miércoles, 28 de enero de 2009

Aieiéu, Odó, Epahei...

Voy a cruzar el río. Siempre cruzo los ríos. Creo que sufro de complejo de tierra prometida, entonces parto siempre alegre porque conoceré otro puerto. Literal y metafóricamente.

Voy a cruzar el Río de la Plata. Voy a tocar candombe en la otra orilla. Como si hubiera llenado ya todo de candombe por acá, Buenos Aires me empujó a Montevideo. Allá voy con mi tambor, que nos queremos tanto..

Voy a calzarme un disfraz de rumbera recatada, que es ése espantérrimo traje candomberil con sombrero de paja que hace que una parezca un velador de la casa de la Coca Sarli, anulando definitivamente toda mínima posibilidad de romance carnavalero, salvo que uno realmente se cruce con el amor de su vida. Sólo imaginarme me hace soltar la carcajada y pienso "claro, claro que voy". Si es que nada me hace más feliz que estar jugando por la calle con más gente, la música sonando de mí, mi mano volando sobre el tambor y haber logrado sentir la pasión que ellos sienten cuando ven un mundial de fútbol, tocan en una banda o juegan un picado una vez por semana.
Pero yo soy mujer.

Yo cruzo el río para mucho más.




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