sábado, 17 de enero de 2009

Corto: "Homenaje al mes de noviembre de 2005"

Él armaba una valija en el dormitorio, con mano firme y urgencia poco disimulada. Ella miraba desde la silla en el comedor incapaz de levantarse para detenerlo. Tantas veces temió ésa imágen que no podía todavía entender que verdaderamente estuviera sucediendo. En el último tiempo quizás su capacidad de sacrificio se había desgastado y ya no tenía recursos para seguir piloteando el velero en el medio de tantas tormentas (al final siempre es una sucesión en cascada de momentos infortunados), y en un arranque de coraje él estaba cumpliendo la eterna promesa de abandonarla.

Escuchó cómo se partía su corazón por adentro, el retumbar de cracks llegando desde el pecho hasta el cerebro. Y el silencio. Silencio.


En el medio de la nada misma en la que se encontraba su pensamiento, cuando iba a sumergirse otra vez en el dolor, un gesto o una palabra que él dijo la hicieron detenerse. Se observó paralizada y gris sentada en la penumbra del comedor. Y no le gustó.


Y tampoco le gustó verse sombra inmerecida de un inexistente talento.


Ni sentirse amenazada por la vejez.


Ni le gustó el silencio incómodo de los domingos mientras de fondo sonaba un relato de fútbol.


No le gustó su ropa de color marrón.


Tampoco las caras de asco al juzgar sus comidas.


No le gustó lavar, ni planchar, ni ir al chino a comprar pollo, ni esperar sentada mirando el reloj.


Él salió de la habitación y apoyó en el suelo la valija. La miró desde su metro setenta y pico y con cara de justo le dijo: "Si estás dispuesta, podemos darnos una oportunidad más."


Como un fogonazo, lo vio como si nunca antes lo hubiera visto. Con algo de dolor movió su cuerpo entumecido por tanto llanto convulsivo, se acodó en la mesa y encorvando el cuerpo hacia adelante, respondió:


"Ni en pedo, Roberto. Ni en pedo."

No hay comentarios:

Publicar un comentario