, con desesperación. Y cada vez, el sapo había escapado de su abrazo como de la peste.

Y a la luz de aquél luminoso rayo de sol vio la patética escena, tan distinta de las que había leído una y otra vez.

- No se puede desencantar a un príncipe que prefiere seguir siendo sapo- se dijo. Dió media vuelta y emprendió el camino de vuelta al castillo.

Después, con los libros de cuentos, prendió flor de fuego para el asado.



viernes, 21 de diciembre de 2012

Balanceo y alineación

Cuarenta.
Cuatro veces diez, ocho veces cinco, dos veces veinte.

Me gustan las vísperas más que los eventos, la vigilia de lo que se despide, el momento de vaciarse para llenarse otra vez.
Mañana, un día después del verano y del fin del mundo, renazco otra vez.

Cuarenta vueltas al calendario, cuarenta veranos, cuarenta navidades, cuarenta, y por esa A que se pronuncia  salgo como el viento.

Vengo de combatir dragones, de tener muchos miedos, de cruzar muchas puertas para encender muchas luces. Vengo de llorarme encima el mundo entero y sus ausencias, vengo de haber parido, de estar criando, de hacer en el mundo mi trabajo para cambiarlo y construirlo como lo sueño. Vengo dando la mano a muchas manos para que salten los precipicios que ya he saltado, con la fe intacta, el amor renovado, algunas plumas menos en las alas, bastante chamuscada, en paz conmigo, deponiendo las armas para darme un abrazo.

Allá voy, moviendo las caderas, porque mis días me los he ganado.

Gracias.
Feliz víspera de mi cumpleaños!








domingo, 16 de diciembre de 2012

Instantánea (polaroid de locura ordinaria)



Alguien nos toma esta foto.

Un ojo renacentista al que no logro comprender en su forma aunque juraría que conozco su esencia.
Veo doncellas y madonnas, hadas y querubines, en los jardines de otros tiempos, a través de su ojo fantasioso que sabe, como el mío, crear mundos donde hay desiertos, para que pueda su infancia habitar territorios más cálidos que los impuestos.

Yo no pude mirar, porque cuando veo su forma no lo encuentro, y me da miedo.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Real (y da)(d)

Ando caminando por la cornisa
dominando el aliento y el espacio
para llegar a salvo a la ventana
al puente
a la rama del árbol,
sentarme y segura apoyar la espalda.

Hay una verdad
a la mano, como el hilo de un globo
que la leve brisa del miedo más sutil empuja,
aleja de la cornisa que transito,
me hace subir el vértigo como bilis.

(El secreto es saltar de la cornisa
atrapar al fin el hilo
y confiar en el globo.)


domingo, 25 de noviembre de 2012

P, sss, ffffff

Quiero ser mariposa
que el gusano en el que habito, mute
que se respete el tiempo de mi crisálida
sin invadirla
sin perturbarla
sin hacer que pierdan sus aguas la calma

Quiero ser mariposa
y elevarme liviana en el aire
sabiendo que nací para eso
y subir y bajar sobre los patios
los jardines
los jazmines, las lavandas
las hojas del árbol de mi puerta

Quiero ser mariposa
ser de la raza de los colibríes
de las luciérnagas
de las cosas mágicas que vuelan
que pasan prontas, hermosas
y te distraen la mirada
de la ciencia ficción
a la duración eterna del momento inesperado

Quiero ser mariposa
y entregarme a volar
y a entregarme
antes de que llegue la noche
de que llegue la muerte

y volver a empezar.

Quiero ser mariposa





domingo, 18 de noviembre de 2012

Gente que suena (llamada de candombe 2012)

Para explicar lo que significa el día de la llamada para un alma candomberil solo encuentro la imagen del día en que se juega el clásico de un mundial de fútbol. A ese estado de ánimo fiestero compartido, quítenle lo competitivo. Si hablamos de candombe, hablamos de un fútbol de rabonas y gambetas, no de goles.

Soy ritualista, lo soy desde mi más tierna infancia. Me crié en una familia tribal hecha de lazos de amor y no de sangre, que hacía florecer mágicos domingos de reunión que siempre terminaban en fiesta. Aprendí de tanto ver, que una celebración es una comunión con los demas, que así florece la alegría, y que los pasos a dar van de uno en uno, y tienen mucho que ver con vivir en el alma esa fiesta que se quiere tener. 


Encontrarse es algo que lleva un tiempo, mientras uno se va sacando harapos de armadura y se deja tocar el corazón por el momento. Por eso el candombe no empieza cuando suena la madera; empieza mucho antes, alrededor del fuego.






La templada da el timbre agudo de los cueros y la charla que aviva su fuego afina el corazón como un violín. Corren el mate y los encuentros, las viejas canciones, todo lo que va dando alimento a las ganas de cantar con parches y maderas, de bailar como pez en un río detrás de la batea que al gozar toca las ganas de los cuerpos de bailar al compás.

El candombe es música de orillas, canción del río cuando baila, agua que se vuelve música, y hay que aprender a andar como el río para poder entenderlo. 




Hay tiempo para todo, lo sabemos. El fuego se hace esperar y por eso es bien recibido y convocante cuando llega por fin a dar inicio.





Afinados, contentos, encontrados en la charla y en los silencios, nos escuchamos con el cuerpo, y el candombe se ajusta y suena, porque tocamos lo que suena en el paso mismo que andamos. Me dan ganas todo el tiempo de bailar lo que sonamos, señal de que algo bueno va pasando.





La tarde era una fiesta de sonar y encontrarse, de abrazos desde los tiempos todos, desde la que fui, la que no fui, la que soy. Me quedaron las piernas con ganas de bailar eso que sube desde el asfalto cuando los golpes del tambor rebotan, y aprovecho una comparsa compañera para meterme detrás de su sonar como en un río. El cuerpo toma una velocidad crucero que no dispongo; la acato y la sigo. De pronto soy un pez, una hebra de mar, un alga bamboleando sus tallos en las ondas invisibles del movimiento eterno que guarda el agua. Ni pienso, ni canto, ni escucho, dejo que sea el vibrar el que me imprime el movimiento. Y ando sin agitar la respiración, arrastrada por la estela abierta que dejan los tambores al pasar abriendo surcos en el aire de la calle.


Brilla la luna creciente en el cielo cuando en San Telmo los últimos tambores arrancan su epopeya de ocho cuadras, tambores en manos de mujeres.














El amor, el dolor, la alegría, el placer, sólo me suceden cuando me pasan a través del cuerpo, cuando me atraviesan. La música (que es lo mismo que el amor) es la puerta, la experiencia por donde me entrego a lo que me atraviesa.









sábado, 17 de noviembre de 2012

Llamadas de candombe 2012

Voy a llamar con mi tambor por las calles de San Telmo. Voy al encuentro de un mar de gente que suena, que baila, que comulga con algo, que venera.
Voy a sonar con otros, a caminar cantando, a percutir bailando, a despertar lo que duerme debajo del asfalto, lo que duerme todavía en mí.
Voy a llamarme a grito de tambor para que la memoria no me falle y me recuerde antes que a nadie cada día.
Voy a poner el cuerpo y el alma a disposición del cielo para que me atraviese.






sábado, 10 de noviembre de 2012

Buen viaje




Entonces me senté en la cama y entendí como un balde de agua fría cuál era el encantamiento de mis días, dónde fue que quedó grabado que el amor era una distancia, una espera eterna de algo que nunca vendría, en esa ausencia tan presente de mi padre, un templario agigantado en el recuerdo que podía aparecer una tarde cualquiera en una esquina y alimentar más su ausencia con un abrazo siempre de partida.

Mi padre es un árbol nuevo que crece junto a la puerta de mi casa, y en la profunda raíz de ese encuentro yo me voy encontrando más cierta y más querida.

Preparo las velas para que el viento sople a mis espaldas y entregarme al rumbo que lleva mi vida.


Antigua bendición celta

Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano. Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente. Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron. Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles. Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día. Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado. Que nunca caiga el techo encima de ti y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan. Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta.
Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte. Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño. Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y el cielo te acoja. Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace. Que las bendiciones de San Patricio te contemplen. Que tus bolsillos estén pesados y tu corazón ligero. Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego, risas para que te consuelen aquellos a quienes amas, y que se colme tu corazón con todo lo que desees. Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve y te deje rico en bendiciones. Que no conozcas nada más que la felicidad. Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida, de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.
Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti y la lluvia caiga suave sobre tus campos

domingo, 4 de noviembre de 2012

Ajá

Voy entendiendo cómo funciona eso de que la vida no tiene ensayo, no hay posibilidad de predicción, no queda otra que arrojarse a sus aguas y tomarla toda, así como viene, minuto a minuto con la cabeza y el cuerpo en el mismo lugar.
Que cada encuentro tiene sentido cuando es un encuentro verdadero, con el corazón puesto en el pecho y las osadas ganas de dejarse modificar por la experiencia.

El arte, cualquier manifestación artística, debe estar limpio de egoicidades insatisfechas. El resultado no tiene nada que ver con el arte, porque el arte es experiencia, vivencia, debe ser algo vivo.

Veo un videíto del Ateneo Chilingo que empieza justo cuando Sueño con serpientes terminaba de salir de nuestras gargantas. Dani dice esto no lo ensayamos, porque si lo ensayamos, pierde sentido...

La creatividad florece cuando el alma está entregada a vivir la experiencia, cuando pierde noción de la mirada del afuera y se dedica a que algo suceda, a que algo se manifieste a través de su hacer, y conmueva las fibras de quienes lo realizan y quienes lo presencian.








miércoles, 24 de octubre de 2012

Diatriba en forma de poema (perdón Neruda)

Un tumor.
Una perla de qué dolores
de qué soledades
de qué abandonos
me tiene como ostra.
Las arenas del tiempo
de los días
reunidos en pequeña gota
no tan brillante
no tan radiante
ahí, en el cofre de una teta.

Todo está mal. No la salud (a dió gracias), que hoy hay remedio químico para tanta cosa.
Todo lo andado está mal.

Me siento en los días que hoy transcurren
a pensar
de qué va la cosa
a sacar del medio gente venenosa
a limpiar de un plumazo
la mala costumbre
de quedarme donde no me llaman
donde no me quieren
donde no me abrazan
donde no me piden que me quede.

Juana de Arco por vocación
inmolándose
sin necesidad
sin requerimiento
por la sola vocación de mártir
de santa
a tiempo se descubre caminando sobre brasas
que eran para el asado
no para el sacrificio.

Mal aprendí que el amor es dolor y es distancia
es padecer, es obsesión,
que si no duele, no es amor.

Mal aprendí
que hay que dejarse la vida
en cualquier causa
menos en la vida misma.

Me miro en el espejo.
Me miro en mi tarea.
Miro mi miedo de que ya no me quieran.

Cuando creía que todo lo hacía por amor
lo estaba confundiendo con desesperación.

Entonces
que se vayan todos a la mierda
menos yo.

Y ahora todo el tiempo es mío
mientras aprendo cómo es
no querer ser la mejor.
Y me enojo
con o sin razón
y puteo
y doy portazos
y empujo y pego y ladro
como nunca
viendo como se siente
que no te importe
si te van a querer o no.

Quiero ser ostra
de perlas mejores
que un tumor.


lunes, 8 de octubre de 2012

Neverland tiene que cambiar de nombre. Los 17 de Porfinland: suena la Chilinga

(Era un cuatro de octubre de un tiempo de intensidades desmedidas y pruebas del valor a la vuelta de la esquina.
La luz de mi tribu es tan intensa como intensa y profunda es su oscuridad. Un pueblo de rotos y perdidos, de sueños químicamente provocados y estados alterados, en donde florecen la magia y los demonios.
Mi enfermedad.
Yo no sé bien qué caminos son los míos, ni por qué somos ni quiénes fuimos, todavía no puedo saber bien quién soy ahí, qué soy ahí, qué sitio debería tener que no lo encuentro.
El me pidió muchas veces que llenara la escuela de niños, y creo que apenas ahora lo voy comprendiendo.)

Para celebrar los 17 años, la Chilinga vuelve a actuar en el teatro Ateneo.
Somos nosotros mismos los que llenamos las 600 butacas del teatro. Son nuestras madres, nuestros primos, los pibes del barrio, los que recién empiezan, los vecinos, no hay nadie que venga de un público genuino. Somos miles, un universo pequeño con sus propias estrellas y sus propios rituales; un antiguo pueblo orgiástico y guerrero de algún tiempo mítico.
A mí todo el evento me parece como una gran raviolada en familia, como siempre que ando con ellos, y ando por ahí con ese nivel de relajación, la gente me hace de telón de fondo. Hemos jugado entre nosotros de maneras increíbles en escenarios impensados, faltándole el respeto a lo solemne, haciendo magia. La hemos jiponeado como en cualquier garage en el Konex, en el BAFIM, teloneando a Arbolito y en el mismísimo Luna Park en el congreso de la JP, el último con Néstor vivo, recién operadito, con dos mil personas coreando "hasta siempre comandante", saltando repletos de adrenalina.

Mi vida este año fue una centrifugadora, me dio todas las patadas de karate posibles hasta tenerme sintiendo que estoy en alguna clase de época de parciales (me parece escuchar alguna voz burlona diciendo ¿así que decís que aprendiste? vamos a ver..)

A los jipis yo siempre les escapo, siempre les tuve miedo.
Cada uno de ellos me refleja.
Sus vidas, sus decisiones, el estropicio que hacen con esos cuerpos que cuando bajan música emanan tanta luz, y cómo vuelven luego a la oscuridad más proporcional.

Este año la cuota era suficiente como para dejarme sin la energía necesaria para ir a meter la cabeza en el reino de Marte. Lo que para ellos es un estado natural a mí me remite a la casa de mi infancia en donde mis padres pasaban todo el puto día discutiendo por encima de mi cabeza. Todavía no me era posible reírme de ellos, no en este tiempo.
Jueves, teatro ateneo.
Ya no siento ninguna desesperación de que me quieran. Ahora voy a encontrarme con ellos, porque me encontré mucho en estos tiempos de desespera.
Siento que les debo algo, que algo tengo que darles, que tengo que entregarme a quererlos así, oscuros, quejosos, malhumorados, peleadores, desagradecidos, caprichosos, crueles, desamorados.
Porque son como un pueblo encantado al que hay que amar en su forma de sapo para que se vuelva príncipe.

Peter les grita a todos (esta vez me salvo porque está conmovido conmigo, ya se le pasará..), los trata a todos de pelotudos, quiere que le leamos el pensamiento y adivinemos qué estrofa está queriendo escuchar, cambia todos los arreglos que hizo, mira con los ojos como puñales, la liga el pibe de la armónica que encima vino de invitado especial. 

Hay doscientos ochenta chilingos deambulando por todos los pasillos del teatro Ateneo, una humareda insufrible de orígenes diversos, botellas recortadas repletas del elixir de la guerra (el ferné es lo que les da el coraje), y de pronto se hace un agujerito en el tiempo en el camarín de Peter Pan. El tiene sus botellas de lujo, el espejo grande tomado por las de siempre, las más antiguas, las que ahora dirigen las distintas batutas. Somos todas ahí con él y de repente su guitarra, como si afuera nada pasara, como en una carpa en el desierto, la noche antes de que empiece la guerra. 


Lo que puede el sentimiento
no lo ha podido el saber,
ni el mas claro proceder
ni el mas ancho pensamiento
todo lo cambia el momento

cual mago condescendiente,
nos aleja dulcemente
de rencores y violencias
solo el amor con su ciencia
nos vuelve tan inocentes

Se va enredando, enredando
como en el muro la hiedra
y va brotando, brotando
como el musguito en la piedra
como el musguito en la piedra, ay si, si, si



Entonces la puerta se abre y el mundo se cuela invadiendo el silencio, llamándonos de nuevo al lugar que hay que ocupar.





A construir el lugar que quiero encontrar.




martes, 21 de agosto de 2012

Entonces...

...la diferencia entre usted y yo es que las preguntas no las hago al viento. Me las hago a mí.

sábado, 11 de agosto de 2012

La diferencia entre el creativo y el obsesivo, el copado y el pelotudo. Un aporte a la semántica mundial.

De chiquita fui una niña con rasgos de pensamiento casi obsesivos. Era bastante solitaria, y gustaba de pensar, a manera de juego, ciertas cosas del mundo. Por ejemplo: cuando decimos amarillo, ¿todos vemos lo mismo? ¿o cada uno ve algo distinto (lo que para mí sería rojo, o celeste, o verde) y aprendió que eso que ve se llama amarillo? (éste juego en particular derivó del daltonismo de mi hermano). La combinación de colores, por ejemplo, se transformaba en un hecho totalmente subjetivo. Si al decir amarillo alguien ve un azul, y al decir naranja ve rojo, no se produce la misma impresión visual de la combinación de uno y otro. A ambas personas la misma combinación les produciría impresiones diferentes. De movida una sería clara y la otra oscura, por ejemplo. Y así me enroscaba largos ratos en pensamientos paradigmáticos.
Jamás lo verbalizaba, porque era chiquita pero no boluda, y sabía que a un adulto, esa línea de pensamiento le resultaría inquietante (bastaba ver los escándalos de madre cuando algo le daba miedo como para no hacer ningún movimiento).
Fui una pequeñuela sobreadaptada al entorno, y ejercité con total libertad la costumbre del pensamiento filosófico sentada en el balcón de mi casa. (N de la R:Aquilante pertenece a la misma raza anaranjada, por eso la amo, negra linda y peronista)
En mi adolescencia encontré en mis más entrañables amigos estos mismos rasgos de pensamiento analítico, y teníamos riquísimas noches en vela hablando de machismo y feminismo, de religión y ciencia, de las sutilezas de la física, en charlas al pedo, sin ninguna intención de cambiar el mundo, sino de comprenderlo. Nos hicimos hermanos en esas charlas, una familia estrecha de escudriñadores.

Con los años lo fui perfeccionando y aplicando a mi rama de la ciencia, que es la educación. Suelo pasar largos períodos desovillando discusiones presenciadas para comprender los conflictos en la comunicación. La capacidad simbólica del lenguaje, las representaciones a las que las palabras remiten, no son las mismas para todos a veces. Por eso el hablar no debe ser liviano, y la enseñanza de la lengua debe revestir un carácter anímico, una impresión para cada palabra, una imagen clara que revele su significado más allá de las interpretaciones personales. (Hoy desayuné fuerte parece... tengo una mañanita..)

Hoy in de morning, después de una nochecita bastante anímicamente amarga en cuanto a lo que se remite a mis experiencias con el género masculino (laputamadrequeloparió), me levanté enojadísima, pero en lugar de salir a prender fuego lo que tuviera a mano y hacer un muñeco vudú para que le duelan los huevos por el resto de su vida, me senté, me paré, canté hasta aflojar la ira y me puse a pensar en la semántica. En las cosas que uno dice y en qué sorongo es lo que comprende el otro de lo que escucha. Dónde es que se produce la contradicción en el lenguaje que hace que ambas partes no puedan compreeeeeeenderse (esto lo pensé con tonada cordobesa.)

Mientras trataba de pensar en el conflicto sin que se me siguiera cruzando la imagen de yo rompiéndole la guitarrita de mierda contra el suelo al grito de "ahora ya no te vas a poder hacer el banana con las minitas mintiendo temas del Flaco Spinetta", me di cuenta de que, rarísimo en mí, me había puesto un par de pantalones.

Yo soy mujer de polleras llevar.
Ando la vida en polleras de largos y vuelos diversos, vaporosas cuando ando feliz, ajustadas y rectas cuando me pinta la ponedora de límites.

Tengo puesto un pantalón. 
Y eso me lleva derecho a un pensamiento. Cuando hay que tomar una decisión y actuar en consecuencia aceptando todos los riesgos, cuando hay que hacer algo valiente y verdadero, cuando hay que poner un límite, se dice por acá que "hay que ponerse los pantalones".¿Qué significa ponerse los pantalones?

Me miro desde arriba hacia las piernas, camino, voy al chino en bicicleta montada dentro de un par de pantalones que se ajustan contra mí. La tela me hace sentir conciencia todo el tiempo de cómo se están moviendo mis piernas.
Vuelvo, me siento, canto y pienso otra vez en la frase.
Claro, me digo, cuando uno se pone los pantalones, como cuando tiene que tomar la decisión de ir hacia un camino o hacia otro, hay que pisar con conciencia de donde se pisa. Hay que sentir cada movimiento de las piernas para aprender el camino y presentir los pozos y las piedras en los tramos en donde no haya ninguna luz. Ese camino no es más que uno mismo y sus propias trampas. Sentir las piernas. Gobernar las piernas. Gobernar cada paso que se da, con total convicción, percibir el lugar que uno ocupa, el lugar en donde está parado.

Y sentada dentro de estos tutores de jean, voy a pasar el resto del día sintiendo dónde piso para cambiar la historia.
La mía, al menos, que no soy una mina pretensiosa.


En eso ando..

jueves, 9 de agosto de 2012

Retrospectivas pre primaverales (lo que despierta)

A veces extraño esos destellos.


Cuando sentada en un jardín repleto de colibríes, dialogando sobre lecturas me escuché decir "el conocimiento está ahí, a la mano. La sabiduría es vivir de acuerdo con ese conocimiento, hacerlo carne y obrar en consecuencia."
Y eso era antes o después de cantar completamente olvidada del mundo, oyendo las estrellas.


miércoles, 8 de agosto de 2012

Enanolandia

Agustín (8 años)
"Yo cuando sea grande no voy a tener novia, voy a ser soltero. Porque cuando tenés una novia le tenés que comprar la comidita, le tenés que comprar la ropita, y yo quiero la platita para mí solo".

Mora (8 años, hablando de su hermano de 12 que la molestó)
"Lo que pasa es que mi hermano está con eso del adolescente, ¿viste? ¿viste cómo se ponen los adolescentes? y bueno, está así. Y hace pavadas. De adolescente."

Dante (8 años)
Yo: -.. y cuando seas grande podés ser, qué se yo, médico, presidente..
Dante: - Yo cuando sea grande quiero ser jubilado. Voy al banco, cobro mi platita y me quedo tranquilo.

Milagros (8 años, levantando la mano en la charla matinal con cara de congoja)
"Yo hoy tengo un día difícil. Esta mañana mi hermano me dijo un montón de insultos, incluyendo gorda.."

Nicolás (8 años, en la ronda de deseos del festejo del cumpleaños de Gerónimo que tiene una dificultad motriz que le provoca movimientos espásticos)
Yo:- Tu turno Nico. ¿Cuál es el deseo que le regalás a Gero por su cumpleaños?
Nico:- (Feliz, con una sonrisa de oreja a oreja) ¡Yo le deseo que deje de temblar!

Lautaro (8 años, a sus padres que estaban discutiendo)
"Ustedes están muy nerviosos. Deberían tener más sexo."




martes, 31 de julio de 2012

Pensamientos que navegan después de una conversación en donde yo ví y el otro no podía mirarme.

Por miedo rompemos
por miedo escapamos
por miedo no hacemos
no decimos
no miramos.
El miedo nos ata las manos
las piernas
la lengua
sube y detiene las palabras.
El extremo del miedo es la locura.

Y yo pienso que igual, hagamos lo que hagamos, un día todos, absolutamente todos, moriremos inevitablemente.
Si no hemos dejado en el mundo lo que traíamos para cambiarlo, ni vivir ni morir habrán servido de nada.


Y comprendiendo la inevitabilidad tan cierta de la muerte, entregarme por fin a todo lo inevitable, dejando que sea el curso de las cosas el río que transporta mi existencia, y soltar toda la fuerza dando pelea en el momento justo en que la ola me elevará por encima del aire para ser todo impulso, todo voluntad de trascender la ilusión para saberme plenamente nada más que una chispa de luz en la edad del tiempo.

Porque amo a la vida y al mundo con la intensidad del que sabe que un día va a tener que partir es que puedo cambiarlo.


lunes, 23 de julio de 2012

Vida tribal

La vida de uno podría compararse con lo que sucede con el arte.
Están los que pintan
y los que plasman lo vivo en la pintura
Están los que tocan
y los que entregan su alma a la música
Están los que bailan
y los que se dejan invadir el cuerpo por lo que vibra
Están los que cantan
y los que se vuelven canción
Están los que ensayan toda la vida
y están los que viven

Un encuentro es algo mágico.

Debajo del cartel de COTO va cayendo la tarde de invierno y unas cuantas manos peludas apilan las maderas que serán fuego mientras la mitad femenina se agrupa al sol escueto del invierno, rodando tabaco y mate, reproduciendo el círculo. Cuando el sol por fin hace abandono de cielo y arde el fuego, los tambores se templan y se templan las almas.






 Empiezan a brotar ahí, acá, rondas de palmas, de cuerpos que danzan, de canciones, de tambores, de mate y de charla, todo a la vez pero en tiempos distintos, alrededor del fuego florecen los círculos espantando el frío, calentando el corazón.





 
Sentada ahí en el cordón de la vereda asisto a la celebración de algo, de todo junto. Y canto, y toco, y bailo, y cantamos, y tocamos, y bailamos.




Cuando me voy soy más la misma que cuando llegué, pero he cambiado.

Algo entregué y algo recibí de todas ellas, de todos ellos.


Algo que imprimimos mutuamente en los cuerpos con la palmada en la espalda que sella el abrazo de despedida.


Así mismo, de esa misma forma, quiero viajar por cada día de toda mi vida.

jueves, 19 de julio de 2012

Leyenda (cuento número seis)

En las Tierras del Este, cuando los tiempos todavía no eran tiempos, bajó una estrella.
Las Mujeres de piés de barro, corazón de fuego y cabeza de cielo la acunaron y resplandeció su luz. Fue venerada, escrita por poetas, cantada por voces prodigiosas, amada y odiada con el mismo ardor.
Cuando llegó el tiempo, las Mujeres de piés de barro, corazón de fuego y cabeza de cielo la posaron sobre la Tierra, y la estrellá echó raíz.
Lentamente sus hilos luminosos encontraron camino entre terrones y secretos, y alguna de sus puntas llegó hasta el mar.
El agua habla el idioma de la luna y las estrellas, escuchó la canción que sonaba en la raíz, y todo el mar se estremeció con aquella música del cielo. Las sirenas encontraron allí su canto, y surcaron los mares hasta las Tierras del Poniente, y en sus costas amables cantaron a cada grano de arena la canción de la estrella.
Así fue la voz hecha palabra penetrando de la arena a la tierra, inundando las napas, alimentando las raíces, trepando por el tallo hasta la flor.
Entonces, un día, en las lejanas tierras en donde se duerme el sol, emergiendo como un milagro, quebrando la tierra a su paso, iluminando la noche oscura, del suelo nació una estrella.
 


sábado, 30 de junio de 2012

Burbuja musical, estrella (nos vemos en septiembre)

Una capucha, un nido, una crisálida, un silencio donde no puedas entrar a perturbarme, a sacudir mis aguas, a quitarme la mansedad que logro cuando cierro ese campo donde se filtra una electricidad que duele.
Canto y me envuelvo, y también me comparto con el resto pero esta vez te ignoro.
Que mueras en mí para morir en vos por fin.
Y resucitar yo misma.


domingo, 24 de junio de 2012

Cómo se viene el inviernito este...

¿Cuál sería en la vida el aliento helado de la muerte? El miedo a que el otro nos olvide.
Morir en el otro.
Por eso no soltamos.
No soportamos ver en el otro nuestra propia muerte.
¿Qué pasaría entonces si uno se amigara en vida con su propia muerte?
Te la tiro para que la vayas pensando, nomás..

Crianza(s)

Ando poseída por Libertad Lamarque, Lolita Torres y La novicia rebelde juntas. Todo eso da el resultado de una especie de Mary Poppins pero de colores encendidos, que anda cantando todo el santo día.
Descubrí en el cantar una canilla. A veces de adentro hacia afuera. A veces desde arriba hasta el centro. Canto en un coro, canto con una soprano que hace un círculo de canto de mujeres, canto adelante de la estufa, en las rondas de candombe, en las reuniones que florecen después de una fiesta en una esquina.
Canto en las casas de mis amigas, de mis amigos, canto cuando algo me golpeó y lo suelto en el aire convertido en un pájaro.
Y ese frenesí que me tiene curando con la voz, también se llueve en la escuela, empapando la jornada.

Ando con los niños cantando por los pasillos cada vez que vamos, cantando cuando pintan o dibujan, cuando tejen, cuando bailan la ronda.
Andamos por mi culpa con sobredosis de canto.

Ellos, como mi china, comparten mi humor chachachesco, ridículo, constante, de ver lo dramático y reírse, de ver lo ridículo y, al burlarse, evidenciarlo para reír juntos con ganas de nosotros mismos.

La mañana de ayer arrancó con el bálsamo del canto desde temprano. El saludo a la Tierra y al Sol, la canción de la semilla, el vals de la orquesta para aprender la tabla del 3, y cuando se armó la fila para ir rumbo a la clase y me planté capitán con la consigna de ir cantando hasta el salón, ví en sus caras ese gesto mío de "aflojá por favor con la cantata". Tentada de risa, les dí libertad para elegir qué cantar. Y en vez de todas las tiernas canciones de farolitos, soles y campanitas, arrancaron al unísono con la canción màs pedorra de Piñón Fijo y a mí la carcajada se me soltó como una bruja, y dando media vuelta, acatando el basta de melosidad que nos da náuseas, encabecé la marcha al trabajo cantando con ellos Chuchu uá.


domingo, 17 de junio de 2012

Ch' iwipacha

Ocho pasos atrás, uno adelante, dos a la izquierda, recalculando.
Una frenada, una pausa, un cruce, una clase magistral, un sacrificio, una risa de mí, una risa con ellos, una risa con él, un desencuentro y un encuentro otra vez, tibiecito, cotidiano, como pan de cada día, en algún rincón de la diaria jornada, por un solo camino, de una sola manera, con la paciencia que florece de disfrutar la tarea.

Averiguando quién soy mientras sé que llegará la primavera.


domingo, 10 de junio de 2012

En otras vidas fui sirena, soldado templario, alguna Juana, monja de clausura, caballero leal, reina madre, bruja solitaria, mujer sacrificada, hombre sabio.
O tal vez fui todas esas vidas en esta.
Alguna vez tuviste una época en la que varias de tus pesadillas de la vida se iban concretando violentamente frente a tu nariz, de a una en fila? si querés, te cuento..

miércoles, 6 de junio de 2012

Yo voy con mi farolito II

Hoy andaba en bicicleta debajo del aguanieve casi llovizna.
La nariz me pinchaba de frío, las mejillas rojas de pedalear contra el viento, soplando humo como un dragón en pausa.
Adelante el cielo era un dibujo de nubes sobre nubes, blancos y grises, y cada tanto una esperanza celeste.
Pensé en el maestro Martín, en el sentido del humor que comparto con él, y así mirando el cielo, pensé en mi viejo.
¿Por qué no pudimos ser esos que se reían juntos, esos que hacían los mismos chistes, papá? le pregunto mientras imagino con él esas risas que tengo con el maestro.
Me pasó una nostalgia finita que me hizo llorar un poco más de lo que me estaba haciendo lagrimear el frío. La ola de calor esa que provocan la tristeza, o el dolor, esa que sube por la garganta y sale por los ojos de a gotas.


De pronto pienso en ese que ahora me ocupa el pensamiento haciéndome florecer verdades sobre mí misma, ese con el que me pongo a prueba todo el tiempo. Recuerdo una escena nuestra bizarra e hilarante en donde me mostró mi gen dramático asturiano y ese gusto morboso por el dolor, y me reí a carcajadas de mí misma.
Mi vida con el varón ha sido.. un quilombo importante.
Yo con el varón fuí un quilombo importante.
No quiero más. De esa versión de mí no quiero más.
Siento que voy manejando un Scania por Panamericana y quiero agarrar la salida, el atajo correcto para cambiar la historia de siempre, para siempre.
Nunca más enterrar los sueños y la alegría. Hacerla florecer en el encuentro.
Permitir que se de cada encuentro naturalmente como se da respirar. Ser yo siempre la misma yo en todas las que soy. Vivir en la serenidad de andar más que estar pensando por dónde ir.
Y mientras tanto, y a consecuencia, y por sobre todo, la vida, eso que yo puedo dejar en el mundo, lo aprendido.
Y todo lo que hago, hacerlo por amor.
Y todo lo que no hago, no hacerlo por amor.

Seguir creyendo en las revoluciones.
En eso ando.




domingo, 3 de junio de 2012

Tiempo de siembra

Tiempo de silencio. De ir rumbo al invierno a madurar lo vivido, el fuego de la próxima semilla.
Tiempo de siembra, de frío, de noches largas con fuegos, de largas noches oscuras.
Tiempo de plantar la semilla de lo que quiero ver crecer en primavera, de la que puedo ser.
Tiempo de batallas peleadas a brazo partido en el agitado mundo de mi corazón, de retiradas interrumpidas, de muertes que suspenden en el aire la vida toda en una burbuja de tiempo.
Tiempo de elegir la vida que decido, y decidir lo que elijo, sacando de la tierra los yuyos que no prosperarán y entorpecen el camino.
Tiempo de sembrar palabras verdaderas y limpiar de tonterías el aire que respiro.




domingo, 27 de mayo de 2012

Quedándote o yéndote







Y deberás plantar 
y ver así la flor nacer


















y deberás crear
si quieres ver a tu tierra en paz
el sol empuja con su luz
el cielo brilla renovando la vida


y deberás amar
amar, amar hasta morir
y deberás crecer
sabiendo reir y llorar

la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma


de ti saldrá la luz
tan sólo así serás feliz
y deberás luchar
si quieres descubrir la fe









la lluvia borra la maldad
y lava todas las heridas de tu alma






este agua lleva en sí
la fuerza del fuego
la voz que responde por tí
por mí
 


y esto será siempre así
quedándote o yéndote

 y esto será siempre así
quedándote o yéndote


quedándote o yéndote.









domingo, 13 de mayo de 2012

La vida es en gerundio

Si, yo también espero.
Siento la incomodidad de los curiosos, la inquietud de los aún no satisfechos.
Espero.
Otros dirán que acecho.
Espero el momento de ese suceso que le dará el sentido a todo el camino andado.
Pero yo no soy Penélope detenida en el tiempo, incapaz de salir a ir el mundo por todas partes para esperar buscando, oliendo el aire, durmiendo bajo las estrellas, cantando con las sirenas en las noches profundas, mezclándose de olores con los otros olores de la Tierra.
Alguna vez estuve detenida en puertos equivocados, mirando el horizonte con la lana en las manos.
Comprendí que a nada que nos detenga en el tiempo vale la pena esperarlo.
Y en eso ando.

PD: (Pocha querida, cada vez que escucho tu voz y la promesa de volver a ser canciones y vino, tengo más ganas de seguir andando)



sábado, 28 de abril de 2012

Con la potencia de ser semilla, voy a esperar que llegue la primavera.

viernes, 27 de abril de 2012

Ayúdame a mirar

Se fue.
Ahora que por fin despegó de la Tierra, yo lo siento más cerca.

Con su vida y con su muerte puedo ver cosas de mí que no veía.

La soledad inmensa de saber que nadie está sintiendo lo que por adentro nos vibra, y cruzar el umbral de la soledad que aprieta hasta sentirse por fin parte del universo.

A veces lo recuerdo y a veces todavía lo olvido.

Transitar la vida sin ninguna expectativa, pisando cada paso con alma y vida. Y después andar sin recuerdos, pero con la ganancia de la sabiduría que toda vivencia tiene y convida.

Desterrar la anécdota, quedarse con lo esencial, claro y visible a los ojos del alma.

Soltar todo y largarse, entregarse a lo inevitable sin posturas ni prevenciones, con el cuerpo flojo y el corazón al mando.

Ir practicando la muerte en las pequeñas muertes de cada día, silenciosas y cotidianas, necesarias para que se recicle la vida.

Yo quiero saltar a vivirla.

domingo, 22 de abril de 2012

Papá cumple 70 años


Papá cumple setenta años.

Setenta años es la edad de los abuelos.. nunca pensé que papá cumpliría setenta años.

He sufrido su abandono durante toda mi vida.
Siempre tuve abierta la herida de que no hubiera peleado por mí, de que hubiera capitulado tan fácilmente en la batalla que nos tenía de rehenes a mí y a mi hermano.

Papá cumple setenta años.
No ha sido el mejor padre, pero es el único que he tenido. Sé que me amó.
Y no dejé ni un minuto de amarlo.

Atravesando el dolor, papá se volvió el extremo del ermitaño, y a mí me dolía el alma de ver en sus ojos las palabras imposibles, las aventuras nunca plasmadas, el brillo de los niños perdidos que agonizan detrás de los corazones rotos, de los sueños robados.


Papá me dio los dioses. Me dio los remedios para combatir la desesperación y el desamparo.
Me explicó que todo lo que quiero saber puedo buscarlo en los libros.
Me enseñó que hay que saber hacer cosas con las manos.

Papá es una de cal y una de arena, una carta cruzando la distancia del silencio, un silencio que aumenta las distancias, lo que fuí.

Voy a ir a visitar a papá para su cumpleaños, después de cinco largos años de apenas uno que otro llamado. Voy a ir a decirle que ahora me gustaría verlo perder la nostalgia de obediente monaguillo de domingo, que ya no hay nada que perder y todavía hay tiempo de volverse atrevido.

Que quiero que me desencante de una vez para que definitivamente yo deje de esperar.

Papá cumple setenta años.
Llego a su puerta y me dicen que está internado.

Papá en la camilla de un hospital, tan viejo, tan descolorido y apagado, tanto dolor hay en su pecho.
Papá no puede hablar, está deshidratado. Dos infecciones lo tienen cercado.
Pongo mis dos manos en su costado izquierdo, sobre su camisa a cuadros. Y no puedo más que ponerle las manos y mirar esa cara en donde parece ya no estar, los labios amoratados y la nariz fina y respingada, el rostro de mi abuela.

-Ponele las manos en la piel- dice mi tía. - La piel de los hijos..- y no puedo escuchar el resto porque tengo las manos puestas en decirle a su corazón que todo está bien, que estamos a mano, que lo amo.
Entreabre los ojos y me mira. Algo nos decimos con los ojos papá y yo, algo intercambiamos.

Estamos en paz.

- Andá, esto está lleno de bichos.. andate para casa. Después nos vemos- me dice moviendo apenas la boca enflaquecida.

Y yo le creo.

sábado, 14 de abril de 2012

..que bailar es soñar con los piés.





Domingo de pascua, tarde que se hace noche en la plaza donde se juntan los tambores. Sentados en ronda mirando el fuego, como siempre fue cuando reinaban las tribus, unas y otros vamos amasando el nuevo espacio.

En estos tiempos de rumiarme para cazar mis bichos, ando buscando estar cuerpo, alma y mente al mismo tiempo en el mismo lugar, ahí, sucediendo. Me volví militante de los encuentros verdaderos, esos cuando unas y otros se dedican a ser quienes son, decir y ser su verdad, sin pensar demasiado en ninguna consecuencia. Esos encuentros en que las almas se sintonizan y dejan que las cosas ocurran, esos que permiten que nos vayamos volviendo cada vez más nosotros mismos.

En la ronda las palabras van saliendo de los corazones y el espacio se dibuja cada vez más cercano a lo que tantas veces me escuché pedir al tiempo. Se escucha lo que suena en las voces que hablan, se reparten cataplasmas para los miedos. Unos fueron dando lo que entendieron que los otros venían pidiendo, y a jugar por jugar sin tener que morir o matar.

Dejé mi tambor y salí bailando ese candombe que entiendo, esa libertad que sucede dentro, esa que ningún grillete, ninguna prohibición, ninguna ley puede coartar. Esa música de agua subiendo por las piernas como olas que agitan el alma y las caderas. Bailé por la plaza junto a las otras, los tambores empujando piernas y brazos desde atrás.

La sabrosura se nos quedó a unos cuantos, y un rato después del final oficial del gran encuentro, se armó como un abrazo otra vez la ronda y unos tantos nos encontramos de nuevo. Yo encontré otra voz y fuimos dos cantando, completando la música con palabras, mientras la luna enorme, blanquísima, casi llena, se asomaba entre las copas del cielo de Munro.
La noche fue una fiesta.

Vuelvo a casa y leo en algún lado: Hay que dejar que los milagros sucedan.

jueves, 5 de abril de 2012

Enlazador de mundos

Ayer, llevada en andas por esta ola de autoentusiasmo y enmimismamiento, me regalé una tarde increíble de discipulazgo con un maestro de maestros que anidó en mi escuela, uno de esos seres con los que da gusto estar en actitud de esponja.

La cita era seis y media de la tarde en su casa generosa y verde, en su estudio de madera construido por sus manos, repleto de libros y de instrumentos musicales.

Para semejante merienda de conocimiento, me puse en marcha al salir de la escuela, rodando por las calles de Florida, atravesando Olivos y Martínez para recalar en Villa Adelina, un paseíto en bici de tres kilómetros, ponéle.

Así como ando, en este estado de noviazgo con la vida, ni pasé por la radio ni la tele ni el diario ni la preocupación de anticipar el clima. No llegó hasta mí más pronóstico que las mullidas nubes que admiraron mis propios e ignorantes ojos.
El comentario costumbrista de algún papá en la salida, sobre augurios de granizo y tormenta, fue la única referencia climatológica del día, y la desestimé como a una superstición.

Mi tarde en Villa Adelina era una gloria, el mate iba y venía, los bizcochos dulces y los cuentos del maestro, la risa que me arrancan sus observaciones; me volvían al cuerpo las tardes con mi abuela escuchando y aprendiendo, aprendiendo algo intangible, esas cosas que van derecho al alma y se vuelven aroma o color.

En la casita de madera el tiempo era otro; las apreciaciones sobre el conocimiento, las anécdotas, las tramas, las historias, los niños, sus principios, la nobleza de sus gestos, su generosidad, su saber criollito y profundo, el mate, los bizcochos, los cuadernos y nosotros en el suelo, el relato de sus historias, de su trabajo. El viento que lo agitaba todo no me sonaba tan intenso como la certeza de las palabras del maestro Martín.

Con medio año organizado en la cabeza, la serena felicidad de saber que ando un buen camino y la alegría de haber vuelto a un lugar que me gusta, decidí que una lluvia no iba a detener mis ganas de irme con el alma sintiendo que el encuentro ya había terminado, que quería poner en marcha esas ganas de movimiento que me daba la alegría.

La lluvia era una cortina, y eran tan finas las gotas que nunca dejó de ser una caricia.
Llamé a mi ángel de la guarda (costumbres incuestionables que se sembraron en mi infancia) y me entregué a lo inevitable, como vengo haciendo casi gimnásticamente. A las diez cuadras canté bajo la lluvia a voz en cuello, y mi voz se escuchaba, y la lluvia era una manta.

El camino se volvió lo justamente variado como para ser un paseo, y fue directo. Nunca hubo amenazas de ramas ni rayos amedrentadores, y pasé por ríos y lagunas de cemento, cantando, cantando a voz en cuello.

A medio camino sobrevino la risa de estar haciendo algo placentero.

Mi casa me esperaba detrás del túnel de robles todavía verdes de la calle que más quiero, dejé toda la ropa formando una laguna al lado de mi puerta y me envolví para que en el cuerpo se me quedara el agua recién caida del cielo.

Hoy veo las fotos de los árboles arrancados en Buenos Aires, oigo de los quince muertos, los autos estrellados, las paredes volteadas, y me pregunto por dónde anduve yo anoche que me acariciaron tanto el agua y el viento..


lunes, 2 de abril de 2012

Había una vez (cuento número cinco)


Había una vez una princesa que caminaba siempre detrás de su corazón.
El corazón era un gran caminador. Se subía a las manos de la gente y la princesa decía mi corazón está en tus manos, y era cierto. Alguna gente se lo pedía, porque era en verdad un corazón muy hermoso, y la princesa decía te entrego mi corazón mientras se los daba, y era cierto.

Había una vez una princesa que caminaba siempre detrás de su corazón, porque su corazón siempre estaba fuera de ella.
El día que el corazón por fin se metio dentro de su pecho, dando un gran suspiro, la hermosa princesa por fin pudo sentarse y contemplar.

domingo, 1 de abril de 2012

Cita





Ayer me levanté pensando lo fácil que siempre me he cambiado por cualquiera, lo simple que me fue borrarme del mapa. Una educación bien orquestada en torno de tener que cambiar todo lo posible para ser lo que el otro espera. O lo que uno supone que el otro espera, más bien..
Vengo buscando con paciencia los bichos que me metió la mátrix para sacarlos con la sopapa limpiadora y dejar de funcionar desde lugares tan horripilantes y bien aprendidos.

Durante todo el día el desafío fue que mi cabeza estuviera en el momento presente, ahí mismo donde estaba mi cuerpo y mi atención, como cuando era chica y jugar era una tarea que me demandaba cuerpo y alma, porque todavía no me habían inoculado la ansiedad.
Tejí unos hermosos cuadrados combinando los colores y viendo crecer las formas, los dibujos de lana. Viendo el día crecer, encendí la radio y aparece Drexler hablando de Fernando Cabrera, y el mismo Cabrera después, bellamente hablando y contando que tocará a la noche en el Café Vinilo.

Pocha era (es y será) la que abría mis puertas musicales. Mágicas cuevas de música y vino por Palermo de las que nos llevábamos gajos y hacíamos florecer después cada vez. Pocha lejos, ella no tiene nada para ir a ver y yo acá, con nadie con quien compartir la música.

Tocaba Cabrera en Café Vinilo y me lo iba a perder.
- Qué pena.. no tengo con quién ir..

Dos minutos duró el silencio mental.
Ahí estaba el bicho.

Todavía sigo creyendo que ser feliz, pasarla bien, realizarse en la vida, encontrar el destino, vivir en estado de amor, tienen que ver con algo que tiene que llegar desde fuera.
Pasar del discurso a la acción. Regla número uno.
Esta noche salgo conmigo a vivir la experiencia de ver y escuchar a Cabrera.

Levanté el teléfono, una chica vinilo me dijo que ya estaba todo reservado, pero se podía tentar a la suerte.
-Venite ocho y cuarto y te anoto en la lista de espera. A las nueve menos cuarto se caen las reservas y empezamos a llamar a los que están.

Nueve y diez tomé posesión de la cuarta silla de la mejor mesa del lugar, alta y al fondo. Conocí a un santiagueño y su hija y a un chico muy amanerado y de conversación interesantísima, brindamos con cerveza y agua por la suerte de haber entrado, las luces se apagaron y me fui volando con Cabrera y Liliana Herrero que le tomaba el escenario por feliz asalto para darme esos acordes que tan feliz me hacen, en una noche amigable y tinta.

Volví viajando por la ventana del colectivo, la avenida Santa Fe, sus luces amarillas, el zoológico y el botánico, el Puente Pacífico, las cuatro esquinas de Cabildo y Juramento, el paredón de ladrillos de la quinta presidencial, los paraísos, los tilos, los robles de mi barrio. Caminé las veinte cuadras desde la avenida respirando el regalo de una noche tibia de otoño, las estrellas que se pueden ver en estas noches sin nubes todavía. Pasé por debajo de las bóvedas verdes de estos árboles que se abrazan cruzando las veredas, me reí de mí misma en un par de recuerdos, canté una canción que me vino a la memoria, entré a casa y creo que no será la última vez que me encuentre.

Mientras siga teniendo la cabeza donde tengo el cuerpo, ahí va a estar mi corazón.

domingo, 25 de marzo de 2012

Sin palabras


Hay cosas que cuando las hago me vuelven real. Pierdo las poses, olvido la mirada de los otros, y hago naturalmente eso que me sale tan claro como respirar.

Cuando canto o cuando toco un tambor de piel y madera algo me atraviesa y sucede más allá de mí. No hay imagenes mentales, no hay preocupación alguna, solo dejar que suceda.

Yo no voy a ensayar.
Cada vez, yo voy a encontrarme con esa gente con la que sueno, voy a tocar, o voy a cantar, o alguna vez toco el cielo con las manos haciendo las dos cosas. No sería posible que fluyera la música si no fuera un verdadero encuentro de esas almas que vibran, y al vibrar componen dentro, cada una y todas juntas, una misma melodía.
Entonces funciona la alquimia.

Y así, vibrando, se que un día voy a encontrarme con esa otra alma que suena como la mía.

martes, 13 de marzo de 2012

Airbag

Hay un día, un momento, un instante luminoso, cuando estás por estrolarte de nuevo contra tu misma pared, cuando estás por volver a caer en tus propias trampas, cuando otra vez vas a dar por tierra con tu amor propio para convertirte en algo que nadie te pide, un minuto glorioso en el que te parás en seco, te cacheteás los ojos y en vez de tomar otra vez el mismo atajo fulero, decís no gracias.

Un momento en el que es tan claro lo que querés que no estás dispuesta a quedarte con menos. Porque si tu corazón lo reclama, eso existe.

Como gorda voluntariosa decidida a soltar su lastre grasuliento, renunciás a la tentación de una chocotorta de cariño barato y seguís en busca del sabor que quieren vivenciar tus papilas, sin apuros ni atajos, porque el tiempo es todo tuyo (y más que placentero el estar a solas con vos misma en grata y musical compañía).

Y.. ah.. qué sensación gloriosa es salir a andar el mundo moviendo las caderas con esa certeza de haber elegido, por fin, una vez, a favor de vos misma.


domingo, 4 de marzo de 2012

Manada


Para tocar candombe hay que tener memoria de lo propio y de lo ajeno, de lo mínimo y lo inmenso. Esa memoria colectiva es la fuerza que enciende el espíritu y aúna los sonidos.
Por adentro hay que estar todo abierto, dispuesto al amor, entregado. Así es como el son de la Tierra sube por los piés y sale por las manos, y todos los tambores son un tambor que canta, y el candombe entonces fluye, flota, sube al cielo.

Es la cadencia del agua del río lo que le da el compás, los viajes eternos en las bodegas de los barcos de esclavos. El candombe, para que suene, hay que navegarlo.

Por esas mágicas leyes de la vida, la ley de atracción te va llevando; los tambores se hablan a lo lejos, emparejan su vibración en el aire, y así empiezan a aparecer los compañeros para tocarlo. Cuando se produce el encuentro, el ser se vuelve tambor para escuchar lo que dicen los cueros, y el diálogo sucede verdaderamente.

Entonces el candombe ocurre.

viernes, 17 de febrero de 2012

Haciendo escuela

Transité un año del carajo (no hay eufemismo posible que describa con el mismo impacto).
Como en un invisible plan de estudios universitarios, este año rendí "Vínculos I: laputamadrequeloparió", "Cómo lograr que la obsesión no te provoque un esguince cerebral" y "El físico al límite laburando dieciocho horas por día y atendiendo veinte quioscos más".

Todavía transito un año del carajo.
La materia pendiente que venía esquivando me pateó la puerta y se me metió en la vida de prepo, y por más que bajé la persiana, sé que tengo que rendir de una puta vez "Cómo es que se podría llegar a vivir feliz construyendo una relación siendo quien una es, marcando los límites precisos, eligiéndose siempre a una misma antes que al otro y sin que te salga el pulpo de la posesión y el abandono por ningún lugar".
No tengo ni idea de cómo se hace para poner en práctica todas las pilas de manuales de autoayuda y religiones varias que vengo acumulando para ver si logro aprender en algún libro cómo no hacerse daño, soltarlo todo y florecer.

Y, como suele sucederle a la mayoría de las madres y padres, mientras tanto tengo que educar a una propia y dieciocho adoptivos. Porque además de la tarea biológica-cultural, también soy maestra.
Siempre estuve convencida de que el mundo puede ser un lugar mejor, y me dedico a enseñárselos.

Andando el barquito de mi vida de este último año, hubo veces en que el corazón se me rompió, me estalló el miedo, los días fueron como túneles oscuros. Hubo días que ardían en el cuerpo. Me mantuve ávida de entender y aprender.

Cada mañana ellos estuvieron ahí, viéndome desatar mis nudos como ellos intentan desatar los propios.
Ahí, al cerrar la puerta, las mañanas de lluvia volvieron a ser lindos días de jugar en la escuela mientras aprendieron, mientras aprendí, a decir lo que se siente a la cara y sin vueltas, a reparar los daños cometidos, a decir la verdad (que es lo que nos hace libres), a amarse sin condiciones. Y a leer, escribir y hacer sumas y restas, como añadidura.

Para salvarme cada vez que hubo una tormenta, en vez de sentarme a llorar, canté todo lo que pude, así como lo aprendí de Pocha, cuando nos conocimos con los corazones rotos y cantamos todo el dolor en zambas por el aire de Villa Urquiza.
Canté sola, canté mientras lavaba los platos de la merienda, canté con ellos y ellas, canté antes de abrir y cerrar la escuela, canté por los salones, canté en las fiestas, canté en las terrazas (y sigo cantando ahora en el living mientras la vida me sigue ocurriendo intensa).
Cantar me abría las ventanas y las puertas.
Yo quería que ellos supieran que cantar salva la vida a veces. O bailar, o pintar, o tocar un tambor o una guitarra. Hacer brotar la música nos suelta el corazón y hace guardar silencio a la cabeza.

Y, mirá vos... creo que lo entendieron.


martes, 7 de febrero de 2012

Jipi evolution (como pókemon, pero de acá)

Me fui con la esperanza de que todos sus temblores y quejidos fueran apenas un mal momento más de su vida fría. Me fui cruzando mentalmente los dedos, que no se muera por favor, que no se muera. Pero al volver, me dí cuenta de lo irreversible: había palmado mi querida heladera.
Más que heladera, era un placard. En su interior, en lugar del refrescante aliento en la cara al meter la cabeza para buscar víveres entre la población de tuppers que vengo acumulando desde 1996, reinaba la temperatura ambiente de 36º promedio que viene teniendo mi querida ciudad. Los huevos salían cocidos.
Shit.
No quedaba otra que, santarjetavisa mediante, ir y comprar una heladera nueva.
Tengo que decir que me dio un cosquilleo. Uy, pensé (siempre que pienso empiezo con uy) me voy a comprar una heladera?... cuándo fue que me hice grande???
Se sabe que soy jipi de religión, por lo tanto, como una manosanta del linyerismo, jamás me había comprado un electrodoméstico. Filas de gente mirándome raro porque no tenía ni freezer, ni microondas, apenas una minipymer que madre prestó una vez y perdió como en la guerra. Hordas de amigos desesperados alabando las bondades de congelar la comida o de no tener que esperar seis horas para que se hiciera una tanda de cubitos en mi Grundig marrón.
Si, era fea, pero noble.

Será que nunca me casé, que nunca proyecté, que nunca evolucioné, lo cierto es que los pocos aparatos que han llegado a casa (y también los muebles y en algún momento hasta la ropa) o bien vinieron por herencia, o por descarte de algún conocido, pero yo nunca elegí nada. Las cosas siempre me encontraron a mí.

Aprovechando el fin de semana de rebajas y largas cuotas, pedaleando me fui al supermercado grandote que queda cerca de casa.

Con cara de guarda que estoy grande, permiso, me voy a comprar una heladera atravesé los pasillos hasta llegar al paredón blanco de aparatos en fila.
Uy, pensé de nuevo... ¿qué tengo que mirarle a una heladera?
Y por supuesto, la respuesta inmediata fue El precio, y quedé satisfecha.

Elegido el aparato (que por decantación tiene freezer y así todos contentos y me evito la fila de gente para espetarme ¿¿te la compraste con congeladorrrr????), firmados todos los papeles, comprendidas todas las instrucciones, me volví a casa lo más pancha, pero sabiendo que acababa de dar por tierra con una vida entera dedicada a la rotosidad y el cartonerismo deportivo.
Pero qué placer saber que, mientras sigamos pagando la luz, siempre habrá hielo para entrarle a un ferné.