domingo, 13 de julio de 2008

Llamadas de candombe - Tolosa 2008

Ser un guerrero es agotador. Es como caminar toda la vida. El sueño nunca es suficiente, la guardia no debe bajarse demasiado, los oídos deben estar alerta para captar, oler en el aire el momento justo para la acción.
Por eso el guerrero disfruta tanto del remanso, la tibieza de un domingo recién amanecido, la calma. Ríe, canta, se entrega como si no fuera a tener otra oportunidad así. Y esa es la sutil diferencia entre ser o no ser un guerrero.

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