sábado, 9 de febrero de 2013

Treinta y tres



Anduve por Ayelén, que no anda, flota.
Anduve por la melancolía de Bárbara.
Anduve por el dolor infantil vuelto alegría de Carina.
Anduve por los ojos buenos de Carla.
Anduve por el andar sutil de Cecilia.
Anduve por la cálida mano de abuela de Celina.
Anduve por los altruistas ideales de la Dani.
Anduve por el corazón de Fabiana.
Anduve por la mirada profunda de Genevieve.
Anduve por la calidez de Gisella.
Anduve por el desamparo de Javiera.
Anduve por el alma tierna de José.
Anduve por la felicidad que iluminó los ojos de Laura.
Anduve por la profunda ancestralidad de Lisa.
Anduve por la bella madurez de una Lucía.
Anduve por el joven asombro de otra Lucía.
Anduve por el inmenso espiritu de Luciana.
Anduve por la franqueza de Marcela.
Anduve por la cómica espontaneidad de Marisol.
Anduve por la inmensa personalidad de Miriam.
Anduve por la sabiduría de Moriko.
Anduve por el mágico desprejuicio de Nélida.
Anduve por la entrega amorosa de Ofelia.
Anduve por el tierno corazón de Pablo.
Anduve por la sencillez de Sandra.
Anduve por el inmenso y profundo océano de las emociones de Santiago.
Anduve por la suavidad amorosa de Sofía.
Anduve por los laberintos en donde Soledad está encontrando su camino.
Anduve por la belleza de Verónica.
Anduve por la voz generosa de Úrsula.
Anduve por la tranquilidad de Juan Manuel.
Anduve por la alegría de otra Soledad.
Anduve por los cuidados amorosos de Susana.

Y ahora soy mucho más Yanina que antes.


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