miércoles, 18 de marzo de 2009

Estaba la Catalina.



Catalina tendrá el alma al viento, los pies descalzos, la risa fácil, el corazón dispuesto. Los ojos de su padre son de cielo, así que ya tiene resuelto el asunto de poder mirar adentro de la gente.


Tiene nombre de lluvia sobre techos de marzo, de reina, de vecina, de amiga que ceba mate para curar las penas. Su papá tiene manos de verdadero artesano, así que en cada caricia le irá dando forma a sus sueños chiquitos.


Andará despeinada de alegría de volver corriendo a casa para encontrar abrazos, para contar noticias y pedir panes para curar al mundo del hambre y la injusticia.


Viajará por la gente, por sus pequeñas historias, por las manos que, como las de su papá, hurgan en la vida hasta encontrarle el sentido. Hablará del amor dando cátedra, y lo dejará atravesarla para llegar a la gente sin escalas.


Si tengo suerte, un día se sentará en mi clase para enseñarme más cosas sobre lo simple y lo claro que encierra cada día.


Catalina es hija de un ángel y una flor. Y tiene una banda de tíos que son niños perdidos de un cuento de hadas.


Bienvenida a nosotros, Catalina. Salud!

2 comentarios:

  1. QUE SEA FELIZ, diremos nosotros, que hemos estropeado la salud que nos desearon con cosas tan divertidas.

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