otra vez mis días son imparables.
y leo los mails y no logro más de cinco minutos de soledad en mi oficina, y una manada de enanos de primer grado se instala a dibujar arriba de mis "papeles importantes", y pongo gasitas con pervinox para que parezca sangre, y hago reiki en panzas, cabezas, cuellos doloridos de estar tanto tiempo lejos de casa, y tecitos, y limpio el mate que los de sexto vuelcan por compartir sus recreos riéndose conmigo o de mí, y me muero cuando los de tercero pegan las caritas al vidrio como peces y soplan y hacen muecas para que yo me mate de risa, y presto cartulinas a las de séptimo, y escucho la osada verborragia combativa de los de tercero polimodal que alguna vez fueron mis niños, y otros me golpean la ventana para que vea cómo hacen la escalera mecánica que les enseñó germán, y corro con el remedio de maxi antes del almuerzo, y rajo a comprarle estrellitas a mateo que se portó bien por primera vez desde marzo casi el día entero, y busco una canción nueva que quiero que canten porque da alegría a la panza, y abro trabas de puertas demasiado altas, y le canto la canción de las sirenas a valentina que se pone triste y no sabe por qué, y cuando me quiero acordar ya es hora de bajar a la puerta en donde despido uno por uno a los que tienen la alegría de poder volar a casa a tomar la leche.
y contesto tus hermosísimos mails en la, por fin, relajante soledad de mi cuarto.
once horas más tarde.
Querida colega, qué lindo lo que expresás con tus palabras. Es lo que día a día vivimos los docentes argentinos, con la salvedad, quizás, que no estamos en una oficina, sino en el aula y que respondemos los mails desde nuestra casa.
ResponderEliminarMás alla de esto, maestros somos siempre y poner nombres propios con minúscula(por más que sea un blog personal) me molesta bastante. Pero es tu blog, asi que no notes mi molestia.
Te mando un beso.