domingo, 5 de diciembre de 2010

Jugo de experiencia



El país de mi infancia fue un país ensombrecido por el miedo en forma de gobierno de facto que mandaba coches a las casas para llevarse a la gente para siempre, por lo general mientras dormías ("el hombre de la bolsa" nunca tuvo una connotación tan real para una generación entera..)
En cada cucharada de sopa yo bebí ese miedo. Fue nuestro diario alimento, lo aprendimos de nuestras maestras en el cotidiano de sumas y restas y preguntas sin hacer.
Mamá tuvo un quilombo importante y quedó en la mira, con amenazas e inhabilitación para ejercer la docencia que la inhabilitó a algo de por vida. Algo mamá ya no pudo, ya no la dejaban, y ese algo le amargó la boca y le apagó la sonrisa.

En mi casa no se reía.
Nadie reía.
Y en ese país pasé mi infancia.

Mi abuela era en esa neblina un personaje que contaba lindas historias de campos asturianos en donde ella jugaba y corría. Contando como contaba le hacía salir a las tardes un sol de esos que se cuelan por las ventanas e iluminan motas de polvo que vuela. Ella contaba y allá se iba, y por el puente de su voz traía hasta mí los campos de felechos, la romería, la sidra. Las historias de mis tíos cuando eran pequeños, la familia gigante, los bailes de carnaval, sus amigas queridas, las historias de bodas, los que venían de la guerra. Allí yo los veía pasar claramente a los bomberos que apagaron la fogata de san pedro y san pablo, a la abuela Lucía cantando verbenas sentada en la mesa de la cocina, al tio Ino alambrando kilómetros de patagonia a pié, a la flor de tela horrible del escote de la Visi que lo que tenía de graciosa lo tenía de fea la pobre, los aros de coral que mandaron de España y ella olvidó ponerse en la foto de boda, los refranes.
El tiempo parecía sobrarle y ella desparramaba sus historias repetidas cada vez que podía y a mí meterme en esos mundos que imaginaba luminosos me fascinaba por horas cuando volvía de la escuela.

Cada tanto, por accidente, en una actitud totalmente subversiva, de tanto mantener su corazón caliente, mi abuela se reía. Cuando algo la tentaba no podía detenerse. Comenzaba por apretar los labios como para que la risa se le quedara adentro, y eso siempre era contraproducente. Mi abuela reía con todo el cuerpo haciéndole olas hasta sacudirle los hombros y hacerla llorar de risa, y en esos mágicos momentos algo nos contagiaba, un bendito virus que afloja las correas que tensan y endurecen. Mi cuerpo también se sacudía de risa hasta llorar y algo se regaba para no morir reseco.

Fue cuando olvidé reírme, cuando no me dejaron reírme, cuando me castigaron por reírme, cuando me dijeron que no era gracioso, cuando me gritaron que me reía como una boba, cuando mi risa les pareció una falta de respeto, fue ahí cuando casi me ganan.

- Maestra, cuando te reís se te mueven los hombros acá..- me dice Mora imitando mi movimiento.

Creo que les estoy dando las armas fundamentales para cuando salgan a conquistar(se en) el mundo.

9 comentarios:

  1. A veces, cuando las madres no pueden, las abuelas nos mantienen la risa y la vida.

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  2. una hermosura de texto, escrito con las vísceras (que es como escribís siempre y eso se se percibe, se siente como una vibración). y esa fotografía, esa imagen tan exacta de una mujer que sabe reírse y en colores ... bien quisiera yo que hubieras sido mi seño de pelo colorado.

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  3. Que bueno esto!...y sabés?, hace un ratito nomás, alguien me preguntaba quien era la señora de la foto que tengo pegada en la pared sobre mi escritorio. Mi abuela, contesté, y sin querer comencé a contarle de ella, y de lo que había significado para mi.
    Escribilo, me dijo.

    Abrazo Chica!!

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  4. Qué hermoso.
    Cuando leía acerca de la risa de tu abuela, te recordaba riendo y me decía: Claro, esta la heredó de la abu, si se ría con el ojete cuando se ríe.
    Te recordé riendo y de pronto sonreí.

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  5. Hermosa esta entrada, y muy lindo tu espacio... qué bueno abrir intersticios espaciales que se comparten y conectan!

    Saludazo!

    Caro

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  6. Volví como el cántaro a la fuente a buscar algo inspirador de alguien inspirador. Una maestra realmente que es una *maestra*. Voy a compartir con mis compañeros de Trabajo de campo área educativa (materia de 3ero. de Psico que estoy cursando) este post maravilloso tuyo, si no te oponés, como disparador para pensar la escuela que fue y la escuela hoy. Beso. Abrazo. Grande.

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