sábado, 23 de mayo de 2009

Historias del país de Nunca Jamás

La fecha con Arbolito había estado increíble, pero la patinada de cantar Iansá traducida le había dejado puesto un broche torcido. La métrica nueva, la pronunciación distinta, me habían complicado la tarea de seguir al pandeiro en el principio de la canción. Eso, sumado a la dulzura de Dani, me dejaron plantada una ganita de revancha.

- Vos seguí haciendo lo que se te cante en el orto, cantá lo que se te cante en el orto - me dijo toreándome al bajar del escenario, acentuando la o de orto de esa manera tan particular.

Me frizé sintiendo que me subían desde los pies unas increíbles ganas de asesinarlo.

El corazón de la canción es portugués, no hay vuelta que darle. Al cantarla en castellano no había latido, no me había enchufado con ésa energía que me hace sentir enamorada de todo cuando canto. La canción en la boca se sentía desconocida, no lograba masticarla, encontrarle el sabor que en Portugués me emborracha.

Para cantar una canción hay que desearla. Es lo mismo que pasa cuando alguien te gusta. Hay un tiempo, un espacio necesario entre vez y vez, que te permite volver a desearla. Y, claramente, no había pasado, de eso, nada.

Ni bien Dani me soltó el piropito, decidí volar por el pasillo hacia la pista del Kori. Si me quedaba, era posible que Buira siguiera buscando riña y muy probablemente iba a encontrarla. El tipo es un cabrón. Yo también. Y ambos practicamos el fino deporte de hablar con ironía.

La canción de Oxúm me había transportado al paraíso, y la chacarera del tema de Calamaro le hizo una raja a mi corazón y salí como un caballo hasta el cielo. Lo recordé ni bien pisé la pista y ví a mis amigos venir sonriendo a abrazarme.

Entonces, cuando la gorrita roja con visera apareció en la pista de brazos cruzados y, sin dirigirme ni una mirada, se paró al lado mío, yo empecé a reír despacito y con la boca torcida le dije: - A ver si aprendés a tocar el pandeiro y a seguirme cuando canto, que hoy tocaste lo que se te cantó en el orto.

Y entonces nos cagamos de risa el resto de la noche los dos.






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