domingo, 22 de abril de 2012

Papá cumple 70 años


Papá cumple setenta años.

Setenta años es la edad de los abuelos.. nunca pensé que papá cumpliría setenta años.

He sufrido su abandono durante toda mi vida.
Siempre tuve abierta la herida de que no hubiera peleado por mí, de que hubiera capitulado tan fácilmente en la batalla que nos tenía de rehenes a mí y a mi hermano.

Papá cumple setenta años.
No ha sido el mejor padre, pero es el único que he tenido. Sé que me amó.
Y no dejé ni un minuto de amarlo.

Atravesando el dolor, papá se volvió el extremo del ermitaño, y a mí me dolía el alma de ver en sus ojos las palabras imposibles, las aventuras nunca plasmadas, el brillo de los niños perdidos que agonizan detrás de los corazones rotos, de los sueños robados.


Papá me dio los dioses. Me dio los remedios para combatir la desesperación y el desamparo.
Me explicó que todo lo que quiero saber puedo buscarlo en los libros.
Me enseñó que hay que saber hacer cosas con las manos.

Papá es una de cal y una de arena, una carta cruzando la distancia del silencio, un silencio que aumenta las distancias, lo que fuí.

Voy a ir a visitar a papá para su cumpleaños, después de cinco largos años de apenas uno que otro llamado. Voy a ir a decirle que ahora me gustaría verlo perder la nostalgia de obediente monaguillo de domingo, que ya no hay nada que perder y todavía hay tiempo de volverse atrevido.

Que quiero que me desencante de una vez para que definitivamente yo deje de esperar.

Papá cumple setenta años.
Llego a su puerta y me dicen que está internado.

Papá en la camilla de un hospital, tan viejo, tan descolorido y apagado, tanto dolor hay en su pecho.
Papá no puede hablar, está deshidratado. Dos infecciones lo tienen cercado.
Pongo mis dos manos en su costado izquierdo, sobre su camisa a cuadros. Y no puedo más que ponerle las manos y mirar esa cara en donde parece ya no estar, los labios amoratados y la nariz fina y respingada, el rostro de mi abuela.

-Ponele las manos en la piel- dice mi tía. - La piel de los hijos..- y no puedo escuchar el resto porque tengo las manos puestas en decirle a su corazón que todo está bien, que estamos a mano, que lo amo.
Entreabre los ojos y me mira. Algo nos decimos con los ojos papá y yo, algo intercambiamos.

Estamos en paz.

- Andá, esto está lleno de bichos.. andate para casa. Después nos vemos- me dice moviendo apenas la boca enflaquecida.

Y yo le creo.

5 comentarios:

  1. Y desde mis sesenta y seis años, casi setenta, yo te abrazo.

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  2. Yo también te abrazo, en un abrazo que sólo busca disipar un miligramo de los dolores de siglos.

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  3. me anoto para el abrazo...
    quizá algo de ese dolor de siglos que dice "el joven..." que todos transportamos pueda volverse compasión y perdón para los otros y para nosotros

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  4. Me dio miedo el relato... Vi cerca la vejez, soy padre... vi la soledad, soy hombre... No se... Pienso que "hay que estar", para esa hija en el pasado y para este padre en el presente. Ojala todo esté en paz pronto y todos se encuentren, a pesar de los "a pesar de". Un abrazo

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  5. Se me ocurre creer que vos vivís lo que él no pudo. A veces pasa.

    Será por eso que a muchos la vida en libertad se nos hace más díficil? Eso de vivir en una vida dos vidas...

    Abrazo.

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