domingo, 9 de junio de 2013

Querido diario (es otoño, llueve y hace frío)

(Cuando la vida llega hasta sus bordes, la cosa se pone oscura, el ojo de la tormenta es la caja de Pandora por la que hay que pasar.
Escucho todo el tiempo, mientras la vida arrasa, a la esperanza cantando en el fondo de la caja.)

Hoy es domingo.
El día de mi encuentro, del candombe por el barrio, en la vereda o en algún living generoso y lo suficientemente amplio como para albergar a este ser colectivo que nos nuclea, mi Cumparsa, en caso de lluvia persistente, para que no se apague el fuego que arde cuando se junta esta gente.

En este tren de ver quién soy y qué es lo que me hace feliz (trabajo práctico en el que ando intentando a ver si me recibo de una vez..) me fui siguiendo el impulso de unas ganas tremendas y una falta de vergüenza gloriosa, nacida del disfrute de lo ridículo que supe conseguir, me descolgué el tambor y me fui al corazón del candombe, a bailarlo.

Me dí permiso de bajarme de la calesita de tener que mostrarme fuerte y poderosa para ver cómo es sentirse fuerte y poderosa sin tener porqué mostrarlo, y me permití ser todo lo hermosa que pudiera sentirme. Eso que nadie me había enseñado, lo leí por todos lados y, lentita como siempre fui, creo que lo entendí después de un rato de vida increíblemente largo.

Y mientras se me iba el cuerpo en esas curvas que se trepaban por mis piernas hamacándome en el aire, haciéndome nadar en el mar que suena cuando baten los parches, sentía claramente mi cuerpo entero volar sobre la calle.

El candombe es una danza de mujeres, porque es en su esencia, una danza de agua.
Solo las mujeres sabemos cómo se mueve el agua, porque así es como la vida viene al mundo a través de nuestros cuerpos inundados, redondos, llenos. Las mujeres, la luna, el agua.

La fuerza del varón da la cadencia en el vibrar del tambor que abraza, que lleva, que acaricia o agita las aguas, que repica y provoca un empujón, que llama.

Alguna vez las mujeres supimos que bailar era dejarse atravesar por el amor de la Tierra y el Cielo.
Como todo lo demás.

Cuando me pierdo bailando, por fin me encuentro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario