sábado, 12 de junio de 2010

Libertad, libertad, libertad

Leo en Yahoo una nota (siempre leo todas las pelotudeces de los links. Es un vicio, como rascarse la cera de las orejas o meterse el dedo en la nariz.) que habla del actor que interpreta a Gandalf, Sir Ian McKellen. Dice con respecto a su decisión de haber declarado que ama a otros hombres, "En ese entonces, mi agente me aconsejaba no salir del clóset. Muchos de mis amigos creían que era un acto valiente, pero para mí era simplemente inevitable."

Qué maravilla, pienso. En un acto total de libertad ser exactamente quien uno es, ir hacia la verdad como un disparo de bala, sin eufemismos ni derramamiento innecesario de palabras pensadas.

Derramarse siempre por la vida, respirar el instante y dejar que sea el corazón lo que salga por el cuerpo y la boca.

Decidir sin tener en cuenta los doscientos pesos que pagó por esa conferencia que le resulta un oprobio repleto de egos de elite donde no se siente cómoda ni un poquito así y no siente que pueda fluir con libertad cantando, e irse a la mierda y no volver a las dos jornadas que restan.

Optar solamente guiados por el sentir que nace del propio centro hasta que, alguna vez por fin, no ser uno mismo se nos vuelva imposible.


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