lunes, 8 de agosto de 2011

Chiquito Reyes







No importa cuántos años tenga. Siempre que venís a casa tengo entre dieciséis y veinte. Es imposible no terminar mofándonos de nosotros mutuamente, riéndonos de nuestra pequeña porquería, hasta perder totalmente la compostura como antes, como siempre.
Adentro de este cuerpo siempre somos los mismos, y eso es una bendición. Que no lo hemos olvidado.
El tiempo puede pasarnos entre medio, pero la distancia entre nosotros es una mentira. Mi corazón y el tuyo son compañeros de banco, así que siempre está cerca mi mano de tu mano.
Ahora que soy la madre de una que por fin nos alcanzó en edades interiores, qué bueno que te hayas puesto tu traje de tío Javi para que ella sepa lo indispensable de andar por la vida pateando piedritas y fumando el tiempo con un alma compañera.




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