miércoles, 12 de agosto de 2009

Calientes los pies



Una mañana de la semana pasada la santa rita de mi puerta amaneció pelada. El último cielo celeste del invierno se asomaba entre sus ramas raquíticas, de espinas agudas y trama enredada. A partir del siguiente día yo empecé a oler la primavera en el aire temprano de la mañana, que aunque esté frío todavía trae un olor tenue de brotes, de próximos frutos, un olor inconfundible. Hay un canto de pájaro que a veces empieza a sonar a la noche, uno que sé que va a sonar mucho más en noviembre y me romperá las pelotas pero lo prefiero antes que este frío que cruza todas las defensas del abrigo y me saca las ganas.


Hoy a la tarde salí a la vereda a despedir a mamá que se iba y entre las ramas peladas una flor fucsia rabiosa asomaba en una rama del centro de la planta.


Yo ya siento murmurar las semillas en la tierra que late bajo mis pies deshibernada.

2 comentarios:

  1. El poder de la víspera.
    Si tan sólo...

    (Embeleso de los besos, manifiéstate!)

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  2. Esa savia cargada del embeleso es la que fundamenta la primavera.

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