jueves, 9 de diciembre de 2010

Septenios



Yo que estaba acostumbrada a reinar sin competencia y a decidir si natación o patinaje artístico, que la despedía cada mañana en la puerta de la escuela, que pasaba el peine fino por su largo pelo castaño mientras contábamos piojos como un juego, que rascaba su espalda hasta que por fin la abrazaba el sueño, que le armaba en su pieza mi carpa iglú para que durmieran dentro sus amiguitas y ella, que hacía de los viernes una fiesta de pizza y chachachá en mi cama gigante, que le daba cada tanto el bendito permiso de dormir acurrucada conmigo y la veía mover las manos hablando divertida, que daba permisos o largas explicaciones, yo, a mí, ahora en chinatown me creció una frontera.

De ser un satélite del que dependía la organización de mis días pasó a tener sus propios movimientos, y ahora ya no necesita que la lleve hasta la casa de las amiguitas ni en bicicleta a la escuela.
La china ahora toma sus propios bondis y viaja sola.

Se vuelve a abrir en mi el recuerdo de esas primeras libertades mías, la extrañeza de, por ejemplo, preparar yo sola mi propio mate una tarde.

Ella cada vez va siendo más ella, un proyecto de mujer que cada vez tendrá menos de mí y más de una que todavía no conozco. Va cortando de a una las amarras. Se quedará solamente si quiere quedarse. En breve, el mundo también será suyo (o al menos eso sentirán sus piés). Tendremos que andar de nuevo este nuevo camino de conocernos, ella con ventaja y yo con todos los oídos y los ojos abiertos para aprender a esta que florece de aquélla que yo sembré.

Le doy armas para que un día pueda combatirme decía yo cada vez que alguien cuestionaba mis decisiones de crianza.
Y no me arrepiento de ninguna.

Está tan hermosa, tan larga que ya no puedo abarcarla en un solo abrazo ni decidir su destino. Y mientras la veo hacer y la oigo decir, me sale pedir


Que yo pueda sanarle siempre las raspaduras.
Que yo no sea nunca para ella una raspadura.
Que nunca aprenda de mi el abandono ni la soledad.
Que me sepa humana e imperfecta.
Que sepa que la amo como sabe su nombre.
Que me alcance la fuerza para permitirle ser ella misma.
Que nunca sienta que espero algo.
Que siempre nos encontremos en el humor.
Que siempre nos encontremos en el amor.



2 comentarios:

  1. Glup!

    ...admiro profundamente tu claridad para decir lo que se siente!

    Abrazo enorme, y no sebès que maravilloso puede ser el recorrido de ir conociéndolos y sabiéndolos mas ellos que nosotras.

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  2. tendrías que escribir cuentos cortos...( o mejor dich tendrías que tratar de publicar)

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