sábado, 27 de junio de 2009

El regreso (de las merluzas)

Desde aquél bizarro intento de grabación de demo en diciembre no pude volver a ensayar con la banda de los malditos jipis. Otra vez un clic en mi universo me cambió todito el panorama diario y ya no pude más escaparme los martes a la tarde a viajar en el trencito hasta Saavedra.

Pero la banda siguió tocando.

Yo fui mutando lentamente a veces, otras de un bife bien puesto, viajé por la gente y por ahí, otra capa de la cebolla me fui pelando, y el jueves pasado, por fin, otra vez estaba cantándole coros a Pol sobre sus letras, con guitarra criolla y Ami de gentil público invitado.

La banda mutó también, encajó sus engranajes y siempre en contacto a la distancia, por distintos caminos llegamos al mismo lugar, la banda y yo.

Y ahora, parece, el viernes vamos a pintarnos con purpurina para mostrarle al resto del mundo cómo nos divertimos cuando jugamos a ser una banda de rocanroll.




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