martes, 31 de julio de 2012

Pensamientos que navegan después de una conversación en donde yo ví y el otro no podía mirarme.

Por miedo rompemos
por miedo escapamos
por miedo no hacemos
no decimos
no miramos.
El miedo nos ata las manos
las piernas
la lengua
sube y detiene las palabras.
El extremo del miedo es la locura.

Y yo pienso que igual, hagamos lo que hagamos, un día todos, absolutamente todos, moriremos inevitablemente.
Si no hemos dejado en el mundo lo que traíamos para cambiarlo, ni vivir ni morir habrán servido de nada.


Y comprendiendo la inevitabilidad tan cierta de la muerte, entregarme por fin a todo lo inevitable, dejando que sea el curso de las cosas el río que transporta mi existencia, y soltar toda la fuerza dando pelea en el momento justo en que la ola me elevará por encima del aire para ser todo impulso, todo voluntad de trascender la ilusión para saberme plenamente nada más que una chispa de luz en la edad del tiempo.

Porque amo a la vida y al mundo con la intensidad del que sabe que un día va a tener que partir es que puedo cambiarlo.


1 comentario:

  1. Así creo yo, y que si nos dejamos atar por la muerte, hacer "estatuita!", nuestro paso por el mundo habrá sido una mala inversión...Abrazo.

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