miércoles, 22 de julio de 2009

Ay, qué plato! (anécdota para contar cuando seamos como los rolling stones mientras comen sanguchitos de miga en una entrevista que Ginzburg no hará.)






Ponéle que llueve. Que llueve como sólo podría llover un día de invierno en el que todavía no se puede decir que haya llovido, y llueve. Estás decidida a salir del edredón, de tus sabanitas azules, de la silla de la compu, del sofá rojo y la estufa porque hasta la noche anterior te hostigaron respondiendo a cada mensajito del día del amigo con un "bueno, y ahora sí te vemos el martes allá".





Metés tu quincho nuevo debajo del cuadrillé del paraguas, te calzás los auriculares, chequeás el celular y salís. Cuando en la esquina se te empieza a complicar el panorama para cruzar porque corre un riacho nuevo por la calle Alberdi, lo pensás, pensás en llamar, pero el recuerdo nítido de Dani burlándose de tu pregunta sobre si el ensayo se hacía igual aquél otro día lejano de lluvia, borró toda duda. Los jipis van todos en auto, porque son jipis pero no boludos. Se empieza a humedecer la cuestión porque el paraguas no cubre tus pies totalmente y ya empieza a brillar la gamuza negra de tus botitas empapadas. "Qué suerte que tengo medias secas en la cartera" y ya ves que vas a terminar cantando en patas, con los soquetes turquesas, que son los únicos limpios y secos que quedaron.



Perdés la suela (si, dije SUELA) de la puta botita de gamuza ni bien salís del túnel para tomar el bondi. Volver es morir, así que la metés en la cartera y trepás. Son las dos de la tarde cuando golpeás la puerta del galpón, definitivamente empapada, con la cabeza hecha un plumero.



Te recomponés un poco, colgás las polainas del escritorio para que escurran, amás a Graciela que te dejó mate y termo afuera y mientras vas recuperando el calor pensas varias hipótesis sobre por qué sos la única integrante de la banda en el galpón en ese momento. Son dos y veinte cuando mandás el primer mensaje. Ahí nomás te fumás una conversación entera con Nancy monologando sobre su historia. Nada. Mientras mandás el segundo mensaje ya son tres que te miran de costado y ahora te fumás el monólogo del marido de Nancy sobre los arreglos que necesita el galpón. Ya con algo de desesperación mandás el tercer mensaje y empezás a llamar a la Turca, te comés la musiquita brasuca del contestador dos veces y cuando querés volver a llamar... no credit.



Y ahí te entran todas las respuestas juntas: Cómo, nadie te avisó?



Channnnnnnn....



Así fue también la secuencia aquella vez que me hicieron perder la oportunidad de compartir el escenario con León Gieco (me llamaron a las nueve de la noche pidiéndome disculpas por la poca anticipación y preguntando si era físicamente posible que en veinte minutos llegara yo hasta la plaza de Mayo, vestida y maquillada, a subirme al escenario a cantar. Se habían colgado en avisarme..)



Es amar o morir.



O matar.

PD: al primero que abra a boca en este post prometo comérmelo crudo en el próximo ensayo. Si me avisan...






3 comentarios:

  1. Conozco a esos jipis, aún te llaman la atención esas cosas?
    Lo peor, ya que hasta la lluvia se puede volver linda y romántica debe haber sido escuchar el monólogo de Nancy y su marido.
    Lo del mate fue pensado para estas ocasiones.
    nos vemos el jueves, con otro mate de por medio
    Besos
    Gra

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  2. Yo soy jipi pero boludo, porque voy siempre en bondi.
    El martes hay ensayo.
    Comeme crudo lo tengo merecido.

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  3. que bueno el último photoshop...
    escuchando....LO QUE APARECE DE PREPO Y SIN QUE SE LO PIDA EN TU BLOG!!!!!

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