jueves, 19 de julio de 2012

Leyenda (cuento número seis)

En las Tierras del Este, cuando los tiempos todavía no eran tiempos, bajó una estrella.
Las Mujeres de piés de barro, corazón de fuego y cabeza de cielo la acunaron y resplandeció su luz. Fue venerada, escrita por poetas, cantada por voces prodigiosas, amada y odiada con el mismo ardor.
Cuando llegó el tiempo, las Mujeres de piés de barro, corazón de fuego y cabeza de cielo la posaron sobre la Tierra, y la estrellá echó raíz.
Lentamente sus hilos luminosos encontraron camino entre terrones y secretos, y alguna de sus puntas llegó hasta el mar.
El agua habla el idioma de la luna y las estrellas, escuchó la canción que sonaba en la raíz, y todo el mar se estremeció con aquella música del cielo. Las sirenas encontraron allí su canto, y surcaron los mares hasta las Tierras del Poniente, y en sus costas amables cantaron a cada grano de arena la canción de la estrella.
Así fue la voz hecha palabra penetrando de la arena a la tierra, inundando las napas, alimentando las raíces, trepando por el tallo hasta la flor.
Entonces, un día, en las lejanas tierras en donde se duerme el sol, emergiendo como un milagro, quebrando la tierra a su paso, iluminando la noche oscura, del suelo nació una estrella.
 


1 comentario: