domingo, 26 de septiembre de 2010

Fumando espero

Tengo un lugar donde siempre se siente que estoy incompleta.
Una parte, un suceso, una verdad, algo que deberia estar ahí, no lo encuentro.
Es eso lo que me empuja y me empuja a viajar por la gente y las cosas sin saber qué busco y sin encontrarlo.

Siento que descifro mal las pistas, que me pierdo. La vida de los otros me parece una locura y dudo si no seré yo la que está fuera de foco.

Me enseñaron a esperar.

Esperar mi turno.
Esperar la oportunidad, el momento adecuado.
Esperar a los Reyes Magos y el día de mi cumpleaños.
Esperar que llegue el verano.
Esperar al indicado.
Esperar para cruzar, esperar para salir, esperar siempre algo a cambio, gestos, reacciones, palabras, aplausos, abrazos.

Lo que se espera de mí, esperarlo a él, la esperanza en el futuro, esperar a que cambie, esperar a que crezca, esperar a que quiera.

Esperar .
Tener el cuerpo atado a algo que sucederá.
Así fue como metieron la ansiedad en mi sistema.

Quiero bajar los piés de la calesita a la Tierra y el mundo no me deja.
Quiero ir por la vida sin esperar absolutamente nada, pero al mundo no le gusta que no me quede quieta.
Quiere que piense en lo que vendrá, o peor, en lo que puede nunca venir, que mire más allá, y que mis días sean un mientras tanto. Quiere que defina, que apure, que encauce, que apriete, que diga, que nombre, que me preocupe. Me lo repite en las bocas de los otros, las miradas de juicio y la repetición de las mismas arcaicas formas de esperar desesperando.

A veces me gana, pero entonces me rescata la desesperanza.

lunes, 20 de septiembre de 2010

jueves, 16 de septiembre de 2010

Una que sepamos todos


El martes, en el estadio Luna Park, toda la juventud peronista mas la de izquierda tenían programado su encuentro nacional.
La Chilinga, es sabido, viene laburando con Madres de Plaza de Mayo y la agrupación H.I.J.O.S. desde el momento mismo de su formación como batucada. Por eso, Juan Cabandié, nieto recuperado, convocó a los jipis para amenizar el encuentro de los muchachos peronistas.

-¿ ..y cómo te ves cantando "Hasta siempre" en el Luna? (me soltó Dani por celular sin anestesia en el momento en que intentaba entrar dentro de una remera en el mínimo probador de un local)

Toda la semana que transcurrió entre la citada llamada y el mencionado evento me la pasé preguntándome qué vericueto del destino me estaba llevando a cantar al estadio más cantado de la historia argentina. ¿Yo? ¿yo al Luna Park?
Canté en la ducha, en el patio, andando en bici por Florida. Repasé la letra y todas las desgracias que podrían pasarme al intentar cantar en un estadio con ochomil almas que no iban para verme a mí precisamente pero, caramba, serían un público obligado.
¿Qué puede pasar?
  • Que te odien y chiflen.
  • Que se te frunza el orto y desafines.
  • Que te tiemble el estómago y los vomites a todos como Linda Blair.
  • Que te quedes en blanco en el medio de la canción y no puedas recordar ni una estrofa.
Con lo pensado ya era suficiente como para sufrir. Entonces pensé

¿Y?
Voy a cantar en el Luna Park...

Martes 14, 15.30hs, base jipi de Coronado. Micro escolar lleno de tambores despintados. jipis con remeras azules que conmemoran los 15 años (con un logo que de lejos parece una bocina, un espanto), uniformeteados mas jamás prolijos, merendando Brahma y llenando el jipimóvil de humos varios. Chofer que, dios mío, maneja a 50 km/h durante todo el puto viaje.
Vejiga a tope, desesperación, chofer pelotudo que se paaasa, y se paaasa y no sabe donde doblar y yo que ya amenazo con arrojarme.
Quilombo importantísimo en la puerta de acceso al escenario por piquete de funcionarios públicos figuretis que intentan colarse para estar sentados a espaldas de la presidenta, jipis pasando con tambores ensartando funcionarios con las torres de los surdos, jipi cantora a punto de mearlos absolutamente a todos..

Adentro.

En el aire, todo el tiempo, un rugido. El estadio imposiblemente lleno, banderas argentinas y pintadas, cantitos antimilicos, el que no salta es de clarín, el piso de madera del escenario que vibra mínimamente y me hace presentir un circo romano.
Asomo la nariz por la cortina.
Dani salta, va y viene. Anoche me dejó en mi casilla "estoy ansioso por escucharte mañana cantar" , azuzando mi agitación, y ahora gritamos con los ojos como huevos y saltamos cada vez que nos cruzamos (dios mio, gente grande..)
Menos mal que pregunto, porque como siempre, nunca una canción será igual a sí misma si las canto con él. Saca, pone, mezcla, reversiona, muta. El toque de marcha devino en samba reggae. Paso la letra sobre su magistral ejecución del toque con la boca. Vamos, venimos, cantamos en el vestuario con Popi que cuando acompaña mi voz con la suya la lustra, cantamos varias veces y la canción se me va abriendo.

Salen los jipis a la arena tras un rimbombante anuncio seguido de estallido de aplausos. Creo que ahí los ojos se me desorbitan..
Tocan una derechita. Dani está como loco. Se manda sus inventos de intentar preguntas y respuestas, confusión momentánea, seguimos. Final, sobre el aplauso, cabeceo de gorrita y desde el primer paso que doy hacia el micrófono SE que estoy caminando un momento de esos que, cuando cierre los ojos, estará ahí, intacto en mi retina.

Aprendimos a quererte desde la histórica altura, donde el sol de tu bravura le puso cerco a la muerte (pienso en la libertad cuando se vuelve inevitable, cuando trasciende el alma del hombre y lo vuelve un quijote, un cristo, un San Martín, un Lennon)
Vienes quemando la brisa con soles de primavera (y Dani está saltando, no puedo creer lo que estamos haciendo)
..cuando todo Santa Clara se despierta para verte (vivamos una vida de héroes.. lo demás es baratija. Seamos atrevidos, muchachos, el mundo es de los que tienen la osadía de cruzar un océano y encontrar un continente, trepar en un cohete a pisar la luna)
..de tu querida presencia, comandante Che Guevara (y ahí me parecía escuchar que mi voz eran muchas, pero no sabía si era realidad o producto de mi adrenalina)
Entonces, en la última estrofa, Dani apagó los tambores. Y docemil personas y yo cantamos juntos y con Fidel te decimos ¡hasta siempre comandante!

¿Y vos? ¿qué anduviste haciendo el martes pasado..?

domingo, 12 de septiembre de 2010

Alma compañera

Este primer día del maestro jipi lo estoy disfrutando como uno de esos cumpleaños de mucha joda espontánea durante cuatro días con los que a veces la vida te compensa.
Hoy vengo de mates e imágenes mentales escolares y de pronto caigo en una imagen que tengo de la China colgada de la reja del jardín de infantes al que ella iba, que daba al patio de la primaria en la que yo trabajaba, gritando endemoniada "mamaaaaaaá, soltá ese neneeeeeee", mientras pasaba yo caminando de la mano de uno rumbo al comedor.
Siempre odió de palabra a todos mis enanos, repartió entre ellos todas las caras de ojete que pudo cada vez que la rodeaban para idolatrarla cual Lourdes León del subdesarrollo. Ahora que Chinatown se puso adolescente rebeldeway y se pinta las uñas con paisajes de atardeceres y palmeras y las pestañas con rimmel, les dedica rosarios irrepetibles cuando yo cuento alguna anécdota sobre ellos y les frunce la cara cuando yo se las presento. Ni que hablar de los que le muestran simpatía.

Mi primer día de clase en Cuarto Creciente fue un día después que el resto de la escuela, porque la entrada a primer grado tiene carácter casi de pequeño rito iniciático y merece todo ese espacio. Agradezco a la vida tener la cara tan dura, porque me imagino que semejante protagonismo debe ser la agonía del tímido. Todas las miradas y las orejas están puestas en lo que sucede cada vez que la maestra llama uno por uno a todos los pequeños para que se acerquen a la ronda y todos los movimientos del evento parten de su hacer.
Contar el cuento que dará la primera imagen para entregarles luego un obsequio, llevarlos dentro del salón de clase (se entiende que no a la rastra, así que hay que desparramar la suficiente energía como para seducirlos y que se dignen a caminar contigo, oh desconocida, hacia el salón un piso más abajo..) y casi te diría que tu año escolar entero dependerá del éxito de esa empresa.
La China empezaba sus clases dos días después. Sabiendo de su contorsiones de espanto cada vez que la invito a alguna actividad con mis peques, le ofrezco acompañarme en mi primer día de clases.

Y para mi sincera sorpresa, me tira un sí relajado y certero y se las pica a dormir.

Día de marzo, día D. Todo sale bastante parecido a como se sentía, vamos bien, tengo todos los poros como antenas, son muchos, están enloquecidos, los parientes por todos lados, sostengo. Voy cantando rumbo a la escalera, cruzando los dedos para que ninguna abuela emocionada me descalabre la voluntad de los pequeños que miran desorbitados con tanto ruido y emocinamiento familiero. Entonces la veo venir al final de la fila, acompañando suavemente con los brazos a los descarriados para que no se dispersen, conteniendo la entrada al salón nuevo, sentándolos en la ronda mientras descanso sabiendo que no hace falta que le pida, ella me está acompañando. Y me mira y me sonríe guiñándome un ojo para enseguida decirle bajito a Gerónimo que ahora hay que sentarse despacito para poder escuchar... (Y por supuesto, sé que nunca podremos hablar tiernamente de la anécdota mientras se lima las uñas frente a feisbuc y me echa fuera de mi propia habitación devenida en su escritorio)

martes, 7 de septiembre de 2010

Viento en popa






Tuve que matar todas las cosas que fui.
Tuve que abandonar todos los amores, los puertos, las familias, los saberes, hasta abandonarme a mí.

Y después, elegir.

Elegir yo cada cosa, no heredarla, ni suponerla, ni transarla, ni tolerarla.
Elegir lo que sí y lo que no, porque ya sé cuál es la medida de mi alma y cuáles son los temporales que sé que puedo capear. Y con quiénes me subiré a bordo, porque sólo acepto que la compañía sea buena.

Elegir no volver a elegir ciertas cosas, ciertos lugares ni ciertas personas (porque, ya comprendió mi corazón que hay cosas que no cambiarán porque nunca estuvieron dispuestas a hacerlo).


Y entre todas las cosas que vuelvo a elegir, las elijo de nuevo a ellas, mis comadres, mis iyás. Todas esas mujeres que sienten algo latirles dentro y allá van a hacerlo sonar, caminando por la Boca, entre evangelistas y vecinos que fuman en las esquinas.
Las elijo de nuevo a todas ellas, así, imperfectas, hermosas, capaces de hacer una música generosa y solidaria, de patio de malvones, de veredas.
Porque cuando me veo parte de ellas, me reconozco.

(Y nadie como ellas sabe darte la bienvenida..)

sábado, 4 de septiembre de 2010

Astetndenius..

(Estos días los enanos están muy jugadores. La lluvia y el frío revivieron las ganas de estar adentro construyendo fantasías representadas.)

Cuando era chica, convencía una y otra vez a mi prima y mi amiguita de seguirme la corriente en el delirio. Yo era siempre un ángel de Charlie (preferentemente que interpretaba Jacklyn Smith) o la mujer maravilla, y toda nuestra tarde se pasaba rescatando al capitán Steve o matando japoneses karatekas y malos. A veces éramos gente que hablaba en inglés (ese lo jugábamos poco porque nos obligaba todo el tiempo a traducir el gangoso sonido con que emulábamos la lengua y resultaba tan poco fluido como esta aclaración en el medio), otras eran tardes más folklóricas, de mancha algo o cigarrillo 43.
Pero había un juego por sobre los otros que a mí me fascinaba. Usando los escalones de los umbrales yo cantaba como Liza Minelli (en un inglés de mierda...)



"auananueicap
indeciri dat asentslip
tufan a kinofajil
dajonejit.."

y el Frank Sinatra de los discos de vinilo de mi mamá me hacía los coros en mi cabeza. Yo no podía dejar de bailar y mover los brazos con los ojos cerrados, y era tanta la alegría que eso me daba que las otras dos siempre querían hacer de bailarinas y terminábamos las tres a grito pelado cantando.

(Tengo una opresiva sensación a la altura de la boca del estómago. Un deseo incumplido que raspa y obliga. Necesito un momento sin ningún oyente presumible para cantar totalmente expuesta y con toda la potencia de mi caudal posible, para poder cantar otra vez así..)