Las primeras palabras que se cruzan nerviosas, de ir sabiendo quién es el que vive en esa piel que parece un imán. La flecha de los ojos que se encuentran y se clavan sin dolor.
Los momentos robados al tiempo para pensar y pensar en esa cara, esa sonrisa, ese calor que se intuye placentero y cercano.
La sensación de saberse dando pasos hacia algo que de tan inevitable es complicado
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