lunes, 21 de enero de 2013

La Cumparsa, gira internacional por Carbó.

Viajar juntos, todos juntos, en la misma frecuencia aunque en sintonías distintas.
Un rato con cada uno, un rato con unos, un rato de todos, un rato conmigo.
Un auto, una ruta, el campo, el cielo, el mismo gusto por decir con los parches, decir cantando, sonar diciendo.
Llegar y ver un cielo de acá hasta acá, y todo, todo, todo es horizonte alrededor donde se juntan el cielo con la tierra.
Estar en la palabra y estar en el silencio juntos, cruzar puentes en trenes que no van a ninguna parte más que a mostrarte que llegar no es más importante que ir, que andar, que estar en el lugar en donde estás.
No hace falta decir, no hace falta enunciar, los otros lenguajes fluyen naturales a la sombra de un sauce, o debajo de la vía láctea y el cielo de una noche de corso de pueblo que supimos pintar del color nuestro.
Cantar con los tambores, meter los golpes justos que harán los acordes de los distintos cueros, mirarnos y bailar con los tambores puestos, descubrir el encuentro y festejarlo impúnemente como goles a los ingleses del espanto, el desamparo, la soledad y el aburrimiento, hacer milagros con nada, convertir la pena en vino y la rutina en una fiesta, porque el alma está de fiesta en encuentro.








Y volver llena de voces, llena de ojos, llena de río y de manos y de tardes y de noches y de abrazos, y dejar que eso navegue los días en los que ando el tiempo.

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