domingo, 20 de septiembre de 2009

Reflexiones de una profesional.


Me cansé de que me maltraten la vendedora de la panadería, el chofer del bondi y la cajera del banco que mira con cara de oler caca. Me hinché las pelotas de la gente enojada porque tiene una vida que le da náuseas, la que toca bocina como endemoniada a las ocho menos cuarto de la mañana, la que grita, la que empuja buscando provocar la misma sensación de ira que está sintiendo.
Si en algo convenimos todos es que el mundo, así como está, es una mierda.
Bien, muy bien.
Podemos decir que uno se pasa una buena parte de su vida adulta tratando de apagar su cabeza que le taladra las noches de insomnio, intentando dominar el curso de las cosas, los vencimientos, las entregas, las cuotas, el amor, el alquiler; ese colador de la mente que juzga lo que los otros juzgarían si hiciéramos o no tal o cual cosa, que si nos van a querer, que si gustamos o no. Una cabeza que siempre está dando por nosotros el primer paso adelante para seguir inflando el globito del permanente temor, la vacilación, el menosprecio.

Claro, digo y doy un salto derechito a nuestro adiestramiento como personas para ser parte del núcleo social. Desde que entramos en el sistema para educarnos (obviemos las comillas) se nos va llenando la cabecita de voces que nos dicen cosas casi siempre sobre nosotros mismos. Malas, por supuesto, en su mayoría. Nos criamos siendo castigados desde muy tiernos por las cosas como si las hiciéramos adrede, pagando nuestros errores con el avergüenzamiento público, nuestro sentido del humor es minado permanentemente (nada en la escuela puede ser motivo para reírse) y nuestro atrevimiento es penado como uno de los defectos máximos.
Nuestra educación se basa en el castigo. Lo que está bien no es digno de tanto alboroto. Lo que está bien es lo que se espera. Así uno va aprendiendo a descifrar en cada maestro "lo que se espera de uno". Así, con frases como "una señorita no juega así en el recreo", "vamos, los nenes no lloran", y otra sarta de huevadas por el estilo, nos va quedando grabado que para que nos quieran siempre tenemos que ser de alguna manera diferente a la que somos por naturaleza, por ejemplo.

Nuestra situación de vida fuera de la escuela es inexistente. Yo cargué la mochila del divorcio de mis padres (y el consecuente quilombo que era mi casa con dardos metafóricos y objetos literales que sobrevolaban casi siempre el final de los almuerzos familiares) y jamás ninguna maestra hizo caso de mi posible desgarre emocional más que un "pobrecita.." que soltó la de tercer grado mirándome de reojo y que me costó años de terapia desesperada solucionar.

Al final, tu entrada al mundo en el que vas a vivir se dá por una puerta espantosa donde te vas perdiendo intentando que te quieran con poco éxito, pasando horas interminables esperando que suene el timbre del recreo para dejar de padecer el monólogo de la maestra de biología y salir a padecer el desplante del resto del colegio porque sos gorda y tu mamá te peina con moños en la cabeza.

El mundo es una mierda.


Ahora, ¿qué pasaría, digo yo, si le damos una manito de pintura a esa puerta?

Ponéle que entendemos que a esta altura, un adulto que pasa cuatro horas por día frente a niños está involucrado sí o sí en su crianza, porque en sus cabecitas locas pasan cuatro horas aprendiendo a imitar tu mirada sobre la vida.
Ponéle que por fin entendemos ése punto y entonces la gente que paramos al frente de los niños es gente que realmente gusta de la tarea que le toca y no finge en su vínculo con los chicos, realmente le importan.
Ponéle que les enseña a escuchar porque cuando ellos hablan los escucha.
Ponéle que cuando hay una discusión, los sienta a todos en ronda y les explica razonando cómo se resuelve el conflicto.
Ponéle que cuando vos le decís "boluda" a la coordinadora repitiendo como un loro la palabreja que suena alrededor tuyo en tu casa, la calle, la tele, en vez de levantarte del forro del traste y llevarte a la dirección, se sienta con vos y te cuenta que hay palabras para decir en unos lugares y palabras para decir en otros, las buscan todas en el diccionario, hacen una lista secreta de las que mejor no (como un pequeño machete para poder descifrar la selva en la que están entrando) y nadie te chanta encima el estigma del "maleducado de Pérez" para el resto de tu vida.
Ponéle que vas creciendo mientras ves a las seños divertirse con su trabajo, hacer las cosas con amor, compartir entre ellas y con vos, recibiendo y dando besos de buenos días y hasta mañana, cantando con vos en las clases de música, juntando florcitas del limonero del patio para poner perfumito en el aula, pegar tus dibujos en las paredes porque después de todo, te pasás nueve horas adentro de la escuela, mucho más de lo que estás despierto en tu casa.
Ponéle que ellas te aceptan como sos y te van mostrando lo lindo que ven en vos y lo celebran para que busques tus lados más luminosos y puedas aceptar con amor tus sombritas.
Ponéle que estás que no te aguantás y ella se agacha, te mira a los ojos y te explica "hoy me parece que te sentís fastidioso. Chicos, Felo se siente así con esa cosa incómoda acá de cuando estás fastidioso, así que vamos a entenderlo un poquito más hoy." y te ayuda a entender cuando sos vos y cuando son los demás (y te ahorra tres rupturas amorosas jodidas entre los 28 y los 36).
Ponéle que te enseñan a mirar en los ojos de tu amiga cuando le dijiste cosas feas porque te enojaste y le provocaste dolor para que puedas sentir y medir tus actos por vos mismo. Y que una pelea tiene que terminar en risa, hi five!, promesa de dedo y abrazo entre las partes no damnificadas.


Ahora volvé a pensar en cómo sería tu vida.


¿No va siendo hora ya de que pongamos la educación de la humanidad en manos idóneas...?



Nota del Autor: (Sospecho que ésta entrada será leída por mucha gente que seguramente, con el titulito, buscaba otra cosa. "Así está nuestra educación" diría la señorita Elsa.) (Lo profesional no quita lo jodón.)

8 comentarios:

  1. Ponele todo eso que quiere decir que hay que trabajar, pensar, ocuparse del otro...cuantas maestras crees que quedarían?

    Esta bueno tu blog

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  2. Ponele mi firma a tu postulado...

    Te admiro (y me da alivio saberte educadora, no querés agarrar 3ºB en la escuela de mi hijo el año que viene? no éste, no le haría eso a tus lucecitas con sombritas, como nosotros... este año que te saboreen hasta el final).

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  3. Definitivamente, sos la manzana podrida en el canasto de los educadores!!


    (un abrazo sincero, ojalá pudras a todas las demás manzanas)

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  4. yo.. quien mierda voy a ser??21 de septiembre de 2009, 14:35

    Como fiel defensor del ser humano que soy, concuerdo y espero que todo lo que decis algun dia suceda. No creo en que nadie de nosotros sea malo geneticamente.. quién de grande termina convirtiendose en una mala persona es justamente porque la sociedad justamente lo convirtió en eso.. fue socializado de forma erronea y se le mostró un mundo que es una mierda y si no se defiende lo van a hacer trinar porque es la "naturaleza del ser humano".. con gente como vos nunca hubiese existido hobbes y todos veriamos en el mundo muchos mas colores que los del arco iris.
    Se te quiere.
    PD: Gracias por darme la razón.. vale la pena vivir para encontar personas como vos.

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  5. Ojala mucha gente lea este post, sobre todos los educadores en todos los ambitos de hoy dia!!!

    te dejo un videito sobre la creatividad y escuelas de hoy. quizas ya lo viste...
    http://video.google.com/videoplay?docid=-9133846744370459335&hl=es#
    beeeijos

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  6. si los docentes fueran realmente docentes...la docencia sería amor...
    escuchando 05 Bring Your Fine Self Home\Albert Collins, Robert Cray, and Johnny Copeland - Showdown

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  7. Yo volvía a casa abatido de la escuela, con la autoestima baja y repleto de miedos. Por suerte en casa no había nadie y me hacía la leche y miraba el superagente 86 y pensaba, ojalá mañana un terremoto haga que se abra la tierra y se trague a la escuela con los maestros adentro en plena reunión de padres. Ponele que admiro que aún quieras cambiar al mundo pero no se que hubiese pasado si los maestros me hubiesen ayudado a vivir... quizás trabajaría en un banco, o quizás hubiese ganado el Oscar, no imagino nada intermedio. Me ha dejado pensando

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  8. Yo creo que si mis maestros me hubieran enseñado a vivir no hubiese tenido que despilfarrar tanto dinero en averiguar por fin quién soy. (Y me lo hubiera patinado más felizmente invitando rondas de vino en más peñas.)

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