lunes, 16 de febrero de 2015

Pensamiento que florece después de una sobredosis de candombe.

Hay algunos que tienen una vida de mierda.
Andan todo el tiempo vomitando protestas y puteadas, un día, y otro día, y cada día, y esperan el sábado como un oasis, pero nada, nada les llena ese agujero negro en el centro, que todo lo consume y con nada se siente satisfecho.
Vos mismo tuviste alguna vez una vida de mierda hasta que una mañana, o una tarde, o después de la última borrachera, dijiste "basta, basta, esto es una vida de mierda."
Y algo pasó.
Y algo se rompió.
Y empezaste el lento y doloroso parto de encontrarle un sentido a tu vida, a todas las pequeñas y miserables vidas que se apiñan en un bondi, en un ministerio, o en una oficina.
Dolió.
Dolió como operarse una muela sin anestesia. Hasta que te arrancaste la última costra de gusano, y cambiaste de ojos, y cambió tu corazón de domicilio.
Y mientras andás volando, los otros, los que no se atreven aún a arrancarse la piel para liberar sus alas, te tiran con piedras, con flechas, con botellas, para que no te conviertas en la prueba de su oscura cobardía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario