lunes, 23 de agosto de 2010

Reverberaciones



En las tardes tempranitas de mis seis o siete años recorría las casas mientras todo, todo el mundo, en el verano de enero de las tierras del norte del conurbano, dormía la siesta. En mi calle que era calle sin salida (ahá..), todas las puertas vecinas estaban abiertas. Éramos los hijos de todos, los nietos de todos, entrábamos con hambre a todas las cocinas y los panes con manteca y dulce de leche nos decoraban las caras sentados en el cordón de cualquier vereda.

Cuando las dos de la tarde soporizaban el mundo, el movimiento literalmente desaparecía, los negocios cerraban, las cocinas estaban limpias y las noches prometían ser bellamente largas. La vida se rendía a la frescura de unas sábanas para entregarse al ritual de la siesta con tanta confianza que entonces el aire entraba por las puertas abiertas.

Pero yo jamás dormía.

Todo era silencio de voces y sonido de pájaros y vientos tibios agitando las copas pesadas de los paraísos en las veredas. Yo miraba al pasar de la calle a la cocina (o viceversa) los dormires de mis abuelos en el cuarto en semipenumbra, lo blanco de las sábanas y esas basuritas que flotan en el aire cuando el sol cruza las ventanas abiertas.

Todo dormía. Yo vagaba por la casa. O miraba hormigas. O buscaba gente en los balcones lejanos que estuviera en alguna situación como la mía.

En estos últimos tiempos siento sobre el mundo y mi cuerpo una soledad tan infinita como la de aquéllos días..


5 comentarios:

  1. A mi me encantaba la siesta. Mi mami me dejaba salir y yo me sentía dios ante tanta soledad. Me sentía en una de esas siestas García Márquez de pueblo. Y te comprendo, pero esta soledad, la de ahora, es dolorosa. La de antes, a l menos para mi, era placer.

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  2. Claro. Yo también me sentía algo como dios.
    Cuándo fué que olvidamos jugar..?

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  3. No sé. La realidad te hace mierda los sueños.

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  4. Asi eran las siestas y las noches en mi pueblo, de puertas abiertas e infinitos silencios.
    Jugaba con mi hermana, siempre jugabamos juntas,siempre...estoy buscando alguna imagen sin ella y no la encuentro.
    Y una vez dejamos de jugar...
    Usted tiene a la China, no se está tan solo. Lo bueno es ubicar solo de que.
    Abrazo

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  5. Yo vivía en una calle que era también una cortada. Me gustaba la hora de la siesta porque todos los opis de las bolitas eran para mi. Y a la noche tampoco dormía y mientras leía buscaba platos voladores. Hoy hago algo parecido pero nunca me pasó de sentir soledad... sentía libertad mas que nada. Que lindo relato amiguita de miles de años. Beso
    PD: Mire la palabra de verificación que me pide: "antesad"

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