jueves, 27 de enero de 2011

Enfermedades raras

Tengo un compañero de laburo con complejo de Delia.

Paso a graficar las conductas que son síntomas evidentes de estar afectado por la patología:

Recreo.
Pasa "buenos días, maestra" , "buenos días, maestro", mira para abajo, mis enanos están corriendo felices por el patio, en algunos casos, en patas. (Porque hay sombrita y el piso de la terraza está fresquito y hace calor, y vos sabés que andar en patas es una felicidad, y no le viste nada de malo a que disfrutaran de correr en patas.)
El tipo, que no tiene anteojos pero hace el gesto de mirar por encima del marco con la cabeza agachada, como las viejas conchudas argentinas, me dice "maestra, ¿sus niños están corriendo descalzos?"

Queda ahí el momento suspendido en el aire y yo quisiera contestarle:

a) Si, he decidido que corran hasta que llegue el mediodía y se asen las patas por escribir vaca con B.

b) Maestro, ¿usted es pelotudo naturalmente o entrena?

Pero opto por devolverle la bola con un ¿Es una pregunta para alguna encuesta..? mientras el tipo se retira jurujujajaja.

Ahora, digo yo, ¿no sería más fácil, gordo, que si te parece que algo de lo que hago está mal me digas directamente "según el libro de los altos antrosorósosofos los chicos que corren por un patio de Florida en patas contraen hábitos delictivos que luego en la adolecencia los conducen a afiliarse al PRO", y entonces yo entro a los pibes, les ato las pantuflas a los piés y santo remedio?

Otro.
El discutidor profesional (síndrome de Baby Etchecopar)
No tiene la más puta idea de lo qué está diciendo (que suelen ser una sarta de gansadas). De cada cosa que se cuenta en la mesa él tiene una anécdota (recontraembolantísima) para contar. Es doctor en todo.
Un pelotudo importante.

Guarda.
Hay más.
Ningún caso es contagioso, pero patean el hígado y pueden inflamar los genitales.

Después no digas que no te avisé.


martes, 25 de enero de 2011

Manual de la rata



Levante la mano el que tiene una relación fácil con el dinero y se hará merecedor de mi aplauso.
No estoy hablando de aquella gente que nació con karma millonario y no necesita saber cuánto ha gastado porque siempre, siempre le queda un saldo como para entrarle con ganas a cualquier capricho. Hablo del proletariado del cual soy parte.

Entre todas las cosas que me hicieron decidir (con muy buenos resultados, por cierto) que mis vacaciones transcurrirían en casa, la económica era fundamental. A diferencia de otros años, inflación mediante, mi aguinaldito docente, que otrora cubría con comodidad viaje y estadía jipi en carpa o similares, este año ni estirándolo con un guinche alcanzaba para garantizar por lo menos la mínima alimentación necesaria como para no quedarla en el intento. Pero, claro, vacaciones sin ponerle un poco de onda son como una temporada en Batán, entonces Chinatown y yo nos dimos un par de gustos pelotudos.

Y, señoras y señores, un par de Burguers y unas idas al cine fuera de programa, y un dvd que teníamos ganas de ver juntas y... la quiebra.
Quiebra total y absoluta.
El sábado tenía ciento cincuenta pé para transitar los nueve agónicos días que me separan de mi próximo sueldo (que serían más o menos el costo de seis combos de Burguer King, aclaro para el extranjererío lector con todo cariño)

Y más allá de andar pensando que es hora de sentarme a renegociar mis ingresos, aquí es donde se activa, señoras, señores, and whoever lea este pasquín, se activa, como decía, el gps de rata que en esta familia llevamos dentro.

Acá te van, chiquita, negrito, estos modestos consejos para no morir en el intento (ni en el enero).

* Cómo sobrevivir a la defunción de tu sueldo:

1) Lo primero es evitar la imagen triste.
Suele pasar que vamos consumiendo lo que resta hasta pelar todas las posibilidades, pero que no decaiga.
¿Se acabó el papel? no vamos a dilapidar ni un peso de los poquísimos que nos quedan en algo que ya sabemos a dónde va a parar, así que, papel higiénico no way, lo resolveremos con el rollo de cocina. Pero plis, por dios, por favor, no dejés el tubito vacío puesto en el portarrollo. Es la imagen de la pobreza misma.

2) Esa costumbre de comprar de más, heredada de mi abuela y su miedo al desabastecimiento ante cualquier posible guerra o fenómeno de invasión OVNI, rinde ahora sus frutos. Paquetes de arroces varios, antiguas latas de algo y pastas secas apilados en el estante de arriba de la alacena nos salvan el menú diario. Eso sí, a tener en cuenta:
  • Intente variar (no da comer fideos con aceite cuatro comidas seguidas).
  • Chequée las fechas de vencimiento. El botulismo nunca es una buena alternativa.
  • Que prime el sentido común. Una polenta con salsa con 42º de térmica te puede dejar seca antes de exclamar ¡agua! lastimosamente por última vez.
3) Es momento de reventar toda esa ropa al pedo (que inunda tu placard gracias a tu tendencia a reemplazar la terapia tradicional o la dieta imposible por compulsivos paseos de compras) y venderla en alguna feria americana. Guarda con el entusiasmo que quedar en bolas a cambio de efectivo es patológico.

4) Vaya de visita a la hora del té y éntrele con ganas a las galletitas o lo que sea que pongan sobre la mesa para recibirla.( Nota: Acá es importante elegir a quién visitar. Casi seguro sus amigas que son todas unas jipis con aires de rock star como usted estarán en su misma situación y lo más probable es que terminen ambas endeudándose en el supermercado pasando tarjeta para darse el gusto de una picada como dios manda.)

5) Agarre todos esos tés pedorros que compra en ataques de susanagimenismo, prepárelos, enfríelos y sírvalos en reemplazo del jugo. Fracasará estrepitosamente con el brebaje de porquería, pero a lo mejor se le quita la costumbre de dilapidar la guita en pelotudeces como tés pedorros.

Yo creo que con esto, como para arrancar, vamos bien.



(Ensayando un rato en el living de casa, puting onda to de situeishon.)

domingo, 23 de enero de 2011

To be or not to be, that is de question..

"Si (dijo el maestro a sus espaldas). Estás ahí, en tu borde.

Ahí estaba, anunciándose sin escándalos delante de la punta de los piés.
El problema era que era imposbible saber qué sucedería cuando su más mínima partícula cruzara del otro lado.

(La fulminación, el amor, la verdad, el abismo y las torgugas que sostienen el planeta, la cara de dios, keanu reeves y los wachowski riendo a carcajadas, la concreción de todo lo que imagino, la mejor versión de mí, el de la boinita de the truman show, nada, yo.)






Momento LOST

martes, 18 de enero de 2011

True colors








En estos últimos tiempos, en esta última casa en donde estoy ahora pasando mis días con tanta libertad, me he vuelto bastante amante de mi soledad.
Redescubriendo mi trabajo de enseñar a la luz de esta forma nueva, ando apasionada leyendo, escribiendo crónicas y observaciones, con una sed y un placer que hasta hoy no tenía asociados a la situación de trabajar.
Y esa labor también me lleva en un viaje por adentro de mi, en el que voy descubriendo deltas de expresiones distintas.
Entonces canto lo que oigo, escribo lo que recuerdo, dibujo lo que veo .
Tanto encuentro que necesito soltarlo.
Aquí va algo de todo esto:





martes, 11 de enero de 2011

Pensando en voz alta

(Últimamente le ando dando muchas vueltas al tema de viajar.
Viajar es una actitud. No todo el mundo viaja de la misma manera.
Hay una inquietud, una sensación de búsqueda que en principio hace necesario el trasladarse de alguna forma.
Tenía muchos destinos para este verano, sin embargo, decidí hacer el viaje, en principio, por adentro de mi casa, cosa que si se la piensa bien es una interesante metáfora de lo que me sucede.
Este moverme sin desplazarme me tiene con la mirada de paseo, y el simple y conocido viaje en bicicleta hasta la avenida se me llenó de un aire de descubrimiento que me tiene arrobada.)

Patio intervenido por la ilusión del patio de Frida Khalo (salvando las distancias, por supuesto)






lunes, 3 de enero de 2011

Sueño con serpientes


Voy hacia algún lugar que no sé, disparada como una flecha (no me gustan las balas). Confío en mis piés y su impetuosa necesidad de torcer los rumbos y andar como sobre el viento. Confío en mi corazón y es un alivio obrar en su consecuencia.
Yo ya no sé pedir porque aprendí que todo llega.
No pido nada para este año nuevo cuaderno en blanco.
Me zambullo de cabeza en él como en el mar.