jueves, 18 de septiembre de 2014

Carta que envié. Carta que me gustaría recibir. (Al mundo se lo cambia cambiando)

Hace un tiempo que vengo trabajando sobre mi, sobre el sentido de vivir una vida.
Cada vez siento más la certeza de que uno viene para algo, para aprender algo a través de los otros, algo sobre uno mismo.

En este mundo loco y violento voy viendo en lo pequeño cómo nos vamos contagiando unos a otros con el dolor, con la frustración, con el enojo, con la violencia como una epidemia invisible, y sin vernos, nos volvemos parte de eso mismo que nos espanta cuando estalla en una guerra, en un crimen, en una injusticia.

Con cada pequeño puñal que le clavamos al otro sin vernos, con cada dolor que infringimos, nos vamos volviendo parte de una máquina que se pone cada vez más violenta y más oscura.
Golpeamos al otro con dolor para que sienta el dolor que nos atravesó primero.
Y aunque nos espantamos, moralmente civilizados, cuando vemos la violencia por televisión, ninguno de nosotros se ve sembrando esa semilla en cada grito, en cada cachetada, en cada falta de respeto, en cada respuesta agresiva.

El mundo no puede cambiar porque el mundo somos nosotros.

Entiendo entonces que todo cambio, para desplegarse, para volverse playa, tiene que formarse de millones de granos de arena.

Por eso, revisando mi propio camino de causar dolor, ando necesitando pedirte perdón.

Te traté mal.
Te causé dolor.
Te arrojé mi enojo y mi frustración.
Te provoqué una herida.
No pude evitarlo. Tenía bien aprendido eso de sacarse el dolor doliéndole a otro.

Lo siento.
Ando necesitando pedirte perdón.

1 comentario:

  1. La culpa no ha sido tuya, sino mía. Pero yo no te pido perdón, te pido que nos reconciliemos.
    En el perdón hay culpa; en la reconciliación hay asunción de cada parte.
    Al menos, yo lo veo así.

    ResponderEliminar