Un momento en el que es tan claro lo que querés que no estás dispuesta a quedarte con menos. Porque si tu corazón lo reclama, eso existe.
Como gorda voluntariosa decidida a soltar su lastre grasuliento, renunciás a la tentación de una chocotorta de cariño barato y seguís en busca del sabor que quieren vivenciar tus papilas, sin apuros ni atajos, porque el tiempo es todo tuyo (y más que placentero el estar a solas con vos misma en grata y musical compañía).
Y.. ah.. qué sensación gloriosa es salir a andar el mundo moviendo las caderas con esa certeza de haber elegido, por fin, una vez, a favor de vos misma.

Sos genial diciendo! Y quien puede refutate?
ResponderEliminarEs verdad que te llevas el mundo puesto cuando has decidido a favor tuyo justamente por que la chocotorta además de no ser, te cae RE PE SA DA!
es necesario renunciar a la chocotorta? no hay otro sacrifício para elegir?
ResponderEliminarEl minuto glorioso generalmente me llega 60 segundos despues del acto...y la calma llega con la promesa (mas bien amenaza) de que la próxima vez será distinto...
un placer leerte! abrazo
diego
Cueto: y si amigo, el sacrificio es álgido. Renunciar a una vanilla húmeda no tiene nada de heroico! jajaja
ResponderEliminarMagah: Deliciosa, pero cómo nos ha pateado el hígado la muy perra!!