sábado, 15 de agosto de 2009

Puto el que lee

Y el que no fue anoche al aquelarre, a la roda, al pequeño ritual de esta generación x que gusta de ir siempre en bandadas, que se joda.
Llegué disfónica después de un día con rasgos de octubre. Inesperadamente nerviosa, como tiempo atrás cuando tenía un exámen, o una cita (uh, ésta última se me hace lejanísima. ¿Las citas aún existen?). Llegué con la China, y otras nenas al ratito la rodearon y la perdí por ahí, vagando en el galpón (los rituales se heredan).
Fui y vine mil horas, casi sin cruzarme con los otros altos jipis. El ensayo del jueves a la tarde había estado muy, muy bueno, y es sabido que es difícil a veces repetir una magia porque siempre hay alguien que no confía, que no logra volver a saltar.¨
La noche caminaba y mis cuerdas vocales se iban llenando de aire en la conversación, y mientras cada tanto alguien me cagaba a pedos por mi incontinencia verbal que amenazaba con dejar a la banda sin corista, yo sabía que si las notas seguían sonando claras en mi cabeza, mi voz las pintaría exactamente igual. Confiar. Qué jodita..
El telón se cerró y me colé con el vaso de té de jengibre. Pol transpiraba en una remera violeta con un bichito muerto de un hachazo en el frente. Los jipis tenían purpurina y remeras chilingas y yo pienso, como siempre, que ya es hora de consultar a un asesor de vestuario.
Arrancamos con Haré y ahicito nomás ya falló el sonido, como siempre es acá en jipilandia. Y ya me empecé a sentir como en casa. Pol me cambió la letra en la segunda estrofa, se dio cuenta de que estaba extraviado, le tiré el centro acomodándole la canción de nuevo, y gol. Ya me empecé a reír por adentro, y creo que también por afuera.
Y después no sé, no me acuerdo. La sensación de la gente ahí en la oscuridad, acercándose a ver, una mano que agarró la mía que iba en busca de agua y apretándola me dijo "soy emeygriega, qué gusto, qué gusto conocerte" y después se volvió a perder entre los otros, alguien todo el tiempo que estuvo al lado, que estuvo enfrente y yo me sentí lindamente observada más allá de mí.
Y como no podía ser de otra manera, el gran final, un tema antes de terminar, apagón y luz de emergencias. Y mientras copábamos el aire con los tambores y trompeta y saxo tocaron seguidilla de los cadillacs y música fiestera en abundancia, la banda no se despidió. Simplemente se hizo humo en el aire con un pase mágico al mejor estilo Tu Sam.
Fuimos, vinimos, paramos, volvimos.


2 comentarios:

  1. Su relato es exquisito! como estarle cerca cuando las endorfinas están ahí arriba en lo más alto gracias a usted! generosa compañera en el trinar.

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  2. Qué bonita, qué linda es usted, sirena. EH, GANSOS, MIREN COMO EL MUNDO ESTÁ LLENO DE HEMBRONES!!!
    Giles.

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