domingo, 27 de noviembre de 2011

Eternidades

Ando experimentando.
Ando descubriendo las cosas, las mismas, pero con una mirada recién estrenada.
Porque en vez de agarrar con tanto miedo quiero creer en mí, creer en todo lo que creo, creer en lo esencial, en lo verdadero, y que este sentimiento me atraviese, florezca de mí para perfumarlo todo, suba como gotas de agua al cielo y otra vez vuelva a caerme como una lluvia bendita, tu boca regando mi boca de cosas que no tienen palabra que las nombre, y después cantar, cantarlo.
Y cantamos.
Algo bebo, algo te doy de beber, algo detiene el tiempo y lo vuelve una sensación feliz en el cuerpo que el alma mueve en un abrazo tan natural como respirar, en un entendimiento completo de cada movimiento que hace que siendo dos bien definidos por momentos seamos solo uno.
Y bailamos.
Bailamos y cantamos en las terrazas, en los jardines, rodando por las calles, debajo de los árboles floridos, detrás de los jazmines, con el cielo de testigo, perdidos del mundo para encontrarnos.



miércoles, 16 de noviembre de 2011

Anónimo

otra vez por acá pispeando en qué anda la vida de la señora yanina martul.
otra vez, escuchaba música, y me trajo recuerdos.
y tambien puteando, porque los recuerdos eran lindos pero eran de momentos q luego fundieron..la música me trajo lágrimas del dolor, que alguna vez me dijo ya basta. no dá querer a quien no te quiere y dice hacerlo pero luego no estuvo. no es justo. no es para mí.

y ojalá alguna vez te cruce y ya no me duela.

Anónimo:
La verdad es que en la vida fui caminando y fui aprendiendo, como todos (siempre y cuando no te haya tocado ser una pelotuda/o que muere sin haber entendido un carajo).
El tiempo me permitió ponerme en muchos zapatos distintos. Amé adictivamente, fui amada adictivamente, abandoné huyendo despavorida, me abandonaron igual, tuve mi corazón hecho pedazos y debo haber causado más de un dolor.
No puedo cambiar lo que pasó, en definitiva todo fue necesario para que sea esta que soy ahora. Y supongo que a usted le habrá pasado igual.
Sepa que lo siento si le causé dolor, sé que en mi alma no hubo nunca intención de hacerlo, no soy una mala persona. Sepa que también me tocó muchas veces un dolor inexplicable que me cayó como un rayo. No se lo cuento para consuelo. El dolor y la muerte son parte de la vida, se puede huir o entregarse a transitarlos. La primera no sirve, lo sé por experiencia. Me escapé muchas veces, pero finalmente el dolor llegó como un puñal para atravesarme, como a todos.
Mi dirección de mail está en esta página. Si quiere, conversamos.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Milagritos II


Nada se me antoja más que el durazno de tu boca. Lo cosecho cuando se alinean los planetas y se abren los portales de noches que no son noches de este mundo. Madura en una vereda oscura, o en la penumbra de tu terraza, y cada vez es más dulce, más generoso.
Entregado al sueño, tu cabeza en mis piernas, no se cansan mis manos de recorrer tu espalda ni de enredarte el pelo, y se me escapa el amor por todas partes.
A veces la eternidad dura un minuto, o muchas vidas, lo importante es que mientras es, sea inmensa.
Me llevé el olor de tu cuello tatuado en el pensamiento para volver a encontrarte. Porque se me hace que no tengo ganas de pasar esta vida sin estar metida asiduamente entre tus brazos.

Me voy a cosechar estrellas. (No puedo dejar de volar esta noche aunque lo intente)

jueves, 3 de noviembre de 2011

La pura verdad




Vengo comprendiendo que el amor puede ser un estado de ánimo perpetuo. Y que soy libre de amar a quien quiera en el momento mismo en que deseo hacerlo.
Concretar ese amor ya es hablar de la gloria, pero mientras tanto puedo perderme las veces que quiera navegando en unos ojos, o en una música, o en un libro que me tiene fascinada, en una canción, en tu alegría que es, cuando aparece, una puerta directa a tu más pura esencia.
Pero es alienante la distancia entre tus polos y vas corriendo de uno a otro a la velocidad de la luz, del que me conmueve al que me despierta el más oscuro brote de indignación y despecho, y ese miedo tan oscuro que te tiene masacrándote el cuerpo para olvidar quién sabe qué cosa me hace mantenerte a una sana distancia. Yo ando de romance con la vida, ya pagué mis cuotas de espanto, miseria y soledad. Cada cual salda sus propias deudas.


Y cuando después de todos los discursos que me digo creo que ese puente por fin quedó superado, algo hacés de nuevo, algo que me sorprende para recordarme que nunca vas a dejarme ir. Que no quiero irme. Que no hay otra persona en este mundo que pueda llevarme a ese lugar a donde vos me llevás, ese que cada vez se parece más a la plenitud.

Entonces vuelvo a soltar lo demás y me embarco en este matrimonio invisible a caminar codo a codo en el hacer hasta llegar otra vez a un pico más alto que el anterior.
Y me pregunto si esta vez será por fin la cima y me digo que no, siempre puede haber más, lo que cambia siempre es el punto de partida.

(Amo lo que hago.
Hago lo que amo.
Amo con quien hago.
Hago con quien amo.)