lunes, 18 de octubre de 2010

Cerrado por reparaciones

No sé muy bien para qué viene uno a este mundo. Digo, cuál es el sentido último de nacer. El discurso católico del sufrimiento para ganar el cielo no me cerró nunca. Y, claro, cuando hay que buscar las propias respuestas, el camino se vuelve más difícil. No hay certezas.

Creo en la vida como una gran escuela. Después me enteraré de si puedo o no volver en un cuerpo futuro, pero mientras tanto, antes de partir, me gustaría saber que me modifiqué para mejor por mis propios medios y en acción con los demás.

Por alguna razón, entre todas las cosas que me tienen bailando la polca, llámese ser madre, hija, definir mis talentos y explotarlos, confiar en el futuro y sanar lo pasado, mi relación con el género masculino se me ha hecho nefasta. Desde el abandono de mi padre en adelante, oh my god...

Podría decir, como en el tango, que los hombres me han hecho mal. Pero sería una verdad parcial. Hombres, por ustedes yo me he hecho mucho daño sin que nadie me lo pidiera. Esa sería una verdad más acertada.

Tras haber repetido una y otra vez los mismos errores en mi manera de relacionarme (los mismos pero, debo decir, cada vez más perfectos en su capacidad de desastre) bajé la persiana como medida desesperada para evitar que los males se volvieran irreparables.
Tras tanto traspié, la sola idea de tener a alguno de ustedes metido en mi vida me da más pánico que ir al dentista sabiendo que se le terminó la anestesia.

Tengo el vicio de desaparecer, de convertirme en alguien que no soy, la enfermedad de no confiar en ser suficiente. Tengo la mala costumbre de perderme dentro de una que no soy yo, una insana propensión a ser la Madre Teresa y la ficticia ilusión de que la felicidad del otro me hará feliz por carácter transitivo. Suelo dar lo que nadie pidió, entregar lo que no debo, aniquilar mi sistema defensivo y finalmente, dejar de ser.

Pero también tengo este culo inquieto, estas ganas de llegar a lo que sea que signifique la plenitud, este calor de querer ser una versión mejor de mí, de lograr la mayor cantidad de serenidades que vienen de la mano de la confianza en una misma, y de llevar una existencia sana (cosa que nada tiene que ver con tomar agua mineral e ir a sudar en clases de step) que me permita cerrar los ojos cada noche lo más en paz posible. En pos de estas cuestiones ando pateando tachos por todos lados logrando pequeñas definiciones que terminen por definirme por completo. Hago volar los platos por el aire para defender a rajatabla lo que siento como certezas. Ando intentando descubrir mis pequeños sabotajes, dejando al descubierto los maltratos de los que me hago víctima. Aspiro a pasar de la tolerancia cero al sano equilibrio. Cuando realmente llegue a ser la que soy, ya no podré desaparecer tan fácilmente.

Mientras tanto cargo con el mote de ser brava. Esta etapa de haber empezado a decir que no a lo que no me viene saliendo un poco apasionada.

Gracias por la comprensión y disculpe las molestias.
Estamos trabajando para mí.


6 comentarios:

  1. De lo mas honesto que he leído en los últimos tiempos!

    Aunque nos tengas acostumbradas a esa honestidad, en esta ocasión, realmente se ve tu corazón en la mano.

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  2. Llevé algo de tu texto a mi blog, si no te parece bien me decís y lo saco. Ok?
    Gracias!

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  3. alabado sean el culo inquieto, la pasión y la buena costumbre del no a lo que no.

    ah! vengo del blog de magah. y ha sido un placer.

    volveré a tus tambores y a tu candombe, seguramente.

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  4. Sin palabras.Me ha llegado mucho.Besos

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  5. he quedado como el dibujo... con el corazón sensible a espacios.
    Podría firmar tranquilamente el texto... totalmente identificada.
    No tenés idea de lo que le estás aportando al universo con tu búsqueda, con tu energía, con esa manía que tenés de no transar con la oscuridad. Sos un color, jamás vas a ser parte del negro.

    T adorooooooo!
    La negra (pero por el color de piel nomás)

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  6. leo tu post costernado y triste por las noticias, un abrazo...

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