miércoles, 17 de diciembre de 2008

..el cielo que se cae deshecho en agua.


Llorar.

Llorar por todo.

Por las ausencias, por las traiciones, por las demandas, por no tener un millón de brazos para tanta necesidad de caricias, por la tierra, por las lágrimas de mi hija, por el silencio de mi padre, por la crueldad, por los demás.
Llorar por la emoción que me provoca la música, por sentir cada día en algún momento la energía del amor atravesarme desde unos ojos pequeños, desde unos ojos adultos agradecidos, desde unos ojos.
Llorar por los errores, por los aciertos, por el tiempo perdido.

Llorar por los amores todos, los que no fueron, los que se fueron, los que dejé, los que no podrán ser, los que vienen, los de otros, los que se acaban, los que comienzan.

Llorar por la injusticia, por la impotencia, por la desigualdad, la lucha, las soledades, por las tristezas, por la falta de oídos y de palabras, por los rencores, por la infancia perdida.

Quedar vacía.

Y de a poco, otra vez, volver a creer.

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